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Escuchar a Melquíades

¿Cuántas veces habremos recordado el famoso comienzo de la novela CIEN AÑOS DE SOLEDAD, de Gabriel G. Márquez? 

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota …. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquíades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. …

Sin embargo, que yo sepa, nunca se ha puesto en relación dicho comienzo con algún aspecto de nuestra era digital. Pues bien, Lea Batzel, una de las estudiantes de mis cursos de lengua, plantea en su comentario un paralelismo, potente como el propio imán.

Les invito a reflexionar con sus líneas. 

De herramientas y otros milagros inexistentes

Desde el principio de la humanidad, la gente ha estado haciendo nuevos descubrimientos. A cada invento le precede un proceso y, dependiendo de lo bien que este se desarrolle, los hallazgos resultan más o menos relevantes para la humanidad.

En el comienzo de la famosa novela Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, nos encontramos en una época en la que fenómenos como el magnetismo son una novedad para parte de la población, pero también experimentamos que es preciso conocer el uso y los límites de la herramienta llamada imán, objeto central de esta apertura novelística.

El coronel Aureliano Buendía, – en las primeras líneas del texto de ficción -, recuerda una tarde de su infancia en Macondo, en la que su padre lo lleva a conocer el hielo. Antes se presenta la llegada del imán al pueblo de manos del gitano Melquíades, con el que Buendía pretende hacerse rico sacando oro. Lo único que este encuentra, sin embargo, es un esqueleto y un rizo de mujer encerrado en una cajita, dentro de una armadura.

Entender cómo funciona este imán, o más bien cómo no funciona, es particularmente interesante en este texto. En Melquíades se encuentra una figura ambivalente que al mismo tiempo transmite saber, pero que también está marcada por prejuicios debido a su origen. José Arcadio Buendía es un personaje que asume dichos prejuicios. Esto le hace experimentar que un imán no atrae el oro, lo que se habría evitado si hubiera escuchado a Melquíades. El imán es un objeto que puede ser muy útil cuando se usa correctamente.

Tal vez este tipo de situación parezca anticuada, pero en realidad no podría ser más actual que en este momento. Vivimos inmersos en la llamada era digital. Parece que todo el mundo tiene al menos una comprensión básica de la tecnología. Los jóvenes parecen ser más activos en Internet que en la vida real e incluso las personas mayores disponen de un Smartphone y son capaces de desenvolverse haciendo video llamadas con sus hijos que viven repartidos por todo el mundo. Ahora bien, justo en una situación excepcional como una pandemia producida por Covid19 se hace evidente lo poco que se cumple este término en la realidad. El ejemplo concreto lo estamos viviendo en la universidad:  se esperan nuevos descubrimientos para poder gestionar la crisis, tanto los estudiantes como los profesores se encuentran en la misma situación que el señor Buendía. Todos buscan el oro, que en el caso de los universitarios se resume en una palabra: el saber.

Creemos que disponemos de herramientas que nos ayudan en su búsqueda. Buendía usa su imán y nosotros las nuevas tecnologías. Sabemos aproximadamente cómo hacer un uso adecuado de estas herramientas. Buendía había observado a Melquíades usar el imán y nosotros en la universidad llevamos un tiempo experimentando con dichas nuevas tecnologías. Pero, ¿estamos encontrando lo que buscábamos?  La respuesta es no. Ni el desgraciado Buendía ni los pobres de nosotros podemos encontrar lo que necesitamos. ¿En qué consiste la equivocación?

Es obvio que en el caso los personajes de la novela se aplican las leyes naturales: El oro no es magnético y ningún imán del mundo puede atraerlo. Pero él no lo sabía… o no quiso escuchar. Y aunque ahora la gente puede hacer video llamadas, las clases -el aprendizaje – resultan mucho más difíciles de manejar de lo que se esperaba que fuera un semestre digital frente a una pantalla. Pero ellos no lo sabían… ¿o sí?

Melquíades sí se lo había dicho a Buendía: su proyecto no funcionaría. Pero la tentación de encontrar oro era mayor y no prestar atención a los avisos de Melquíades es algo que no lo detiene.  El interés de no perder el tiempo, de permitir que la vida diaria de la universidad siga adelante y que los estudiantes continúen sus estudios era también mayor. Las preocupaciones y dudas de que todo esto pudiera salir mal, – ya que nadie estaba preparado -, y el cambio fueron demasiado repentinas, fueron ignoradas. Empezamos el semestre según el lema aprender haciendo.

Lo que falta en ambas circunstancias es la comunicación apropiada. A veces hay que escuchar a un Melquíades. Incluso si él o cualquier experto no dispone de otra solución en este momento. Las herramientas conocidas quizás no son las mejores. Buendía encuentra un cadáver, lo que puede ser muy emocionante para la continuación de la historia. Y la universidad también está esforzándose a lo largo del semestre. Pero, ¿a qué precio? ¿No se debería haber invertido mejor el dinero que gastó Buendía en el imán? ¿No se debería haber esperado más tiempo hasta que la tecnología fuera tan avanzada que se pudiera garantizar un semestre bien organizado?

La forma más fácil de encontrar respuestas será seguir con la lectura del libro y aprovechar al máximo el semestre creativo. Al final, tal vez quede claro que a veces el camino es el objetivo.

Lea Batzel, estudiante de la Freie Universität Berlin

 

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Der Beitrag wurde am Samstag, den 20. Juni 2020 um 07:11 Uhr von Maria Jesus Beltran Brotons veröffentlicht und wurde unter Allgemein, COMENTAR, ESTUDIANTES abgelegt. Sie können die Kommentare zu diesem Eintrag durch den RSS 2.0 Feed verfolgen. Sie können einen Kommentar schreiben, oder einen Trackback auf Ihrer Seite einrichten.

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