Letras en danza

Lengua y Literatura en Español

Elija un pueblo a su gusto

Léase en voz alta, sin caer en los baches del camino sonoro:

Aach, Allensbach, Allmansdorf, Büsingen, Engen, Geienhofen, Gailingen, Gottmadingen, Hilzingen, Moos, Stockach, Tengen …

Son pueblos aledaños del Lago de Constanza, en territorio alemán. Ahora probemos con la nomenclatura al sur de los Pirineos

MURITA

Alcaucín, Alfarnatejo, Algatocín, Almáchar, Alozaina,

Alpandeire, Arenas, Benadalid, Benahavís,

Benalauría, Benamargosa, Benarrabá. 

ALTO

Faraján, Fuente Obejuna, Gaucín, Jubrique,

Loja, Moclinejo, Ojén, Teba, Tolox, Yunquera.

PAUSA

Graus, La Muela, Vera del Moncayo, El Pinar de El Hierro,

Albares, Camuñas, Madrigueras, Pozohondo, Salmeroncillos. 

DESCANSO 

Belorado, Burgohondo, Campaspero, Cantalejo, Covarrubias,

Fontiveros,

Fuenterrebollo, Hontalbilla, Mayorga, Navarrevisca, Sepúlveda,

Simancas,

Toreno, Villablino, Zarzuela del Monte.

MERIENDA

Alpedrete, Cadalso de los Vidrios, Los Molinos, Alcublas,

Alcudia de Veo, L´Énova, Aceituna,

Alcántara, Almaraz, Berlanga,

Botija, Cedillo, Entrerríos, Feria,

Fregenal de la Sierra, Torrecillas de la Tiesa. 

SOLAZ

Curtis, Friol,

Rois, Teixeiro,

Vedra, Hiércanos,

Sajarraza, Ribadesella,

Salas.

Anotación: Gracias a mis estudiantes del curso “La España vacía …”, hemos recorrido lugares, sitios, em-plazamientos, parajes …. inolvidables. En el espacio y en el tiempo.

María Jesús Beltrán Brotons

INOCENCIA

Siempre me hace reír la cara de la gente cuando les digo que estudio literatura, pero trabajo en marketing digital.

“¿Pero eso que tiene que ver con la literatura?”, me suelen preguntar. Pues mucho, la verdad.

También existen ejemplos numerosos de periodistas que son además escritores. Uno de ellos es Rosa Montero, periodista y escritora española. He leído varios artículos suyos y lo que destaca inmediatamente es su manera de escribir. Primero, no lo hace desde la posición objetiva que normalmente tiene que adoptar un periodista. Incluye allí no solo su opinión y sentimientos propios, sino también muchas palabras y expresiones como “madre mía”, “toma ya”, “qué diantres sabe”. Lo aún más interesante, es lo sumergido que te sientes leyendo sus artículos, que parecen más cuentos que artículos. Antes de que te des cuenta, ya te has perdido en la historia. En principio parece que Rosa Montero ni siquiera te expone hechos y referencias, lo cual es típico – y además necesario- de un artículo periodístico, pero si prestas más atención en los detalles, vas a notar que sí lo hace, solo de una manera imperceptible. ¡Que atrayente!

Uno de los temas de los que se ocupa ella, es la desigualdad de género. El otro día, en mi clase de español, leímos el comienzo de una novela suya: Crónica del desamor. En el texto, un periodista le pide a una mujer, Ana, que escriba los pies de unas fotos. Ella dice que no puede porque es muy tarde y tiene que ir a recoger a su hijo. Su compañero se burla de ella diciendo “lo que sufrís las madres, Dios mío, sobre todo las solteras” y ella replica “Ja. ¡Qué ingenioso!”. Estas frases nos llamaron la atención. A mí, por desgracia, un poco menos. Sea por falta de más contexto para sacar una conclusión, sea porque en Bulgaria el machismo todavía está más o menos difundido y yo, al haber crecido allí, no lo noto tanto; sea porque en otro idioma no puedo captar siempre tan bien el sentimiento que transmite la obra. El caso es que a mí el diálogo me pareció como un intercambio entre amigos, o por lo menos personas que se conocen bien. Malo, pero solo un intercambio. A las demás en clase, por otro lado, les pareció grosero e incluso les enfadó un poquito. Durante la discusión quedó claro, que, para ellas, cosas de este tipo („madre soltera“) ni siquiera hay que mencionar. Y que si, aquí en Alemania, una mujer quiere irse a casa, diría solo que está ocupada o tiene algo urgente que hacer, sin dar más explicaciones de su vida privada. Y que un hombre nunca debería permitirse decir algo tan desagradable.

Claro que la novela también se desarrolla en una época muy diferente, la de la transición a la democracia de los 70 del siglo XX en España, donde el machismo sigue prevaleciendo. Pero volviendo a nuestra actualidad, las diferencias entre países como Alemania, España y Bulgaria son bien evidentes; las mujeres siguen estando muy reprimidas.

Después de ese comienzo de „Crónica …“ leí un artículo de Rosa Montero titulado “Contra la suegritud”, donde a ella le fastidia que el Pontífice (una persona con tanto poder) se ha puesto a hablar de suegras, aunque ni es una mujer, ni sabe nada sobre ser una suegra.

Montero dice que,

“ser suegro o suegra no es más que una circunstancia biográfica familiar, es decir, no es algo que defina la vida de nadie. Pero la suegritud femenina consiste justamente en eso, en despojar a la mujer de todos sus otros atributos y clasificarla individual y socialmente por el único hecho de haber sido madre y ahora ya madre vieja, cosa que, por cierto, la condena a la mofa, el chiste y el desdén.”

Yo, inocente como siempre, nunca había pensado en lo malo de lo que se habla de las suegras. Las bromas, claro. Las conocemos todos. Pero ni siquiera me lo pensé tanto que, ante todo, la suegra es primero una mujer, un individuo, y después madre y quien cuida de los nietos. Me siento horrible. Por ser ciega. 

Ayer estaba dando un paseíto con dos amigos, cuando uno mencionó que había visto a una madre soltera en un parque infantil que le gustó mucho. No lo dijo con mala intención, estaba compartiendo. No fue antes de que mi otro amigo le corrigió “has visto a una mujer”, que yo me di cuenta, OTRA VEZ, de todas las imágenes que tiene una mujer en la sociedad, antes de ser una mujer. 

Ahora, por fin, estoy enfadada yo también. 

Y ahora, también con un poco de miedo, me pregunto cuántas cosas pasan alrededor de mi (o a mí) día a día, que yo dejo de percibir. ¡Horroroso!

POLINA STANCHEVA

Estudiante del Master Modul

Freie Universität Berlin

CONTINUIDAD DE LAS PALABRAS

Estuve siempre fascinada con la literatura búlgara. Porque es preciosa. Graciosa. Porque describe los problemas de la sociedad con tanta exactitud. Porque es mía. 

Durante años admiré la literatura en mi lengua materna, alabando sus maravillosas metonimias, aliteraciones, sinécdoques, el elegante baile con los adjetivos. Pensaba que no podría desarrollar un sentimiento similar por ninguna otra literatura porque, por muy hermosa que sea, no sería capaz de conmoverme como lo hace mi propia lengua. Hasta que leí “Continuidad de los parques” de Julio Cortázar. Este cuento tan misterioso y cautivador me robó el corazón, los pensamientos e incluso el sueño, y despertó un nuevo sentido, que a lo mejor estaba durmiendo dentro de mí, de admiración por la literatura española. 

Creo que precisamente porque empezamos a analizar el texto y a ver todos los detalles maravillosos que tiene, es por lo que me ha tocado tan profundamente. Por un lado, nunca había pensado en cómo se pueden utilizar los tiempos verbales para jugar con la historia y las dimensiones. La primera dimensión en este cuento es el mundo real en el primer párrafo. Allí, Julio Cortázar utiliza una mezcla de imperfecto e indefinido para describir con claridad la casa, la vida y las acciones de un hombre, que se puso a leer un libro. Lo mucho que lo disfruta y lo absorbido que está por los personajes y la historia. Sin embargo, al final del primer párrafo, el hombre se convierte en “testigo” de lo que ocurre en el libro que está leyendo.

A partir de ahí, el hombre deja de ser nuestro protagonista y entramos en un mundo completamente diferente: el mundo ficcional del libro. Para indicar y confirmar esta transición, todo el segundo párrafo utiliza solamente verbos en el imperfecto. Vemos a una mujer y a su amante dentro de una cabaña y parece que se están reuniendo para revisar su plan de matar a alguien. Sabemos que el amante lleva un puñal en la mano. Hasta este punto lo tenemos muy claro: el tiempo indefinido se utiliza para describir al hombre, el mundo real; el imperfecto para describir el mundo ficcional del libro y las acciones de los personajes.

En el tercer y último párrafo, Julio Cortázar nos quita toda certeza y orientación sobre en qué dimensión estamos. El párrafo en sí se divide en dos partes. La primera describe las acciones de los personajes en el mundo ficcional, esta vez con un poco más de distancia y, sorprendentemente, utilizando el tiempo indefinido al igual que en el primer párrafo, al describir el mundo real. Vemos a la mujer y a su amante separarse en la puerta de la cabaña y seguimos al amante en el camino hacia su objetivo. A continuación, se encuentran algunas frases que mezclan aún más ambas dimensiones: “los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba”. Suponen un acuerdo previo, un trato, una petición. Vemos al hombre ficcional entrando en una casa. Y luego viene la segunda parte del tercer párrafo donde, aunque todavía teníamos algunos indicadores pequeños, ahora estamos completamente perdidos. Sin utilizar un solo verbo, Cortázar disuelve completamente las fronteras entre las dos dimensiones y describe maravillosamente al hombre ficcional, con un puñal en la mano, a punto de matar al hombre del mundo real.

El título de la historia también es peculiar: “continuidad” supone un ciclo, algo que no termina, el hombre que está leyendo el libro es el que está a punto de ser asesinado. Otro detalle interesante está en el comienzo del cuento cuando Cortázar utiliza una deixis temporal “esa tarde” pero no define qué tarde exactamente. Sin embargo, transmite la sensación de que algo va a suceder. También se menciona que el hombre se convierte en testigo del “último encuentro” de la mujer y su amante. A primera vista, es el “último” porque el hombre está leyendo los últimos capítulos, porque el libro va a terminar. Sin embargo, podría ser el último porque es el último para él, ya que morirá pronto. Otra confirmación de la mezcla entre los mundos es el mayordomo, que aparece al principio de la historia cuando el hombre discute “con el mayordomo una cuestión de aparcerías” y se vuelve a mencionar al final, cuando no estaba en la casa. 

Por lo general, la historia se puede interpretar de muchas maneras, pero no se puede negar la fascinante forma de mezclar las dimensiones. Julio Cortázar es conocido por este tipo de historias curiosas que transitan la frontera entre lo real y lo fantástico, por lo que suele ser relacionado con el realismo mágico. Es considerado uno de los autores más innovadores y originales del siglo XX.

Para mí, lo mágico fue sumergirse en las diversas maneras de utilizar palabras y frases en un diferente idioma y descubrir detalles sorprendentes que pueden parecer poco importantes en la primera lectura, pero que en realidad son los que construyen una historia maravillosa.

POLINA STANCHEVA

Estudiante del Master Literaturwissenschaft

ANOTACIÓN DE LA PROFESORA:

PAULINA quería ser periodista y se topó con la literatura.

Yo quería explicar con el texto de Cortázar cómo manejando el uso de los tiempos verbales en pasado (imperfecto e indefinido) y eliminando los verbos en las últimas líneas de CONTINUIDAD DE LOS PARQUES el autor consigue borrar las fronteras entre ficción y realidad aunándolas (al final) en un único acto: LA LECTURA.

Paulina es de esas estudiantes que escuchan, reflexionan y dicen lo que piensan. Además, escribe muy bien: en el texto que hoy les ofrezco en estas LETRAS EN DANZA, sólo he tenido que corregir una coma. Admirable.

EL PESAR DE LA CONTIENDA

Algo tienen en común la guerra y la música: suenan sin palabras. Punto. Ahí acaba la comparación. Una destroza, aniquila. La otra crea esperanza. 

Anoche estaba escuchando el concierto retransmitido en directo por la radiotelevisión de Berlín que ofrecían en el precioso y simbólico edificio de la Philarmonie, muy cerca de la Potsdamer Platz (aquí está el programa) …

… estaba escuchando las piezas que se tocaban: el himno nacional de Ucrania basado en el poema de Pawlo Tschubynskyj titulado Ucrania todavía no ha muerto (minutos emotivos en que las dos mil personas que ocupaban la sala de concierto se levantaron), el solo para violín titulado Réquiem por Ucrania, de Igor Loboda, Ravel, Bach, Verdi, Dvořák, entre otros … 

… Entonces, en algún momento entre los discursos e interpretaciones, quizás – no lo recuerdo con exactitud – en ese abismal segundo de silencio que precede a los aplausos, me vino a la memoria un breve texto de ficción escrito por Pedro Herrero titulado La trinchera. Hoy ni lo analizamos ni lo comentamos, como sería costumbre en estas Letras en Danza

… Solo deseo que detengan ustedes sus actividades (inne halten), se vacíen de imágenes y lo lean en silencio. 

… El poco tiempo que dure la lectura ya se lo hemos ganado a la desesperanza. 

LA TRINCHERA

En una de aquellas frías noches de enero, a un soldado le dio por tocar el violín. Algunos de sus camaradas ni siquiera sabían que supiera tocar, no que llevara consigo el instrumento, cuyas notas aliviaban el pesar de la contienda. A la noche siguiente se le unió un clarinete, salido igualmente de nadie sabe dónde. Y el dúo se acoplaba tan bien que pronto privó del sueño a la mayor parte de la tropa (motivo por el cual, durante el día, se apreciaba un notable descenso en la eficacia militar). Pero, al ponerse el sol, todos se alegraban de que los músicos siguieran allí para amenizar la velada. Así que, cuando -más adelante- se les sumó un acordeón, ya nadie se extrañó de que lo tocara el enemigo. Y claro, como cada vez dormía menos gente en ambos bandos, la guerra de trincheras pasó a ser un ejercicio de tiro al blanco sin premio para nadie. En cambio, el ocio nocturno ganó en intensidad y en primavera dieron comienzo las sesiones de baile. Al llegar el otoño, las lluvias aguaron la fiesta y en invierno volvieron las noches estériles. En una de ellas, a alguien le dio por liarse a tiros con los de enfrente, cuando algunos casi habíamos olvidado que sabía disparar. 

Pedro Herrero

Anotación: Agradezco al autor que me haya permitido publicarlo en estas Letras en Danza. Gracias. Danke. 

Leila Guerriero y la música

Leila Guerriero es una periodista excelente. Para mí, en mi identidad como filóloga, la calidad de su escritura se revela, en principio, a través de la potencia léxica y significativa en la selección – y cantidad exacta – de las palabras que utiliza a la hora de presentarnos a una persona, su espacio, tiempo y aconteceres (perfiles). En sus crónicas, más allá del significado de las palabras, engarza el elemento narrativo, en apariencia entrecortado, con filones biográficos que arman la estructura textual. La figura y el papel de la periodista, tanto en la crónica como en el perfil, se convierte en una sombra magnética de la fruta vital que va reuniendo, ensartando y presentando. 

Estoy leyendo sus “Frutos extraños”, una edición revisada y ampliada en la que la autora “nos descubre la cara más sensible, vigorosa y palpitante de una profesión que atraviesa tiempos difíciles” (son palabras que copio de la contraportada de la edición, Alfaguara, 2020). Los textos reunidos están escritos entre 2001 y 2019.  

Mi vínculo con Leila Guerriero se creó a través de la música, pues el primer libro suyo que leí (devoré) fue Opus Gelber (Anagrama, 2019) cuyas palabras iniciales estudiamos para comparar el texto con un bodegón barroco, hecho aquí con palabras:

El sol entra en el departamento del piso doce por una ventana lateral y le da al aire una cualidad ambarina, escenográfica. Sobre la mesa hay budín, tarta casera, sándwiches, masas, dos jarras diminutas con edulcorante líquido, otra con leche, vajilla de porcelana, todo sobre un mantel de damasco francés color bordó (…) En el centro, un racimo de uvas de piedras semipreciosas -cuarzo, ágata, jade- y dos candelabros de plata con sus velas apagadas. Sobre un hornillo, una tetera donde un earl grey con esencia de bergamota permanece caliente.

En este Retrato de un pianista (subtítulo de Opus Gelber), en la apertura que usted puede leer cliqueando aquí, percibimos ya el interés de Leila Guerriero por aquello que no alcanza la luz de los focos sobre el escenario: después de su primera visita a casa del divo, Juana, la criada, acompaña a la periodista hasta el portal del edificio para abrirle la cancela. Ese breve viaje con ella en el ascensor („Mientras el ascensor desciende, Juana cuenta que …“) basta para abrir una grieta e iluminar la vida y penurias del personal de servicio. Todo este comienzo de Opus Gelber crea una imagen barroca bordada con palabras en la que podemos percibir una fuga de perspectiva hacia otra dimensión, como lo pintan algunos maestros del barroco. Estoy pensando, en concreto, en el cuadro de Velázquez Cristo en casa de Marta; y en la vanitas, más atiborrada de objetos, de Pieter Aertsen Cristo con María y Marta.  

El vínculo musical también es el broche que cierra en forma de CODA los Frutos extraños de Leila Guerriero que tengo en mis manos. Este texto titulado Música y periodismo se publicó en El País, en su suplemento Babelia, el 30 de agosto de 2008. Ahí se plasma una situación vivida en una sala de música donde un maestro está mostrando a un alumno al piano la potencia del silencio, la cualidad de un crescendo. Ambos conceptos, bien impregnados de su propia esencia, sirven según la autora a un buen periodista porque, escribe, que

„… esto es periodismo y no hay diferencia entre romper el silencio de una página con una sustancia gris o con un tajo inolvidable. Porque esto es periodismo y tampoco hay relación entre el coraje necesario para tocar un crescendo y el que hace falta para guiar a un lector hacia el centro donde, como una angustia lejana, como una enfermedad antigua, late la semilla de una historia. “ (Leila Guerriero: Frutos extraños, p. 580)

Errores bellos

Las convenciones a la hora de celebrar el final y el principio de un año sirven para realizar balance, no solo en las empresas. Pedí hace unos días en uno de mis grupos de lengua que reflexionaran por escrito sobre lo viejo y lo nuevo en relación con su aprendizaje de lengua. 

Hoy he terminado de revisar los textos que mis estudiantes incorporaron a su portfolio virtual y les copio tres breves ejemplos para compartir con ustedes mi experiencia docente, en la que las alegrías superan las penas provocadas por la pandemia. 

Ilka escribe, después de reflexionar “con seriedad” sobre su aprendizaje, estas tres recetas que les abrirán el apetito: 

A continuación, me gustaría presentarles tres deliciosas recetas para aprender español. Después de todo, hay una razón por la que los alemanes decimos „Liebe geht durch den Magen.“

Receta número uno

Lleva cerveza, en invierno también vino caliente y al menos un/a nativo*a español*a. Sin embargo, para entrenar también la comprensión auditiva, es mejor contar con varios interlocutores.

En una ciudad como Berlín no hay nada mejor que quedar para tomar una cerveza con hablantes nativos de español para hablar con un poco menos de inhibición (además pueden corregirte). Al igual que jugar al billar o al tenis de mesa suele ir mejor con una o dos cervezas, lo mismo ocurre hablando un idioma extranjero. Es importante mantener la cantidad correcta y no sobrepasar el nivel útil, porque entonces el disparo será contraproducente.

Receta número dos

No cabe duda de que el aprendizaje es bueno en relación con actividades divertidas y agradables, es decir, no en el clásico contexto escolar o universitario, sino en la vida real. El aprendizaje de vocabulario en tablas está anticuado y todo buen pedagogo sabe que los conocimientos se fijan mucho mejor si se aprenden en un contexto.

Por lo tanto, agarra una pizca de pasión latinoamericana y un buen trago de swing en la cadera de aproximadamente 1000 ml y vete a una fiesta de salsa. Atención: este plato es venenoso en combinación con la rigidez alemana, así que déjela en casa. La primera receta con la cerveza y esta se pueden combinar perfectamente. Seguro que hay hablantes nativos que no solo te hablarán, sino que también bailarán contigo. Aprender un idioma solo es la mitad de la diversión. También hay que probar la cultura que la acompaña.

Receta número tres

Por desgracia, algunos alimentos son amargos, pero incluso eso se puede endulzar. Hay tareas como la limpieza, a menudo como estudiante incluso „disfrutas“ haciendo estos trabajos cuando se trata de procrastinar, porque en realidad lo que deberías estar haciendo es escribir un texto en español para tu curso de idiomas. Coge la escoba, pero antes de empezar pon un audiolibro en español, tal vez de una novela que estés leyendo para la uni. También puedes combinar esta tarea con una emisora de radio española o latinoamericana. En internet puedes seleccionar programas de radio de todo el mundo a través de radio garden y lo mejor es que también puedes practicar tus pasos de salsa. ¡Las recetas que combinan bien son las mejores!

Ilka

A veces un post scriptum te arranca una sonrisa. Como este que leí después de revisar el texto fluido y correctísimo de Lucia, quien escribió como sin darle importancia, pero con mayúsculas: 

Mi palabra favorita, que he aprendido este último año, es: …… OTORRINOLARINGÓLOGO 😉

Lucia

El texto que más me ha emocionado es el que les copio a continuación, siempre con el permiso de las autoras, por supuesto. Revela una enorme sensibilidad hacia la riqueza del plurilingüismo nativo después de haber superado ciertos enconos (animadversiones) hacia variedades del español que sin embargo son tan necesarias. El texto está escrito en versos y conserva parte de su proceso de escritura.

¿O será que convivir con el error crea la propia y mejor escritura?

Vergüenza por hablar otro idioma 

Por un dialecto isleño 

Por una familia dividida en dos partes

Así que mejor 

No hablar

De joven quiso quise viajar

un año en la tierra de los espagueti’

aprendiendo su idioma

entusiasmadamenti’

pero en lugar de mi español 

un hueco en mi cabeza

Quando quiso Cuando quise hablar 

en español 

Siempre me confundió confundí con la primera y tercera persona

Siempre la misma pronunciación a la italiana

Pasaporte español, pero lengua confundida

Otro problema

Mi perfección ofendida

porque se dan cuenta de que no eres de allí

la suposición de tener que hablar perfectamente

así que quiso

quise 

hablar perfectamente

hoy en día sé

q la crianza bilingüe 

no es perfección 

sino más, piú, plus

un rompecabezas

que no te la rompe, sino te la embellece 

hoy en día 

hablo con mi familia canaria 

miro telenovelas, miro venganza de las juanas, miro casa de papel

escucho la voz de mujeres poderosas, escucho mi lista de música de tierras hispanohablantes, 

esucho 

a mi papa

y mantengo vivas las otras 

mi pequeño ayudante

Quizlet

me ayuda a salvar 

a ampliar mi glosario

Mi nueva adicción

novelas 

leyendo tres a la vez

quedarme dormida en mi despacho

para darme cuenta q

por la mañana salgo a brillar 

Yurena

Entrevistas, empatía y buen hacer

Cuando escuchamos en la radio una entrevista que alguien le hace a una escritora, cuyas obras estamos estudiando, nos solemos fijar primero en las respuestas que esta ofrece, es decir, en los contenidos. También (a)notamos la idoneidad de las propias preguntas, pues si están formuladas con acierto, nos abren nuevas perspectivas. Pero lo que suele pasar menos, o dejamos en un segundo plano, es que centremos nuestra atención en otras claves de entendimiento, más allá del puro contenido informativo o literario, a saber, cómo interviene quien entrevista en el flujo comunicativo de la persona entrevistada.

Parto de la base de que realizar una buena entrevista, entretenida, informativa, lúcida, es una tarea que requiere pericia y profesionalidad. La persona que entrevista (llamémosla aquí P) se retrata cuando está trabajando: debe mostrar no solo conocer la obra de su interlocutora sino también sintetizar lo más relevante. Ahora bien, la cuestión es cómo actúa P ante las respuestas de la escritora (llamémosla aquí E) sin que la entrevista se convierta en un puro catálogo de preguntas y respuestas.

Para mis clases de nivel de lengua B2-C1 he elegido dos entrevistas realizadas a Mariana Enríquez en 2020. Mis estudiantes conocen parte de la obra de esta escritora argentina y están al tanto de los temas que aborda y de cómo lo hace. Por eso, en un ejercicio de comprensión auditiva, les pedí que centraran la atención en analizar cómo y con qué recursos P interviene, acompaña o interrumpe a E poniendo al (des)cubierto sus saberes o bien sus propios “fantasmas”. En definitiva, queríamos analizar en el acto de escucha cómo este se convierte en significativo.

Empecemos por la apertura cuando P se dirige al público: Lo ideal, en la presentación, es conseguir arrojar luz sobre aspectos relevantes y característicos de la autora y su obra, sin dejar de despertar curiosidad. ¿Qué dice P de la persona E y de su carrera literaria? ¿Cómo lo dice? ¿Con qué gesto elocuente llama la atención?

Sigamos con la primera toma de contacto de P con E: Palabras de bienvenida y agradecimiento (que se repiten al final de otra forma).

Continuemos con la interacción: Esta es la parte más importante de nuestro análisis para la que proporcioné una lista de posibles formas de intervención / interlocución por parte de P (la lista, por supuesto, no es exhaustiva):

P mantiene silencio

P emite algún sonido sin palabras (mmm…)

P asiente, expresa alguna aserción (sí, claro/ sí, sí / sí …/ ok…)

P deja que E acabe de hablar y sigue con otra pregunta

P comenta lo dicho por E resumiéndolo, destacando algún aspecto

P interrumpe

P cambia -repentinamente o no- de tema

P habla de su propia experiencia (yo/ a mí/ eso me recuerda algo que me pasó …)

P alaba alguna obra o aspecto de la misma

P ahonda en el tema, quiere saber más …

………

Al final: la despedida: ¿Cómo concluye la entrevista, más allá de las palabras mutuas de agradecimiento?

Como conclusión del trabajo es conveniente hablar de la sintonía establecida a través de las palabras o silencios entre P y E.

Y, por supuesto, también es preciso mencionar los efectos que producen estas intervenciones, interrupciones o silencios en el público.

María Jesús Beltrán

Institut für Romanische Philologie

Las entrevistas son estas:

Pacho O´Donell entrevista a Mariana Enríquez (a partir del minuto 8)

Federica País entrevista a Mariana Enríquez (a partir del minuto 6)

Aurora Venturini y las prisas

Aurora Venturini sintió prisa cuando se puso a redactar “Las primas” (Barcelona, Caballo de Troya, 2009), de manera que, si ponía signos de puntuación al texto que estaba tecleando en su máquina de escribir, se le iba la idea. 

Varias intuiciones me llevan a abrir la entrada de hoy con esa afirmación tan tajante. En primer lugar, la edad. Cuando se han sobrepasado los 80 y se tienen aún muchas cosas que decir como era el caso de Aurora Venturini (1922 – 2015), acucia encontrar huecos en la sociedad para plasmar lo que se lleva dentro (“Soy una entidad rara que solo quiere escribir”). Cuando su secretaria le mostró la convocatoria del premio Nueva Novela de Página/12, Aurora se puso manos a la obra. Por primera vez escribiría una novela completamente a máquina y casi de un tirón (tardó dos meses, finalizó dos días antes de acabar el plazo de entrega).

Mi segundo presentimiento, relacionándolo con la búsqueda de huecos, es que ella tenía conciencia de que lo que hacía poseía un valor intrínseco. Aurora Venturini, cuando -digámoslo así- saltó a la fama con el premio Nueva Novela de Página/12 en 2007, llevaba ya publicados más de 30 libros en editoriales poco conocidas, periféricas, lo que ponía un cendal entre su obra y el gran público: ella quería transparencia y comunicación. 

En tercer lugar, el tema de la familia, ese gran filón para miles de artistas. La de Aurora era monstruosa, como llegó a decir ella misma tantas veces. Si la creación de Las primas bebe de experiencias propias, el sortilegio de la ficción funciona. 

Para entrar en lo que hoy deseo comentar, les resumo la novela, en abstracto y en pocas palabras: Las primas cuenta la historia de una mujer artista que utiliza palabras performativas para ir desprendiéndose de las personas-lapas que la rodean. Su objetivo último es alcanzar la normalidad en medio de un contexto no normal (a veces quisiera ser normal del todo, nos recalca ella misma) y dedicarse a la pintura. 

La novela está dividida en tres partes. En cada una de ellas aparecen capítulos de pocas páginas con sus epígrafes orientativos sobre el tema tratado o la fase del relato, lo cual contribuye a que la lectura discurra como el agua de un río en terreno llano. 

Como profesora de lengua española en la Freie Universität de Berlín, me ha interesado en especial el valor añadido que adquieren los signos de puntuación a lo largo de todo el texto de ficción. Y como docente de literatura quiero destacar cómo la voz narradora desarrolla un lazo de complicidad con quienes sostenemos el libro entre las manos y nos adentramos leyéndolo en su historia. 

Reconozco que existen otras y muy idóneas lecturas de Las primas, pues esta pequeña gran novela da mucho de sí, pero aún me encuentro envuelta en la labor docente y son esos dos aspectos (puntuación significativa y complicidad) los que a día de hoy me interesa señalar.  

“Si pongo el signo se me va la idea”

En el texto de Las primas los signos de puntuación se elevan al pedestal de significado. Una coma, un punto, un punto y coma no son aquí silencios, como en música. Son obstáculos que interrumpen el flujo del pensamiento. Y el texto creado en esta novela se presenta como comunicación discursiva de las muchas ideas de la joven artista. Su problema es que utilizar los signos cansa y confunde: 

Ah… los puntos… fatigan pero adentro de la cabeza ponen ideas tantas que se atropellan y luego ya no sé qué era lo que tenía interés de aclarar …

Yuna, la narradora, no se puede permitir usar puntos y comas porque se pierde en un cúmulo de visiones y pensares que le provocan dolor en su cerebro, que según nos confiesa, es lo más enfermo y debilucho de toda mi inútil familia. Pero, a fin de cuentas, veremos que son necesarios, pues el objetivo último al que aspira es la llamada normalidad, y en esta los signos de puntuación son propios de la escritura. 

Yuna diferencia entre lo que lleva por dentro de mi psiquis de su parte exterior tan distinta: la boba de afuera que hablaba sin punto ni coma. Y nos explica que si pone esos signos pierde la palabra hablada, esto es, se traba en la comunicación. Porque lo que fundamentalmente le interesa es que la entiendan, que la entendamos. Ella necesita sacar palabras sin pensar, sin el estorbo que suponen los signos de puntuación, porque así no se deja atrapar por cómo son las palabras:

… quedaba boquiabierta pensando que existían palabras gordas y palabras flacas, palabras negras y blancas, palabras locas y criteriosas, palabras que dormían en los diccionarios y que nadie usaba. Aquí por ejemplo usé comas. Y puntos. Pero ahora debo salir al patio a respirar …

La conciencia de Yuna

Hacia la mitad de la primera parte de la novela, que funciona como obertura operística, retablo de maravillas truculentas, aparece con nitidez la conciencia de Yuna, pintora, de que está componiendo con palabras un personaje en su relato. En el capítulo titulado Cómo era mi tía Nené, dice Yuna de ella que: 

Nené tocaba la guitarra de oído, para tocar la guitarra lucía una vincha azul y blanca y odiaba a los gringos. Las ideas se me desparraman cuando intento describirla, son tantas y tontas pero justo es reconocer que se trata de un personaje.

El hecho de combinar textualmente una vincha con el odio a los gringos parece excusado con la aclaración de que se le desparraman las ideas. Además, la simpática combinación de tantas y tontas pone en solfa el mero hecho artístico de querer caracterizar a un personaje. 

La complicidad

Otro aspecto de la narración que destaco hoy es cómo la voz narradora va estableciendo un respetuoso contacto directo con la persona que lee el texto. Quienes estamos del lado de acá de la escritura, al leerla, la visualizamos a ella y su entorno a través de las palabras porque nos habla directamente, nos convierte en interlocutores obligándonos con fina elegancia a escucharla. Nos apela: 

Recuerden que cuando puntúo debo descansar y el lugar de mi cabeza se repleta de formas y de ideas que de seguir mirando el punto nada me saldría. 

Ella sabe que resulta molesto no hacer las pausas necesarias para alcanzar la comprensión y por eso nos pide disculpas: 

… solucionaré estas molestias que deben entorpecer la lectura de lo que escribo y a usted lector a quien pido mil perdones …

Este recurso se convierte en complicidad cuando nos halaga porque sabe que se está quedando cada vez más sola y nos necesita. Perdernos sería fatal. De este riesgo ella es consciente: 

Ya no diré que me cansan los puntos y comas porque voy a quedar ridícula y van a dejar de leerme aquellos buenos lectores que simpaticen conmigo.

Confiesa su esfuerzo por aprender, mejorar poniendo puntos y comas en los lugares que hagan falta para que la sopa de letras no se descomponga: 

Trataré de aprender a colocar comas y puntos porque todo lo escrito se me viene encima como si me volcara un plato repleto de fideos sopa de letras y al lector acaso le ocurra lo mismo pero todo de una sola vez no puedo y también tengo que aprender el tema de mayúsculas y acentuaciones. 

Con voluntad todo es posible

Sí, Yuna (Aurora) es reina de la voluntad: llega a construir una obra de arte contando una bella y terrible historia de superación, sin ápice de falsa modestia envolviéndonos en ella. En el capítulo titulado Una nueva amistad que puede durar, aunque en la ficción se esté refiriendo a un nuevo personaje que aparece hacia el desenlace, podríamos interpretar que la nueva amistad es la que se está estableciendo entre la autora y las personas que leemos sus obras, pues nos está mencionando e interpelando: 

Los lectores admirarán mis adelantos en escritura aunque todavía no acierto puntuaciones pero prometo corregir lo de las puntuaciones y deben disculparme porque todo a la vez no es posible y en poco tiempo he corrido tanto como Maratón. Creo ser culta. Seré más culta si mi naturaleza endeble lo permite. 

Ah, los diccionarios, esos grandes tesoros

Las palabras duermen en los diccionarios y Yuna, con su honradez peculiar, nos avisa en el texto poniéndolo entre paréntesis siempre que ha utilizado una palabra que no forma parte de su vocabulario y que utiliza después de haberla despertado del diccionario. Al principio es explícita. Veamos solo tres ejemplos:  

lo gracioso del caso y acá me río aunque sea pecado por lo absurdo (palabra del diccionario), y lo absurdo resulta del resbalón de tía Nené

aunque tampoco comprendo el dicho intuyo (palabra del diccionario) que concuerda con el parlamento de mi prima

No sé por qué una sombra de duda que después pinté en un cartón sesgó (palabra del diccionario) el ambiente

Más adelante reduce el contenido del paréntesis informativo: 

sentimientos o alegoría que después vertía en mis obras ya que yo significaba un nexo (diccionario) entre algo y alguien

Hasta convertirlo en una sombra: 

Y mientras elucubraba (ídem) estas tonterías me pareció ver pasar por la esquina

vi que por la calle paralela (ídem) un señor empujaba un cochecito

Sesoral no está en el diccionario

Ahora bien, hay una palabra oída que Yuna no encuentra en el diccionario, por lo que tiene que recurrir a la inquisición personal: 

Busqué denodadamente el significado de sesoral en el diccionario y por primera vez me falló la investigación, no me quedaba más recurso que recurrir a preguntar persona a persona a Petra qué era sesoral.

Esta palabra, que es acto, resulta tan importante para la trama que le da título a un capítulo (El enigma del sesoral) y arranca una buena porción de socarronería al discurso.

Les invito a que lean y descubran. 

Coda

A quien todavía no conozca la obra de Venturini, recomiendo leer, para iniciarse, el artículo de otra grandísima escritora argentina, Mariana Enríquez, titulado Mis monstruos (cliquee aquí).

Mariana Enríquez también escribe un espléndido resumen-comentario de la novela en estas páginas: La espectacular literatura deforme de Aurora Venturini, texto que constituye el prólogo a la edición de Planeta.

De ambas escritoras argentinas, Venturini y Enríquez, nos seguiremos ocupando en estas Letras en Danza, porque no son tango, ni se adoban en salsa, ni giran como en un vals. Son autoras de buena literatura que nos alimenta como el aire que respiramos, a veces en las urbes, otras en cavernas: textos que nos remiten a nosotras mismas y nos laceran. 

© María Jesús Beltrán Brotons

LA INSUMISA

Cristina Peri Rossi cumplió ayer, 12 de noviembre de 2021, 80 años. Celebremos con ella su trayectoria literaria y el Premio Cervantes 2021 que le acaban de conceder, con un breve comentario sobre su última novela LA INSUMISA, publicada en marzo de 2020 en la Casa editorial HUM, en Montevideo, Uruguay. 

Peri Rossi escribe de una forma que hace la lectura muy fluida y entretenida. En esas 212 páginas, una voz narradora en primera persona cuenta como una persona mayor desde la perspectiva de la niña precoz, inquieta y dinámica que fue C.P.R. en Montevideo y en el campo, hechos de su infancia y adolescencia:

Mi infancia es una estación de trenes, en mitad del campo. Un campo llano, yermo, dedicado a la pastura del ganado (p.16).

Es justo la perspectiva de la niña que desconoce los compromisos a los que han llegado los mayores, quienes le imponen silencios y acallamientos, lo que me ha resultado más atractivo de toda la obra, porque gracias al contraste entre palabra y experiencia, pone en tela de juicio, de una forma aparentemente ingenua, cuán absurdas son la mayoría de convenciones sociales y a qué viles sometimientos han tenido que subyugarse las mujeres frente a los hombres. 

Las narraciones están organizadas en capítulos cuyos epígrafes recogen la esencia de lo que se cuenta: PRIMER AMOR, MI PADRE, EL QUÉ DIRÁN, SEGUNDO AMOR, LA OPERACIÓN, etc. hasta un total de 18. Casi todos los relatos tienen un cariz intimista. Peri Rossi convierte en arte poética y biográfica novelada sus recuerdos de la infancia y adolescencia, manteniéndose, limitándose, quedándose en un nivel personal y como mucho, familiar: su entorno más cercano que la cercaba. Pero hay dos excepciones que deseo destacar aquí. 

© Yva Bonnard
© Yva Bonnard

En la primera, inserta en tres páginas (27-29) del capítulo titulado LA ESTACIÓN DE TRENES, unos hechos cruentos de la historia reciente uruguaya. La niña Cristina había sufrido en Montevideo una grave enfermedad, y para recuperarse la envían a vivir con unos tíos al campo, donde disfruta con los animales y las plantas. Un día ve cómo trasladan sus queridas ovejas y se entera de que las llevan al matadero. La pequeña sufre un ataque de nervios. A partir de ahí reflexiona sobre el sufrimiento descomunal que unos seres infligen a otros:

Los seres humanos tenemos una capacidad extraordinaria para hacer sufrir a los demás.

y relata que: 

…cuando la dictadura militar tomó el poder y las cárceles y los cuarteles no fueron suficientes para encerrar a todos los presos políticos, a la Junta Militar se le ocurrió la idea de volver a habilitar esos viejos y oscuros vagones que estaban perdidos en medio del campo, alejados de cualquier camino sin destino. Entonces clandestinamente empezaron a emplear los viejos vagones como campos de concentración…

La segunda excepción la inserta entre paréntesis (pp. 98-99) en el capítulo titulado SEGUNDO AMOR. La yo narradora habla de su amor hacia Mabel, una joven 4 años mayor que ella, quien desaparece repentinamente de su vida porque se va a casar. 

No alcanzaba a explicarme por qué Mabel había desaparecido de pronto de mi vida, sin avisarme, sin mandarme un mensaje, sin establecer alguna clase de comunicación y de complicidad.

Partiendo de un recuerdo doloroso, individual y amoroso, confiesa entender el dolor que suponen las desapariciones de sesgo político que se dieron en las dictaduras, en especial en Argentina. Esta confesión la intercala entre paréntesis: 

Cuando atardecía y comenzaba a oscurecer entraba a la casa de mis tíos, pegaba la nariz a la ventana, y seguía mirando la casita de juguete, intentando verla. Pero Mabel había desaparecido. (Muchos años después, cuando se impuso la terrible dictadura militar, pude comprender en todo su horror el sufrimiento de los desaparecidos y de sus amigos, de sus seres queridos … los desaparecidos no estaban ni muertos ni vivos … ausentados violentamente de su realidad cotidiana, dejaban un agujero negro, un espacio vacío que nadie ni nada podía llenar. (…)

Un total de tres veces nombra a los desaparecidos, presentes en el texto en cursiva, lo cual adquiere para mí una apariencia fantasmal reforzada por el gran paréntesis discursivo. El yo de la escritora sigue presente – es el motor de toda la obra. Aquí, solo en una frase se difumina en un nosotros:

En los actos de protesta contra la tiranía que se realizaban en el exterior, solíamos dejar varias sillas vacías, en el estrado, como representación de los desaparecidos. Esas sillas vacías, notablemente vacías, eran el testimonio, el clamor de una ausencia. 

Y vuelve a la primera persona del singular, siguiendo con el inciso entre paréntesis: 

Comprendí, entonces, toda la perversidad del recurso de las desapariciones. 

Para concluir con una constatación brutal con nombre propio: 

Con la terrible lógica del fascismo -un sistema de cruel racionalidad que engendra monstruos-, años después, el católico general Videla, de Argentina, donde hubo más de treinta mil desaparecidos, diría que los militares tuvieron que apelar a ese recurso porque la Constitución prohibía la pena de muerte.)

Ya fuera del paréntesis, vuelve a entrar en el intimismo particular relacionado con la pérdida de su amor: 

            El dolor era tan fuerte, tan solitario, tan inconsolable que me impidió hacer, al principio, las preguntas más sencillas: ¿Dónde está Mabel? ¿Cuándo podré volver a verla?

LA INSUMISA es una pequeña gran obra. A la espera de escuchar el discurso que nos regale la autora el 23 de abril próximo, repasaremos algunos de sus cuentos, entre los que destaco uno que leímos hace décadas aquí en la Freie Universität en clase y que utilicé para explicar un extraño modismo y que ustedes, si lo desean, pueden leer ahora cliqueando aquí

María Jesús Beltrán, Institut für Romanische Philologie

Verlas venir

Inauguramos este último semestre de invierno en la Freie Universität copiando el comienzo de un madrigal de Juan del Encina (1468 – 1529).

Quien haya atravesado tierras de Castilla, a pie, en bici, a caballo, en coche, conocerá el espacio desbordado de sus tierras. Con un poco de imaginación, sazonada de villas y castillos, ilustradas a golpe de selfies, verá verlas venir: la „espantosa artillería“, los „pendones y estandartes“, las „huestes y peonaje“ …

Una sañosa porfía                   

sin ventura va pujando           
Ya nunca tuve alegría 
ya mi mal se va ordenando.   



Ya fortuna disponía                
quitar mi próspero mando     
Qu’el bravo León d’España     
mal me viene amenazando    



Su espantosa artillería            
Los adarves derribando          
mis villas y mis castillos          
mis ciudades va ganando.      

La tierra y el mar gemían                   
que viene señoreando                       
sus pendones y estandartes              

y banderas levantando.                      


La muy gran caballería                       
hela, viene relumbrando                    
sus huestes y peonaje                                    
all´ aire viene turbando.                      



Correme la morería,                           
los campos viene talando                  
mis compañas y caudillos                  
viene venciendo y matando.              

Las mezquitas de Mahoma                
en iglesias consagrando

……