Los microrrelatos de José Jiménez Lozano
De la extensa obra de José Jiménez Lozano, destacan dos colecciones de microrrelatos que llevan por título El cogedor de acianos (1993) y Un dedo en los labios (1996). El primer libro contiene 91 relatos de una o dos páginas cada uno, y el segundo está compuesto por 54 brevísimos “retratos” de mujeres, tal es el epígrafe que les otorga el autor. Estas dos publicaciones sobresalen como dos pequeños broches en medio de una amplísima obra (novelas, cuentos, poesía, ensayos, diarios, diálogos, antologías de cuentos) galardonada, desde 1988, con los premios nacionales más prestigiosos.
En todos los relatos se cuentan historias acaecidas a seres humanos del pasado y del presente. Se trata de narraciones en las que se muestran situaciones existenciales de unos personajes marginados por la sociedad moderna, invisibles, y de otros conocidos por la historia, pero que se presentan desde una nueva perspectiva.
La lectura de esta ficción literaria provoca una experiencia lacerante y por ello no carente de riesgo, porque se abordan temas que afectan al hombre como la pérdida, el desengaño, la injusticia, la muerte, la soledad, etc. Por supuesto, el lector, antes de entrar en un fragmento de vida ajena, de la que poco a poco va reuniendo informaciones, ha de despojarse del propio yo, de la propia visión que tiene de las cosas y de la vida, para entrar en la de los otros, que se le ofrece en estas narraciones. Entonces esta experiencia literaria de significado acaece en forma de revelación. A través de ésta se construye y se constituye una realidad distinta a la conocida hasta ese momento. Dicha revelación supone la restauración de una injusticia, o el consuelo, la misericordia, la alegría, el dolor, la bondad, la compañía, la compasión. Antes de mostrarlo con algunos ejemplos concretos hay que considerar cada colección en su conjunto, en la forma que se le ha dado como libro.
(Primera parte del artículo publicado en la revista ÍNSULA, Revista de Letras y Ciencias Humanas, n° 741)
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