CARTAPACIOS, BUJETAS, CUADERNILLOS, PLIEGOS, PAPIROS
La voz del narrador de las historias de Juan y de Jonás aparece intercalada en ambas novelas: En El mudejarillo, todo el capítulo El robo está dedicado a narrar, desde una primera persona, el robo de los escritos “acerca de las averiguaciones hechas sobre la vida de fray Juan de Yepes”. El narrador describe la alcoba y mechinal donde se hospeda en una posada, o más bien, donde había pensado que estaría seguro y a cubierto de los registradores. Ahí, en una bujeta pequeña, oculta debajo de la cama, estaban sus anotaciones que después del robo se ve obligado a reconstruir, como dice que “he tenido que volver a espulgar los recuerdos” (p. 74).
Asimismo, en El viaje de Jonás, el “escritor de esta historia” (La ballena, p. 83) interrumpe la narración de la caída de Jonás a las aguas del mar e interviene él mismo diciendo que los datos aportados sobre lo que Jonás siente y percibe en el agua son objetivos y que él se ha aprovechado de una investigación de campo entre los conocidos de Jonás, testigos de los hechos, y expertos en la mar. Pero el escritor no se para ahí y ni se da por satisfecho; él mismo dice sentir la necesidad de querer ser engullido por una ballena o algún otro animal marino o por marino artefacto de los que maquinan bajo el agua.
Quien recoge y relata la historia de Juan de Yepes se ve obligado después del robo a volver a hablar con los testigos que hacían esfuerzos por subir al sobrado de su memoria. De manera que en ambas novelas leemos no solo la intervención directa de alguien que es quien escribe la historia, sino también el testimonio transmitido por el amanuense que es el escritor de testigos y expertos (“cuando se está escribiendo se tiene la sensación de ser solamente el amanuense”, El narrador y sus historias, p. 179).
Al lector se le ofrece explícitamente lo que supone escribir historias en “El sello del escriba”, que es el último apartado de la novela de José Jiménez Lozano titulada Sara de Ur (1989). En esas páginas el escriba de la historia de Sara confiesa que tuvo que hacer muchos viajes a los lugares de la vida de Sara, y, luego, muchos más en sus adentros, en las estancias o en el jardín tan estrecho de mi casa para ordenar bien los estuches y bolsas de la memoria (p. 118).
También explica el escriba en esta confesión o exposición del trayecto recorrido para poner por escrito la historia de Sara de Ur, que interroga a muchos que habían conocido a Sara, si bien él mismo tenía que pesar luego con escrúpulos de arenilla muy fina la verdad y consistencia de sus palabras y decires (p. 118). Asimismo, cuenta de sus dolores, del pasar por el frío y el calor; de robos de sus notas de las tablas o de los papiros y de muchas otras penalidades y sufrimientos. Pero nada de todo esto se puede comparar con el trabajo de transcribir lo que he visto y oído, y construido luego en mi corazón y mis adentros, con los andamios de las letras y las palabras (p. 120).
Así que la escritura de José Jiménez Lozano cubre la página en blanco, presupone la renuncia al yo del escritor, quien se adentra en el recuerdo de las lejanías y en lo más profundo de los adentros para sacar y regalarnos historias verdaderas, que se clavan a veces en el alma (El viaje de Jonás, p. 58).
(Continuará)
Tags: JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO, MÁS QUE PALABRAS
Am 8. April 2015 um 13:45 Uhr
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