Si las flores, los troncos de los árboles y sus hojas emitieran algún tipo de sonido, oiríamos su estertor, esa respiración entrecortada que anuncia su muerte. ¿Por qué? Pues porque la utilidad de las flores está muriendo. Esta es la declaración que se hace en el microrrelato titulado La agonía de las flores de Fernando Clemot, que se puede leer aquí.
Comunicar sentimientos -alegría, pasión, nostalgia…- a través de las flores, las hojas, es una costumbre que ya se ha extinguido en nuestros tiempos pragmáticos, ahora lo que cuenta es el valor de las palabras en el teléfono móvil.
En la coreografía que conforman estas letras realizamos dos viajes: uno por el espacio y el otro por el tiempo, para aterrizar al final en el presente desde el que se proyecta el futuro.
Una lectura atenta del primer párrafo nos hace pensar que la persona que está narrando lo hace a partir del encuentro fortuito de dos hojas de árbol, aplastadas entre las páginas de un gran atlas. Las hojas minuciosamente descritas, una palmeada y la segunda reniforme , se ubican sobre el territorio de Angola, en especial sobre dos de sus parques nacionales (esta segunda hoja está centrada sobre…). En este primer párrafo realizamos un viaje por el espacio, un viaje imaginario al cono sur africano, pero desde Europa, punto de referencia -territorio conocido- que se utiliza para comparar las dimensiones de las hojas.
El descubrimiento de estas dos hojas aplastadas en el atlas es el trampolín que nos lanza al pasado: otro viaje, esta vez en retrospectiva, que realizamoos guiados por el recuerdo (recuerdo … recuerdo …) de la voz narrativa. Primero nos habla del padre y en el tercer párrafo, más sustancioso por las numerosas referencias extratextuales, del hemano. A estas alturas del microrrelato y después de haber recorrido miles de kilómetros seguimos sin saber si quien nos lleva de la mano por estas líneas es una voz de hombre o de mujer. Lo sabremos en el tiempo presente, que es el del cuarto párrafo donde se dice que se prefiere escribir a la amada utilizando el teléfono móvil, de madrugada.
El centro de atención son las flores como medio para exteriorizar sentimientos y la constatación de que su función se está extinguiendo, o la corteza de los árboles para grabar las iniciales de la amada. A cambio, disponemos del teléfono móvil para expresar los sentimientos de madrugada, que parece ser el momento adecuado, preferido, acostumbrado.
Desde mi punto de vista la única narración que existe en esta danza está en el título formado con dos sustantivos y viene a expresar que “Las flores se están muriendo”, pues el sustantivo “agonía” implica un proceso temporal y anuncia una transformación.
Ahora bien, en el último párrafo aparece una declaración personal inquietante: todo el mundo podrá leer tu nombre, mi amor, y lo mucho que te quiero. ¿Por qué todo el mundo? Estamos ya de lleno en El mundo transparente que ya anunció Francisco García Pavón en 1967, en su cuento recogido en la colección La guerra de los dos mil años?
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Am 6. Januar 2014 um 18:16 Uhr
Las flores de la foto parecen ser de la vigorosa trepadora „Ipomoea rubro-caerulea“, aunque en alguna otra parte he leído otro nombre y propiedades (alucinógenas) para ellas…. si es así -y prometo comprobar y compartir la información- estas las flores, como las letras o la música, pueden tener distintos significados y llevarnos a otros mundos de ensoñación…
Y hablando de flores, esta vez no trepadoras, sino de ramos de ellas….¿sabíais que en la antigua Roma eran las mujeres las que enviaban flores de gratitud o demanda a los hombres…?
Teresa