Nombrar hechos históricos
Publicamos hoy el último comentario alrededor del cuento de Manuel Rivas titulado „La lengua de las mariposas“. Ya sabemos que el vínculo entre alumno y maestro se ve truncado en los días posteriores a la golpe militar del 18 de julio de 1936, cuando en la historia de ficción se relata que unos falangistas se llevan preso a Don Gregorio junto con otros hombres afectos a la República o de ideas que no correspondían con los ideales de quienes se levantaron en armas.
El contexto histórico al que hacen referencia los hechos dramáticos narrados al final del cuento es la sublevación militar que tuvo lugar en la colonias españolas del norte de África el 17 de julio y en la península el 18 de julio. Fueron actos violentos de rebelión contra un gobierno democrático, el de la II República, que desembocaron en una larga guerra.
El término clave que se utiliza en el discurso autolegitimador de los militares sublevados para referirse a los hechos es “Alzamiento”. Más tarde, recordando esa fecha, se hablará del “Espíritu del 18 de julio” (fecha de la Fiesta Nacional durante el Franquismo), o del “Inicio de la gloriosa Cruzada”, o del “Día de la Reconquista”, añadiéndole el adjetivo “nacional”. Al enemigo se le llamará “rojo”, sin hacer distinciones, o bien se hablará de “hordas marxistas”. Una especie de malabarismo con las palabras y los hechos.
En este contexto, vale la pena recordar un relato de ficción, esta vez extraído de la novela CIELOS DE BARRO, de Dulce Chacón: (el subrayado es mío)
El protagonista, recuerda que:
… yo nací republicano, y republicano me moriré. Y no los voy a llamar rojos, porque yo soy rojo, igual que mi padre, que lo era de verdad, y a mucha honra. Pero ésos eran de otro rasero, y con tanto desbarajuste, hicieron que llamaran rojo a los rojos como si fuera una afrenta, y con ese escarnio que lo dicen todavía los que se hicieron amos del poder. Y mi padre era rojo. Y así mismo le insultaron mientras se lo llevaban a la plaza de toros, gritándole rojo. Rojo. Rojo de mierda. […] No se me despintan esas palabras, señor comisario, lanzadas como piedras con honda, para herir. Escuché cómo se las decían a mi propio padre, a mis diez añitos, y me dolieron más que si me las hubieran dicho a mí.
Más adelante sigue matizando:
Digo siempre algunos nuestros porque no me da la gana de llamarlos rojos, y si digo sólo nuestros, los estoy metiendo en el saco, ya se lo he explicado yo a usted, que no somos todos iguales
Tags: MÁS QUE PALABRAS