Precariedad, migración interna, delirio. Regurgitado por el río que debía hacerlo desaparecer, sin memoria ni identidad, un hombre a la deriva por Santiago de Chile busca alguna razón o emoción que cambie su decisión. Empujado por el desempleo, la inestabilidad psicológica y la precariedad de vivienda, educación y salud, circula insomne y de a pie por un paisaje sin puntos de orientación ni posibilidades de capitulación.
Filmada con un presupuesto de 500 USD y con una difusión apenas periférica, con actores aficionados o de frentón no-actores y sin postproducción de sonido (debió ser subtitulada en su totalidad), el largometraje explora un desplazamiento errático que da cuenta de ese estar entremedio que marca la condición migrante: la frontera que persigue a un cuerpo marcado hasta en el rincón más íntimo de su territorio, dejándolo siempre a la intemperie.