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EL VIAJE DE JONÁS (I)

    El día 13 de este mes de mayo es el cumpleaños de José Jiménez Lozano, autor que conocemos en estas LETRAS EN DANZA a través de las entradas tituladas REVELACIONES donde comentamos dos de sus libros de cuentos breves: El cogedor de acianos (1993) y Un dedo en los labios (1996). A partir de hoy y a lo largo  del mes de mayo, vamos a ir presentando y comentando la  novela de Jiménez Lozano titulada El viaje de Jonás, que hemos leído y estudiado en diferentes contextos en la Freie Universität de Berlín.

   El viaje, como itinerario real o recorrido simbólico, aparece también en otras novelas del mismo autor: Las gallinas del licenciado, Maestro Huidobro, El libro de visitantes Un pintor de AlejandríaRetorno de un cruzado. Ahora bien, es en EL VIAJE DE JONÁS, obra publicada en 2002, donde el recorrido -exterior e interior- que el protagonista realiza configura la novela en su totalidad, hecho que se refleja en el título. En poco más de cien páginas (primera edición en papel, Ediciones del Bronce)  se  recrea un episodio de la vida del profeta Jonás, conocido por el Antiguo Testamento. En él se relata la misión que Dios encomendó a este profeta y su reacción ante este encargo.

    Jonás ben Amittai de la aldea de Gath-hepher, el personaje central de la novela de Jiménez Lozano, es presentado en esta narración en su vida cotidiana, con su mujer Micha, sus actividades laborales, sus gustos y preferencias; se relatan las peripecias de su viaje, su huida, el encuentro con diferentes personas en el camino, el paso por el fondo del mar, la salida y realización del encargo en Nínive, y el regreso a casa.

    El viaje supone para el protagonista realizar un trayecto de ida y vuelta: Jonás sale de su hogar y vuelve al mismo después de cumplir con la orden encomendada. El viaje pone en movimiento a Jonás en contra de sí mismo, o dicho con otras palabras, la tensión interior vivida por este personaje desde que recibe el encargo de dar aviso en Nínive, es lo que le impulsa a salir. Toda la primera parte de la trayectoria –hasta que desciende al fondo del mar- es un viaje de huida: Sale de su casa huyendo, escondiéndose y queriendo pasar desapercibido, cosa que no consigue, pues a fin de cuentas es un profeta y la gente lo reconoce. En la segunda parte de su viaje, después de cumplida su misión en Nínive, se queda algo rezagado en los aledaños de esa ciudad hasta que su mujer lo va a buscar recordándole que tiene un hogar acogedor al que volver.

     El relato completo de EL VIAJE DE JONÁS está dividido en XVII capítulos en los que la historia contada se desarrolla como sigue (los capítulos se consignan en números romanos, tal como aparecen en la primera edición de noviembre de 2012 en Ediciones del Bronce, con el número de las páginas que abarcan):

La placidez del transcurso diario que vive la pareja, no exenta de tensiones y discrepancias (I-Una vida hogareña, pp.9-19) se ve empañada por la llegada de un mensajero, quien trae a Jonás un encargo de lo Alto (II-El encargo, pp.20-29). En la reacción del profeta a este encargo es donde da comienzo  la peripecia que  constituye la huida imposible al designio de lo Alto. Para preparar su fuga –física-, Jonás comienza a recabar información, primero preguntándole a un dibujante de mapas egipcio, a continuación a unos mercaderes (III-Los exploradores, pp. 30-41) sobre rutas y territorios diversos.

Después de una rápida despedida en casa (IV-La despedida, pp. 42-46), Jonás se incorpora a la caravana de mercaderes que lo llevará a Jope, desde donde se embarcará rumbo a Tarshis. De camino por el desierto con los mercaderes y exploradores, montado en el camello que le han asignado, se pone a reflexionar sobre su profesión (V-Cavilaciones, pp. 47-54), en estos términos:  A nadie podía echar la culpa, desde luego, de haberse metido en la profesión que tenía. Él solo se lo había buscado.

En la primera etapa de su camino de huida por tierra, donde por encima de todo  desea pasar desapercibido, no puede evitar charlar con los viajeros de la caravana, en las tertulias que se forman en los descansos. Una vez en  Jope (VI-El embarcadero, pp. 55-61) visita los baños de la ciudad, conoce en el puerto a un joven judío que vive no lejos de allí,  y baja todos los días al puerto para hablar idiomas, porque se estaba preparando para hacer de mensajero o embajador. Jonás habla con él de escrituras y sentidos de ciertos escritos, aunque sigue con sus recelos y se pregunta receloso ¿y si el mocito fuera un mensajero-espía de lo Alto y le frustraba el viaje? Estos temores de ser reconocido le van a acompañar hasta su transformación en el fondo del mar.

Desde el activo puerto de Jope, Jonás se embarca e inicia el viaje hacia Tarshis en la nave de un capitan con quien también conversa sobre los mareos y la pérdida de equilibrio interior o “perder pie” (VII- La plácida noche, pp. 62-75). Agotado por las peripecias y el estado de tensión que le provoca su huida, Jonás se retira a la litera en la bodega del barco. Por fin, se duerme pensando que el mundo era muy grande y desconocido, y nunca se sabía a qué atenerse.

Aquí se queda el protagonista durmiendo en la bodega del barco, mientras que la narración nos lleva en el siguiente capítulo (VIII- Indagaciones, pp. 67-75) a la casa de Jonás y Micha, adonde acuden unas personas que van buscando a Jonás. En la joyería de Nínive, llamada Tiffany’s, el profeta había dejado dicho que le avisaran con un mensaje secreto cuando llegara un zafiro que había encargado. Al enterarse estas personas de Tiffany´s que van a avisarle que Jonás está en paradero desconocido, el mismo dueño de la joyería se desplaza hasta la casa de Micha para hablar con ella pues [L]o que había que hacer enseguida eran investigaciones, pero ¿cómo hacer investigaciones verdaderas en una ciudad donde todo era mentira, y todo estaba al revés de naturaleza? Micha, por su parte, decide ir a Jope a buscar a su esposo por su cuenta.

Después de esta intercalación espacial y temática en la narración, volvemos al barco donde viaja Jonás. En medio de la travesía, se levanta una tormenta (IX- El vientecillo del amanecer, pp. 76-80) que crea un enorme desasosiego entre la tripulación. Entonces los merineros bajan a la bodega del barco a despertar a Jonás quien duerme plácidamente en su litera. Lo despiertan y le piden que rece: Se lo decían a Jonás aquellos hombrones como suplicándole la vida, mientras él bajaba lentamente de la litera, como cargado con una carga de plomo sobre las espaldas, pero sobre todo en el ánima. El capitán decide que se eche a suertes para saber por culpa de quién nos ha sucedido esta desgracia. Jonás, el elegido, reacciona tranquilamente pidiendo que le tiren a él al mar porque él tenía la culpa de que se hubieran desatado tal viento y tempestad; y aseguró que, si le tiraban al mar, éste se serenaría.

El capítulo X-La ballena (pp. 81-86) está dedicado, en primer lugar a describir la entrada de Jonás en el interior de las aguas, descripción “objetiva” a la que luego se le añaden dos hipótesis sobre si se trataba o no de una ballena.  Jonás, -según continúa la narración-, desciende a los infiernos (XI- Sheol, pp. 87-91). Después de tres días, sale intacto y por su propio pie a la orilla de una playa cercana al puerto de Jope, decidido a cumplir con el encargo sin que nadie ni nada le detenga en su camino. En la playa lo aborda Micha, quien le hace numerosas preguntas a las que Jonás no responde. También lo esperan ansiosos los llamados porteadores de noticias, quienes le interrogan, como suelen hacer los periodistas ansiosos de emociones fuertes y relatos de experiencias. Jonás les contesta que De lo que no se puede hablar no se debe hablar, y hay que callar, amigos míos – .

Jonás va directamente a Nínive (XII-Nínive, pp. 92-99) donde después de varios titubeos más consigo mismo, por fin cumple con su misión. En el capítulo XIII, titulado La ciudad del esparto y la ceniza (pp. 100-105), la narración se detiene en la descripción de Nínive y en la reacción de los habitantes ante el aviso de Jonás. Los ninivitas primero lloran, suplican y se arrepienten; miran después ya con misericordia y sienten pesar y amargor; y por fin, les nace el blancor en las manos y la alegría empieza a mover sus labios. Pero todo esto no lo ve Jonás, quien desembarazado del peso del mensaje se entera en el camino de regreso a su casa que Dios ha perdonado a los ninivitas, lo cual es para él La peor noticia (capítulo XIV, pp. 106-114),  porque ¿para qué los mensajeros, los trabajos de su huida, el laberinto de la ballena y lo demás, si luego no iba a pasar nada, sino solamente que él iba a quedar en ridículo?

El profeta, derrumbado de nuevo, se tumba a la sombra de un ricino, para tranquilizarse y descansar de su aventura y desazón (XV-La gloria del ricino, pp. 115-120). Pero por la noche, un ejército de capricornios (larvas) enviados por lo Alto devoran el hermoso ricino bajo el cual reposa Jonás, (XVI-El capricornio, pp. 121-124) quien al despertar y darse cuenta se desploma, sintiendo solo que [E]l mundo no le parecía el mundo, o que era nada; sólo sentía la mordedura de su ánima que se acordaba del verdor y la estatura del ricino, y de su sombra espesa y dulce, y siguió llorando y lamentándose, hasta que siente una presencia intensa (XVII-La Presencia, pp. 125-128), con la que en un primer momento no desea dialogar y a la que Jonás solo ofrece su cólera. Aunque pasaban los instantes, y la Presencia decía, aun estando en silencio:

– ¡Dime, contesta, objeta, arguye contra mi argumento!

Pero Jonás sigue impasible y se muestra ofendido hasta que de repente asiente y exclama ¡Perdonados están!

 Jonás, muy a su pesar, ha reconocido la voluntad de la Presencia y ha perdonado a los ninivitas.

(Continuación)

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Der Beitrag wurde am Donnerstag, den 1. Mai 2014 um 04:17 Uhr von Maria Jesus Beltran Brotons veröffentlicht und wurde unter COMENTAR, LEER abgelegt. Sie können die Kommentare zu diesem Eintrag durch den RSS 2.0 Feed verfolgen. Sie können einen Kommentar schreiben, oder einen Trackback auf Ihrer Seite einrichten.

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