Luis Aarón González Hernández regala un nuevo texto a estas LETRAS EN DANZA de la Freie Universität Berlin, en esta ocasión se trata de la reseña de este libro:
Ecos del otro lado del muro
En esta entrada me hago eco de las reflexiones vertidas por Ibon Zubiaur en su antología Al otro lado del muro. La RDA en sus escritores, Madrid, errata naturae, 2014, que fue presentada por el propio autor el 3 de julio de 2014 en la librería berlinesa La Rayuela, ya conocida por todos los lectores habituales de este blog. Especialmente quisiera hacer hincapié en tres aspectos que Ibon destaca en la introducción de su estupenda selección y que me parecen fundamentales. Son los siguientes:
- El papel predominante que el régimen de la RDA concedía a la literatura, quizá la más promovida dentro de las artes y a la que más importancia se le daba dentro del proyecto emancipador socialista. No hay en la historia reciente ningún país que haya dedicado tantos esfuerzos en promocionar su literatura y a sus autores por medio de charlas, conferencias, la creación de casas de la cultura, convocatoria de premios y becas, tiradas amplias y precios reducidos que ponían los libros al alcance de todos, incluso de las capas más desfavorecidas y maltratadas de la sociedad. En 1959 nació un proyecto llamado “vía Bitterfeld” por la ciudad donde se celebró este famoso congreso de artistas y escritores. Dos autores que participaron en él recogen en sendos textos incluidos en esta antología cómo fue su experiencia de convivencia en la fábrica. Al primero de ellos, Franz Fühmann, le resultó imposible sentirse uno más entre los obreros. De ahí que fracasara en su intento de escribir lo que él llamó la “verdadera novela de fábrica”. El segundo, Wolfgang Hibig, ilustra para mí mejor que nadie la dicotomía de los dos mundos, que él mismo revivió en su ser más profundo, pues declaraba sentir su alma “escindida en dos” (p. 178) y atravesada por las rencillas y mentiras que provenían de ambas orillas.
- El compromiso que existía entre los autores de la RDA y sus lectores, una relación que se iba haciendo cada vez más fuerte y que llevado hasta cierto punto impedía en la mayoría de los casos a los propios autores “abandonar el barco” y fugarse a otro país, pese a las privaciones de libertad, los abusos y la censura que establecía el régimen. Hasta ese grado llegaba la responsabilidad social, educadora y emocional que contraía el autor respecto a sus lectores. Por su lado, los lectores encontraban en la lectura de las obras literarias un espacio donde ver reflejados los problemas que más les preocupaban del día a día. Aquí tenían acceso a un pensamiento crítico con el régimen y a un debate si sabían leer entrelíneas, el cual no se producía en otras esferas de la vida pública.
- Un país, un régimen anómalo y una literatura que llega a su máxima expresión en los años de existencia del muro y que, con la desaparición de este, llega también a su fin. La literatura de la RDA fue el producto de un régimen totalitario, con sus luces y sombras, con el esfuerzo de llevarla a todos los hogares en el marco de un proyecto socialista y emancipador para borrar las diferencias entre los hombres de una sociedad clasista y burguesa. Lo pone Ibon en el centro de su reflexión y lo corrobora con el hecho de que, tras la caída del muro, la literatura más arriesgada e incisiva se difuminó. La única excepción: Volker Braun (Dresde, 1939), el autor más joven de esta selección de textos. Parece como si la censura hubiese servido de acicate a las creaciones más originales y audaces, y de que esta favoreciese el auge y crecimiento de una literatura de calidad y comprometida. Hay un autor que refleja como ninguno el cambio al que nos estamos refiriendo y por eso resulta paradigmático. Se trata de Stefan Heym (Chemnitz, 1913 – Jerusalén, 2001), el único autor aquí incluído que se dio a conocer primero fuera de la RDA, pues huyó a EEUU para salvar su “pellejo judío” y regresó en 1945, fecha en la que se estableció definitivamente en la RDA. Heym fue el autor más disidente del régimen. Idas y venidas con los aparatos represores del régimen. Considerado “el patriarca” de los escritores de la RDA y prohibida la publicación de sus libros desde 1974 en adelante. Pues bien, este hombre denunciaba los elogios que le dedicaban desde el oeste por considerarlos propaganda capitalista y ya en su ancianidad encabezó el manifiesto “Por nuestro país” que contenía las ideas dominantes del movimiento civil de la RDA, aquella vanguardia que comenzó afirmando el “Wir sind das Volk” y que denunciaba los atropellos y abusos que se estaban cometiendo en el proceso de Reunificación. No todo lo que llegó del oeste tras la caída del muro supuso más libertad, mayores derechos e igualdad, en la mayoría de los casos supuso un retroceso social de algunos de los mayores logros del sistema socialista. Hoy en día, debería avergonzarnos el papel predominante que la literatura, el arte y la cultura tenían en la RDA, en un tiempo de recortes y desmonte de todo el andamiaje y patrimonio cultural como el que estamos sufriendo.
Termino con una breve mención del autor de esta antología: Ibon Zubiaur (Getxo, 1971). Dedicado en los últimos años a la traducción por primera vez al español de autores de la RDA como Brigitte Reimann, de la que ha traducido ya En la ciudad del mañana, Madrid, errata naturae, 2013, que recoge su correspondencia con su amigo y renombrado arquitecto de la RDA Hermann Henselmann; también La verde luz de las estepas, Madrid, errata naturae, 2015, reflexiona sobre el papel de la literatura en la antigua RDA, denuncia sus restricciones y nos aporta luz sobre lo que deberíamos aprender de ella. Actualmente trabaja en la traducción de otro libro de Reimann: Franziska Linkerhand. Por cierto, esta autora también está incluida en la antología que reseñamos con uno de los textos que más me han gustado.
Luis Aarón González Hernández
Tags: TRADUCCIONES