Es muß um diese Jahreszeit gewesen sein, weil mir noch der klare und kalte Luftstrom deutlich vor Augen steht.
Th. Fontane
Las obras de Don Teodoro, escritor alemán más conocido por su apellido, Fontane (1819-1898), al parecer se encuentran en español instaladas en una especie de Dornröschenschlaf, ese sueño profundo en el que postraron a la Bella durmiente.
En las latitudes desde donde les escribo hoy estas Letras en Danza Theodor Fontane nos acompaña como los trinos de los pájaros en el bosque: en Brandenburgo aparece, literalmente, hasta en la sopa, sobre todo desde que se celebró hace dos años el aniversario de su entrada en el planeta Tierra. Vean si no los puntitos negros en el mapa de Brandenburgo en este enlace:
»fontane.200« den 200. Geburtstag des großen Autors.
Si uno de los objetivos de esas numerosísimas celebraciones en Brandenburgo consistía en redescubrir al escritor paseante, otro similar – por supuesto salvando las distancias – se propuso la profesora Prof. Dr. Isabel García Adánez, de la Universidad Complutense de Madrid, con un grupito de personas interesadas en la traducción: (re)(de)mostrar las delicias inquietantes de este juego peligroso que se encuentra en la base del acto de traducir.
Les estoy mencionando la odisea que está recorriendo Isabel, especialista en lengua alemana y española, con algunas personas que dominan -o creemos dominar- ambas lenguas. El marco formal de su aventura es el taller de traducción organizado por el CIAM en Soria.
Se trata, dicho sea de paso, de una de las escasas ventajas de esta pandemia: poder participar ortsunabhängig en cursos online.
El taller es fructífero. El equipo comparte objetivos e intereses aportando sus conocimientos con franqueza y transparencia -tal y como Isabel G. Adánez está haciendo con las participantes desde su papel de directora-. Por cierto, participa un solo varón, por lo tanto, señores, me inclino por el uso de la concordancia a-gramatical en femenino.
Empezamos hace unos días traduciendo Un juego peligroso, del citado Th. Fontane. Se trata de un cuentecillo incluido en la colección de relatos Meine Kinderjahre, publicados en 1894 que usted debería poder leer cliqueando en la palabra aquí.
En este texto el autor habla de sí mismo cuando era adolescente en relación con un juego de su pandilla en el muelle de Swinemünde, ciudad del Báltico que hoy forma parte de Polonia.
Sin prestarle demasiada atención al estilo literario que lo caracteriza en otras obras, el escritor presenta aquí el recuerdo de un acontecimiento que realza la reacción del niño Theodor frente al accidente de un compañero y de cómo este hecho lo vincula a su propio padre.
Que la historia está relatada por la voz de un niño se percibe analizando el uso -excesivo- de la conjunción coordinante und/y. En el texto original de 969 palabras la utiliza 40 veces. Vean en un breve fragmento el efecto que produce:
Da ging es nun nicht weiter, und wenn ich mich …. Und ich fand auch so was und kletterte ….. Und da stand ich nun oben, momentan geborgen, und sah als Sieger auf meine Verfolger…, und in kürzester Frist stand …. Ich war verloren, … und mit aller Kraft und, soweit der schmale Raum es zuließ, einen Anlauf nehmend, sprang ich …. und jagte nun, wie von allen Furien verfolgt, wieder aufs Ufer zu. Und nun hatt‘ ich’s, und den Freiplatz ….
Desde luego, es así como los niños suelen contar algo emocionante que les ha ocurrido. Pero ¿son capaces estos mismos niños de emplear términos específicos de la náutica como los que aparecen en esta narración? ¿De quién es pues esta voz del narrador? ¿Desde dónde escribe? ¿Qué colorea su recuerdo?
La propia voz del yo narrador se plantea si fue en abril cuando ocurrió lo que relata y afirma que debió de ser durante ese mes -frío aún en estas latitudes, como acabamos de experimentar este abril de 2021 con heladas reiteradas- con las palabras que cito al comienzo de esta entrada:
Tuvo que ser por esa época del año porque aún recuerdo la corriente de aire claro y frío.
¿Revive Fontane à la Proust unos hechos de antaño espoleado por la sensación táctil del frío? ¿O se deja llevar por su deseo de construir un autorrelato propio?
No cabe ahora adentrarse por estos derroteros. Pero lo que resulta evidente es que se trata de una breve narración contada alrededor del pronombre personal en primera persona: el yo es el eje del cuento. Si este forma parte del niño Theodor o del escritor adulto, esa es ya otra cuestión en la que hoy no deseo adentrarme.
En los dos primeros párrafos de la narración el sujeto que aparece es el “nosotros”, el yo con los demás, esto es, los chicos que solían jugar juntos: La mirada del autor se incluye al principio en un plural de grupo.
Ahora bien, a partir del tercer párrafo destaca el uso del yo, no solo en forma de pronombre personal ich/yo, sino también junto a la descripción de la aventura. En esta peripecia descrita se presenta una fuerte caracterización del yo que lo distingue y separa de la chiquillería:
Ich, als der älteste und stärkste, war natürlich Räuber, und acht oder zehn kleinere Jungens – unter denen nur ein einziger, Fritz Ehrlich, es einigermaßen mit mir aufnehmen konnte – waren schon vom Kirchplatz her, wo wie gewöhnlich die Jagd begonnen hatte, dicht hinter mir her.
Yo, como era el mayor y el más fuerte, naturalmente hacía de ladrón, y ocho o diez chicos más pequeños – entre los cuales solo uno de ellos, Fritz Ehrlich, podía más o menos medirse conmigo – venían pisándome los talones desde la plaza de la iglesia, donde, como de costumbre, había empezado la persecución.
Vemos que el yo narrador se presenta a sí mismo como el chico de más edad y el más fuerte; da por sentado que es él quien hace de “ladrón”, un privilegio con el que muestra su pericia. Para más inri, menciona a un único y “honrado” -Ehrlich- posible competidor; por lo demás, el autor se deleita describiendo lo intrincado de la escena del juego, que simplemente consiste en ir a pillarlo, pero en una circunstancia de aventura ensalzada.
De forma muy sutil, el autor plasma situaciones que suponen peligro para el chico: que los demás corrían pisándole los talones, que se subió a un barco en el muelle del que no había escapatoria, etc. etc.
Por último, vemos que destaca en dos micro escenas el contraste entre el yo y el resto del grupo, denominándolo ahora Meute (pelotón) y Feinde (enemigos).
El lugar donde el niño Theodor ha encontrado refugio es también asequible para su competidor Fritz Ehrlich, quien va a ser desgraciadamente el que sufre el accidente. El yo narrador, al oír su nombre que grita el accidentado, decide entonces no alcanzar la meta y regresa para ayudar a Fritz, contribuyendo así a que se salve de las frías aguas del Báltico.
A la postre, la renuncia de una gloria, le brindará otra: la de haber sido el salvador y por ende la alabanza de su padre plasmada como una coronación al final de la narración.
Recapitulando: En este texto escrito por Theodor Fontane, desde un nosotros (los chicos de la pandilla que juegan a pillar), se pasa a un yo (el del narrador ¿niño o adulto?), el cual necesita un antagonista para destacar y realzarse al final. La aventura llegará a oídos del padre del narrador, quien orgulloso por la proeza de su hijo lo perdonará por los siglos de los siglos.
Mientras tanto, estamos aquí, las participantes del taller de traducción literaria, bajo la dirección de Isabel García Adánez, saltando con Theodor y Fritz de barco en barco – de palabra en palabra – en el muelle de Swinemünde, agarradas a las trabas de las dos lenguas – alemana y española – esperando encontrar la versión adecuada, a sabiendas que la definitiva siempre será el resultado de una elección, como la propia esencia del recuerdo: Un JueGo PeLIgrOSO.
María Jesús Beltrán Brotons,
Lectora de español
Institut für Romanische Philologie
Freie Universität Berlin
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