Estuve siempre fascinada con la literatura búlgara. Porque es preciosa. Graciosa. Porque describe los problemas de la sociedad con tanta exactitud. Porque es mía.
Durante años admiré la literatura en mi lengua materna, alabando sus maravillosas metonimias, aliteraciones, sinécdoques, el elegante baile con los adjetivos. Pensaba que no podría desarrollar un sentimiento similar por ninguna otra literatura porque, por muy hermosa que sea, no sería capaz de conmoverme como lo hace mi propia lengua. Hasta que leí “Continuidad de los parques” de Julio Cortázar. Este cuento tan misterioso y cautivador me robó el corazón, los pensamientos e incluso el sueño, y despertó un nuevo sentido, que a lo mejor estaba durmiendo dentro de mí, de admiración por la literatura española.
Creo que precisamente porque empezamos a analizar el texto y a ver todos los detalles maravillosos que tiene, es por lo que me ha tocado tan profundamente. Por un lado, nunca había pensado en cómo se pueden utilizar los tiempos verbales para jugar con la historia y las dimensiones. La primera dimensión en este cuento es el mundo real en el primer párrafo. Allí, Julio Cortázar utiliza una mezcla de imperfecto e indefinido para describir con claridad la casa, la vida y las acciones de un hombre, que se puso a leer un libro. Lo mucho que lo disfruta y lo absorbido que está por los personajes y la historia. Sin embargo, al final del primer párrafo, el hombre se convierte en “testigo” de lo que ocurre en el libro que está leyendo.
A partir de ahí, el hombre deja de ser nuestro protagonista y entramos en un mundo completamente diferente: el mundo ficcional del libro. Para indicar y confirmar esta transición, todo el segundo párrafo utiliza solamente verbos en el imperfecto. Vemos a una mujer y a su amante dentro de una cabaña y parece que se están reuniendo para revisar su plan de matar a alguien. Sabemos que el amante lleva un puñal en la mano. Hasta este punto lo tenemos muy claro: el tiempo indefinido se utiliza para describir al hombre, el mundo real; el imperfecto para describir el mundo ficcional del libro y las acciones de los personajes.
En el tercer y último párrafo, Julio Cortázar nos quita toda certeza y orientación sobre en qué dimensión estamos. El párrafo en sí se divide en dos partes. La primera describe las acciones de los personajes en el mundo ficcional, esta vez con un poco más de distancia y, sorprendentemente, utilizando el tiempo indefinido al igual que en el primer párrafo, al describir el mundo real. Vemos a la mujer y a su amante separarse en la puerta de la cabaña y seguimos al amante en el camino hacia su objetivo. A continuación, se encuentran algunas frases que mezclan aún más ambas dimensiones: “los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba”. Suponen un acuerdo previo, un trato, una petición. Vemos al hombre ficcional entrando en una casa. Y luego viene la segunda parte del tercer párrafo donde, aunque todavía teníamos algunos indicadores pequeños, ahora estamos completamente perdidos. Sin utilizar un solo verbo, Cortázar disuelve completamente las fronteras entre las dos dimensiones y describe maravillosamente al hombre ficcional, con un puñal en la mano, a punto de matar al hombre del mundo real.
El título de la historia también es peculiar: “continuidad” supone un ciclo, algo que no termina, el hombre que está leyendo el libro es el que está a punto de ser asesinado. Otro detalle interesante está en el comienzo del cuento cuando Cortázar utiliza una deixis temporal “esa tarde” pero no define qué tarde exactamente. Sin embargo, transmite la sensación de que algo va a suceder. También se menciona que el hombre se convierte en testigo del “último encuentro” de la mujer y su amante. A primera vista, es el “último” porque el hombre está leyendo los últimos capítulos, porque el libro va a terminar. Sin embargo, podría ser el último porque es el último para él, ya que morirá pronto. Otra confirmación de la mezcla entre los mundos es el mayordomo, que aparece al principio de la historia cuando el hombre discute “con el mayordomo una cuestión de aparcerías” y se vuelve a mencionar al final, cuando no estaba en la casa.
Por lo general, la historia se puede interpretar de muchas maneras, pero no se puede negar la fascinante forma de mezclar las dimensiones. Julio Cortázar es conocido por este tipo de historias curiosas que transitan la frontera entre lo real y lo fantástico, por lo que suele ser relacionado con el realismo mágico. Es considerado uno de los autores más innovadores y originales del siglo XX.
Para mí, lo mágico fue sumergirse en las diversas maneras de utilizar palabras y frases en un diferente idioma y descubrir detalles sorprendentes que pueden parecer poco importantes en la primera lectura, pero que en realidad son los que construyen una historia maravillosa.
POLINA STANCHEVA
Estudiante del Master Literaturwissenschaft
ANOTACIÓN DE LA PROFESORA:
PAULINA quería ser periodista y se topó con la literatura.
Yo quería explicar con el texto de Cortázar cómo manejando el uso de los tiempos verbales en pasado (imperfecto e indefinido) y eliminando los verbos en las últimas líneas de CONTINUIDAD DE LOS PARQUES el autor consigue borrar las fronteras entre ficción y realidad aunándolas (al final) en un único acto: LA LECTURA.
Paulina es de esas estudiantes que escuchan, reflexionan y dicen lo que piensan. Además, escribe muy bien: en el texto que hoy les ofrezco en estas LETRAS EN DANZA, sólo he tenido que corregir una coma. Admirable.
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