- Las escamas de los peces y de los reptiles
El año 1989, dentro de los estudios e investigaciones feministas y de género, se reconoce como el momento en el que la profesora de la Facultad de Derecho, Universidad de California (EE-UU) Kimberlé Crenshaw – en su texto Demarginalizing the Intersection of Race and Sex: A Black Feminist Critique of Antidiscrimination Doctrine, Feminist Theory and Antiracist Politics- acuñó el uso de la palabra interseccionalidad como una construcción teórica (LaBarbera 2016). Sin embargo, consideramos importante resaltar que el desarrollo de dicha construcción, tiene una influencia previa de distintxs autores y movimientos sociales de mujeres y feministas, así como antirracistas, en lugares como Estados Unidos y Brasil.
Actualmente, gracias al trabajo interdisciplinar de múltiples autoras de estudios feministas y de género, la interseccionalidad se reconoce como un marco analitico y un paradigma que permite identificar, localizar y delimitar fenómenos identitarios marcados por las desigualdades establecidas a partir de la raza, la etnia, la clase social, el género, la orientación sexual y la nacionalidad (entre otras variables) en espacios específicos.
La construcción y evolución de la perspectiva interseccional ha sido alimentada por las contribuciones epistemológicas del feminismo negro, del feminismo chicano y el feminismo decolonial en América Latina y Estados Unidos. Una de las principales características de los aportes movimientos y de diferentes autoras que no están enmarcadas en estos feminismos, es que para una mejor comprensión de la interseccionalidad como una herramienta teórica-metodológica el uso de metáforas epistémicas ha sido determinante, como me lo explicó en clase la profesora Martha Zapata (Zapata 2020).
De igual forma, la profesora Mara Viveros Vigoya me explica que “la interseccionalidad se ha convertido en la expresión utilizada para designar la perspectiva teórica y metodológica que busca dar cuenta de la percepción cruzada o imbricada de las relaciones de poder” (Viveros Vigoya 2016). Así en la interseccionalidad encontré un marco analítico que me pone a pensar en las historias que se pueden mirar con ojos que ven escamas de pez y de reptil, ojos que ven cómo las categorías de etnia, género y clase social se sobreponen como los tejados.
- Pensando en las escamas del pez y del reptil, me pregunto ¿Qué tipo de migrante soy?
Frente a las preguntas ¿Qué tipo de migrante soy? ¿Qué clase de migrantes somxs? ¿Quién soy después de migrar? ¿Quienes somxs después de migrar? Me gusta pensar en la metáfora epistémica de la imbricación, como decoración arquitectónica que busca representar a las escamas de los peces o las de los reptiles. La idea de imbricación, hace parte de las múltiples contribuciones de la perspectiva interseccional como modelo analítico.
Esta hace referencia a la imbricación de las relaciones de poder en las estructuras sociales dentro de distintos sistemas de opresión (Akotirene 2019). Lo que rompe con la idea esencial de las identidades como algo fijo, lo que nos permite reconocer que ‘estamos simultáneamente posicionados en distintas categorías, para que no haya esencia en ninguna de las categorías’ (Phoenix and Bauer 2012).
Por tanto, a partir del uso de la metáfora de las escamas del pez y del reptil busco analizar la racialización, la generización y la clase social que se sobre-posicionan sobre las identidades de las identificadas como mujeres en sus procesos migratorios y de inclusión. Para responder dichas preguntas, utilizo como ejemplo, la reconfiguración de las identidades de las mujeres provenientes de República Dominicana que emigraron a Chile entre 2007 y 2010.
La profesora Antonia Lara, en una de sus historias en forma de artículo científico, me cuenta una historia sobre la configuración de identidades en contextos migratorios, por medio de la búsqueda de prácticas cotidianas realizadas en las peluquerías en Santiago de Chile (Lara 2020).
“Es así como en el ámbito de los ideales socioculturales que se ponen en práctica en el espacio de las peluquerías, la categoría de género no se puede considerar de manera aislada ya que, como señala Magliano (2015), en tanto las clasificaciones sociales se producen de manera articulada, es necesario “pensar al género como etnizado, siempre racializado, siempre influido por la clase y así sucesivamente” (Magliano, 2015, p. 697). Es decir, en intersección con otras categorías que perpetúan desigualdades que funcionan por medio de relaciones íntimas, recíprocas y contradictorias entre ellas (McClintock, 1995).
En el contexto latinoamericano, los procesos de migración femenina van unidos “[a] la percepción de que los imaginarios que racializan y marginan a los migrantes atraviesan fronteras y tienen, frecuentemente, un impacto más fuerte sobre las mujeres migrantes” (Guizardi et al., 2018, p. 47). De modo que la perspectiva interseccional permite comprender la posición social de las mujeres migrantes como producto de “[u]n complejo engranaje de poder en el cual existen estructuras de discriminación que las presionan de forma múltiple y simultanea” (Cea-Merino et al., 2015, p. 36), produciendo identidades situadas y temporales según contextos de migración.
De tal manera, las producciones identitarias en contextos de dislocación y extrañamiento no implican necesariamente fijaciones a una posición subjetiva, por el contrario, caracterizan muchas veces luchas por la identidad (Bartkowski, 1995) que se ponen en juego en las prácticas socioculturales cotidianas.”
En las historias de estas peluquerías encontré espacios de subjetividades y experiencias generadoras de pertenencia (…) resultado de la intersección de la etnicidad, el género y la nacionalidad (Lara 2020). Aquí las metáforas de los peces y reptiles me enseñan que “es necesario pensar el género como etnizado, siempre racializado y siempre influido por la clase social”.
Estas escamas de etnia, género y nacionalidad definen las identidades situadas y temporales de las identificadas como mujeres migrantes en América Latina. Específicamente en el contexto migratorio de personas identificadas como mujeres afrodescendientes, provenientes de República Dominicana que han emigrado a Santiago a Chile en las últimas dos décadas; donde son ‘excluidas e invisibilizadas’(Lara 2020)
Asimismo, la profesora Lara nos enseña que la migración en América Latina está determinada por imaginarios racializados y marginalizados(Lara 2020). Una de las herramientas que nos lleva a comprender mejor esta imbricación, es la metáfora del cabello como objeto, que muestra una especificidad cultural racialmente determinada (Lara 2020). La idea del cabello como objeto – en América Latina- esta construida y determinada por lo colonial, por lo hispano (valga la redundancia, pues lo hispoano es relativo a lo colonizado), por lo blanco en el centro y lo negro racializado que acompaña a lo blanco desde las margenes.
Así, a pesar de la belleza tornasolada y llena de colores de las escamas de los peces y de los reptiles, tristemente vemos que la imbricación de las relaciones de poder no solo determinan el poder que se ejerce sobre nuestros cabellos, sino también las prácticas discursivas que se utilizan de manera estratégica (Lara 2020), para definir a las migrantes identificadas como mujeres dentro de una totalidad homogénea y esencial, que se compone de capas superpuestas desiguales que determinan las bases de la dinámicas migratorias Latinoamérica (Lara 2020).
Bibliografía
Tags: identidades, interseccionalidad, Migración