Letras en danza

Lengua y Literatura en Español

El vasto bosque (del español)

¿A quién no le aburren los formularios y las evaluaciones? A mí, sí, como es fácil de imaginar leyendo estas Letras en Danza. Ahora, acabando ya el curso, a la hora de hacer las evaluaciones sobre el aprendizaje, se me ocurrió que podíamos hacer un ejercicio alrededor o a partir de las preguntas clásicas que todos conocemos y cuyo objetivo es evaluar la forma y los contenidos de aprendizaje.  

Las instrucciones que ofrecí a mis estudiantes eran las siguientes: Escribe un texto con otra(s) personas (a 4 o 6 manos) divertido y creativo que reproduzca tu experiencia de aprendizaje en este curso. Os podéis inventar una historia o responder de una manera tradicional a las preguntas del cuestionario que os adjunto. 

Pues bien, unos días después llegó a mi buzón el siguiente texto que comparto hoy con ustedes: 

El vasto bosque

El otro día me perdí en el vasto bosque de la lengua española, con robles anchos y abetos altos que tocaban las nubes oscuras, provocando la lluvia de vez en cuando. Seguía los caminos que no sabía distinguir, pues para mis ojos eran iguales – oscuros, angustiosos, peligrosos – los seguía, intentando encontrar mi camino para llegar a una parte del bosque más clara, más amigable.

Estuve merodeando por ahí durante días, meses, tal vez años, pero un día de abril los robles y abetos ya no parecían tan anchos y altos. Tenían ramas bien estructuradas, unas me contaban más sobre cuentos de una tal Sara Mesa, otras me aconsejaban escribir un blog personal y algunas más arriba me mostraban mis debilidades que tenía y que me impedían encontrar ese claro del bosque tan deseado. 

Recorría todas estas ramas que me atraían con sus temas diversos, pues, cada rama me ofrecía algo nuevo que descubrir, algo nuevo que aprender. Algunas eran tan altas que casi no las alcanzaba pero por todos lados veía a compañeros, pájaros y ardillas, que encontraban su camino y con la ayuda de las ramas bajas, alcancé también las más altas que ofrecían los árboles por ese camino.

Cuando bajé del último roble, mirando atrás me di cuenta que siempre había alguien que me acompañaba. Era la voz de este camino, de esta parte del bosque, una voz, que me manejaba de una rama a la otra, que me aclaraba mis dudas y sobre todo que me animaba a seguir adelante. Me di cuenta que gracias a esta voz logré trepar por todas esas ramas, porque esta las organizó. Sabía por dónde ir, qué trucos había, y cómo aprender y gozar del aprendizaje durante el camino. 

Pero ahorita tengo que dejarla atrás, esta voz, esta parte del bosque. Ante mí aparecieron otros robles, otros abetos, que ya no parecían tan oscuros ni peligrosos. El árbol más cercano ya casi lo pude tocar, pero la voz me dijo que en julio sería mejor treparlo, ahora no, ahora no. Me dijo que siempre debería mirar atrás, ver lo que logré hacer en mi camino, ver, cuánto había aprendido, cuántos árboles bien grandes encumbré. 

Estaba preparada para seguir mi camino en este vasto bosque de la lengua española, con sus robles anchos y abetos altos que alcanzaban las nubes. Seguía los caminos, caminos que ya podía distinguir, que no me parecían iguales – ni oscuros, ni angustiosos, ni peligrosos – decidí seguirlos, seguirlos para siempre. 

Ewa Marta Staszewska y Jordan Cerreta

Estudiantes de Filología Hispánica

en la Freie Universität Berlin

Gerasim

Reflexiones a partir de una cita de la novela de Sara Mesa „Cuatro por cuatro“ (2012)

„Algo ve en el niño que lo seduce. Se siente atraído por su sumisión, por esa aceptación pasiva de su suerte. Le encuentra una dulzura aún sin corromper —pero en el punto justo de empezar a ser corrompida— que lo conmueve irrefrenablemente.

Ignacio está en ese momento previo a la maduración de los adolescentes en el que todo podría cambiar por una sola palabra o por un gesto, esa zona de azar en la que cada día puede llegar a ser decisivo.

El Director desea tomar parte de ese proceso.

Teniéndolo a su lado, le invade un bienestar extraño. Toma la costumbre de llevárselo al despacho algunas tardes.

—Oh, Gerasim, mi Gerasim —le dice cuando lo recibe.“

Sara Mesa: Cuatro por cuatro (2012)

Uno de los temas dominantes en la novela Cuatro por cuatro de Sara Mesa es el poder. En particular en este pasaje, el poder se traduce en una relación de dominación y sumisión. El Director (del internado) se ha enterado por el Guía (el psicólogo) que Ignacio, uno de los alumnos del colich, es víctima de acoso escolar, pero no quiere denunciar a los responsables. El Director se siente seducido por la aceptación pasiva de Ignacio y ve en el chico una ocasión para ejercer su poder de otra manera, para corromper e intervenir en el chico en una fase de su vida, la adolescencia, en la que cada palabra y cada gesto ejercen una influencia enorme.

Sentimos que esta va a ser una relación perversa y corrupta por los términos como „seducir“, „atraído“, „pasiva“, „dulzura“, „corrompida“, „irrefrenablemente“, „desear“, „bienestar extraño“, ya que las intenciones del Director no son explícitas, y advertimos un peligro. Además, este empieza a llamar a Ignacio con el nombre „Gerasim“. El chico no entiende por qué y tampoco se explica el significado de este nombre de origen eslavo. Hay que llegar a leer las referencias al final del libro donde se escribe: 

„El libro al que se refiere el Director, o Sr. J., al contar la historia del siervo Gerasim es, cómo no, el maravilloso relato La muerte de Iván Ilich, de Tolstói, una de las mejores fábulas sobre el sentido de la vida —y de la muerte— que he leído jamás“. (Sara Mesa). 

Gerasim es, en el relato de Tolstói, el joven siervo de la familia y asume el papel de único consolador y cuidador durante la enfermedad de Iván. Asimismo, como se puede leer más adelante en este capítulo de Cuatro por cuatro, el Director está enfermo y sabe que va a morir, por eso busca a un siervo que muestre compasión por él. 

Chandeny de la Rosa

Estudiante de Filología Hispánica en el

Departamento de Románicas de la Freie Universität Berlin

Anotación: Agradecemos a Sara Mesa que nos haya permitido copiar en este blog público de la Freie Universtität la larga cita de su novela Cuatro por cuatro

De Zwickau a París

… atravesando los Pirineos

En medio de la pandemia que nos asola, esperando una mejora de la situación para poder volver al campus universitario, hemos abierto ventanas de júbilo y distracción, aprovechamiento y enseñanza. Colaboración y escucha. Nos hemos estado reuniendo durante algunos jueves, de forma virtual y al margen de las clases obligatorias, con un grupito de estudiantes entusiastas, para traducir al español un texto breve, raro, chocante y a la vez divertido. Se trata de un poema de Joachim Ringelnatz, publicado en 1928, que deberíamos disfrutar con una sonrisa en los labios. 

El origen de esta propuesta de trabajo en colaboración se encuentra en la página web de Jakob Kirchheim, pues cuando encontré el poema que aparece incorporado, secuenciado, en una de sus obras video composiciones, pensé que traducirlo sería una muy buena forma de hacer llegar todo ello a un público hispanohablante, disfrutando al mismo tiempo de la composición del artista berlinés. Como el texto ya estaba ahí traducido por el propio artista al inglés, pensé en un primer momento que nos resultaría fácil pasarlo al español. Craso error. Hemos necesitado varias reuniones y arduas discusiones.  El resultado es un compromiso entre tres estudiantes y mi propia visión de las posibilidades que ofrece la lengua española. Aquí lo tienen y no olviden relajarse mientras sonríen: 

En Zwickau estuve

Si yo tuviera dinero

a montones inconmensurables, 

me compraría las dos ciudades

París y Zwickau.

Lo sé, en Zwickau también 

viven personas encantadoras.

A ellas no les afectaría nada.

De todos modos, no se venden,

y tampoco tienen pariauñeros, 

ni cara zwickeña.

Todo lo demás lo adquiriría,

pero devolvería París enseguida,

sólo vivir allí,

luego morir en Zwickau

de veneno para ratas

gritando: „En cuanto a 

Zwickau,

¡oh, hermosa Ludwigslust en Mecklemburgo!“

El humo de la locomotora llevaba 

nuestros blues a los antiguos 

Montes Metálicos y dispersaba 

el feo hollín

sobre madera y piedra y a la pobre gente,

nuestro saludo de transeúnte.

Poema de Joachim Ringelnatz publicado en 1928

Traducción: Ewa Staszewska, Julian Felix Hemsing, Nathalie Hammer

Ilustraciones: Jakob Kirchheim

Taller de traducción: María Jesús Beltrán, Institut für Romanische Philologie, Freie Universität Berlin

Atreverse a hablar con claridad

Hablar con claridad es una propiedad poco habitual en la comunicación entre personas. Mucho menos frecuente lo es cuando se trata de establecer un intercambio de prestaciones entre dos seres humanos, pues a veces las verdaderas intenciones suelen mantenerse ocultas por razones estratégicas. Pero con toda seguridad, expresar una propuesta con transparencia, respeto y concisión, cuando una de las personas propone un trueque a cambio de sexo sin ser profesional del mismo, provoca duda y confusión. En la última novela de Sara Mesa, Un amor (2020), se plantea esta última situación comunicativa entre dos personas, a partir de la siguiente afirmación: Nadie se atreve a hablar con claridad. Lo normal, o lo habitual, es andarse siempre con segundas intenciones (p. 67).

En primer lugar, debemos preguntarnos qué significa hablar con claridad o en su caso, qué significa hablar con segundas intenciones. Según la definición del diccionario, una intención es el propósito o la voluntad de hacer algo. Es decir, en la práctica comunicativa, una persona manifiesta o expone una idea, un plan, para darlo a conocer. Pero si lo hace con segundas intenciones o con doble intención está procediendo de forma equívoca y solapada. Lo corriente, según esa afirmación anterior novelada, es hablar sin declarar abiertamente las verdaderas intenciones. 

Al final del primer capítulo de la novela Un amor, la actuación del personaje a quien llaman el alemán no es en absoluto ambigua ni maliciosa, no hay nada oculto en su propuesta. Pero veamos en qué momento de la trama aparece esta situación que provoca muchos quebraderos de cabeza, no solo a la interlocutora sino también a quienes leen la novela. 

Nat, la protagonista, ha abandonado su trabajo en una ciudad y se ha trasladado a vivir a un pueblo. Ha alquilado una casa que intenta arreglar a duras penas. A estas alturas de la novela, esta mujer joven – su edad no se menciona – ha superado ya la primera fase de adaptación en su nuevo entorno, no sin experimentar considerables trastornos: el perro que el casero le ha proporcionado se comporta reacio a la cercanía humana, casi como ella misma; los vecinos tantean quién es esta mujer joven que viene a vivir sola en un lugar apartado del mundo. Ella misma, con una actitud algo apocada y distante, ha establecido solo algunos pocos contactos con ciertos habitantes, mientras que se ha dedicado a instalarse lo mejor posible en una casa con goteras. Bien es verdad que la zona adonde ha ido a vivir es de secano y suele llover poco o prácticamente nada. Pero cuando lo hace, parece que diluvia dentro de su nuevo hogar. Tal es el estado desastroso del tejado. Como ella misma, la casa está aparentemente desprotegida ante las inclemencias. 

Un día aparece uno de los habitantes de la aldea en casa de Nat para venderle la verdura que él mismo cosecha en su huerto. Poco se sabe de este personaje porque vive algo retirado y también, como Nat, guarda distancias con respecto a los demás. Él es, como ella, un hombre que vive solo, de mediana edad. Le han puesto de apodo el alemán porque la gente cree que viene de Alemania, aunque esto se revelará como parcialmente cierto. En este momento, poco importa si el hombre es realmente alemán o no: él es un extraño para la gente del pueblo. Nat, por el contrario, es para los demás una forastera, alguien que viene de fuera para instalarse en ese lugar. La gente no sabe bien por qué y quienes leemos la novela tampoco. 

La voz narradora entra en el personaje del alemán -estamos obligados a llamarlo así porque de momento su verdadera identidad es desconocida – y nos comunica su postura de creer poder hablar sin rodeos ante Nat, aunque bien es cierto que aporta un gramo de duda a través del adverbio quizás (Él piensa que quizá con ella sí pueda hablar sin rodeos). Lucha consigo mismo: no solo vacila, sino que intuye que su propuesta puede ser malinterpretada por ella y la chica puede ofenderse, enfadarse. Su argumento lógico se basa en que no la conoce lo suficiente como para anticipar su reacción

Sin embargo, por las razones que sean, decide dar el paso y hablar, proponerle algo. El hombre es cauto y no se precipita (Espera unos segundos); se queda quieto e intenta penetrarla de una forma simbólica a través de la mirada. Sí, digo bien, el verbo utilizado por Sara Mesa, una escritora extremadamente precisa en la selección de léxico, es sondear en su mirada. Esto quiere decir que el alemán intenta indagar entrando en un subsuelo metafórico de la persona a la que habla para saber cómo podría ella reaccionar. 

Todo este preámbulo reflexivo ha de ser leído con muchísima lentitud, demorándose en el significado de cada palabra. Y es menester prepararse, porque la frase que aparece a continuación en el texto contiene material explosivo, a pesar de estar redactada, expresada, con absoluta sencillez: —Puedo arreglarte el tejado a cambio de que me dejes entrar en ti un rato —dice. Esta es la clara y nítida propuesta del alemán que le comunica a Nat para llevar a cabo un trueque. Por supuesto, la proposición necesita una aclaración que Nat pide con esta pregunta: 

—¿Y cómo sería eso exactamente? 

Todo ser humano tiene derecho a recibir una explicación antes de tomar una decisión en la que se va a ejecutar una transacción en la cual se le implica íntimamente. La respuesta a eso está exactamente en la novela: Un incentivo para la lectura que les recomiendo llevar a cabo con la mayor calma y sosiego. Porque aquí, cada palabra pesa una tonelada. 

¡Qué vestidos!

¿De dónde procede la influencia o el impulso a la hora de decidir qué ponernos sobre la piel para cubrir o dejar al descubierto nuestros cuerpos? ¿Del estado de ánimo? ¿De la temperatura? ¿Del color, la forma, la textura? ¿De la tarea laboral que vayamos a desempeñar, el entorno social y la convención, la actividad que nos proponemos realizar, la indiferencia o aprovechamiento ante el hecho mismo de tener que cubrirse? 

Un poco de todo, supongo. 

La urdimbre del texto de esta entrada la he tramado de tal forma que encajen dos piezas. La primera de 1929 en alemán (saldrá pronto publicada en español); la segunda de 2015, pensada, escrita y publicada en español. Son dos fragmentos literarios que me han inspirado estos días y que quiero sacar al escaparate de estas Letras en Danza berlinesas.

Mi interés gira en torno a la mirada hacia el texto en el que se describe el atuendo de los personajes, su posible significado y, como siempre, su textura: la disposición y orden de los hilos-palabras. Un ejercicio muy simple, pues se trata de mirar el texto casi como observando el armario repleto de ofertas para endulzarnos o arruinarnos el día.

El primer texto que deseo presentar hoy está escrito por Vicki Baum y lo extraigo de un breve ensayo literario suyo de 1929 que lleva por título Die Mütter von morgen – die Backfische von heute. Hace unos días disfruté de la posibilidad de comentar y traducir en equipo este texto del alemán al español en el taller online de traducción literaria del CIAM, Soria, bajo la dirección de la profesora Isabel García Adánez. 

Vicki Baum, escritora y periodista austriaca, vivió aquí en Berlín de 1926 a 1931, año en que emigró a los EEUU. Reflexiona sobre cómo era su madre y cómo la educó a ella misma: con las ideas y prejuicios del siglo XIX. Después la autora habla de sí misma, de su rebelión contra todo aquello que rezuma burguesía; de su juventud – alrededor de 1905 -, imbuida por las lecturas de Nietzsche e Ibsen. Y, por último, presenta con una fina ironía cómo son y se desenvuelven sus propios hijos adolescentes, cómo actúan y cómo piensan hacer frente al fenómeno del matrimonio, la maternidad y la crianza. 

El texto Las madres del mañana y las jovencitas de hoy no tiene desperdicio y se empieza a disfrutar a fondo cuando lo lees despacito y pensando: cuando te pones a traducirlo (o a intentarlo) y descubres sus hilos finos, la ironía bordada blanco sobre blanco (Svetlana Geier dixit), apenas perceptible. En cualquier caso, aquí les dejo el anuncio de su próxima publicación en la Editorial La Uña Rota, de Segovia, de manera que estén atentos a partir del próximo otoño. ¡Quienes asumen la traducción son verdaderas profesionales!

El pasaje que me interesa comentar hoy está al principio del ensayo. La escena se abre con estas palabras: 

Als meine Mutter sich verlobte, war sie achtzehn Jahre alt.

Cuando mi madre se prometió, tenía dieciocho años.

A continuación, se presenta a la madre a través de una fotografía en la que se la ve acompañada por dos tías de la escritora, algo más jóvenes que su propia madre. 

… Rechts von meiner Mutter lehnt an einer samtbezogenen Balustrade Tante Eugénie, links Tante Helene …

… A la derecha de mi madre, aparece Tía Eugénie apoyada en una balaustrada cubierta de terciopelo, a la izquierda Tía Helene …

Ignoramos dónde se encuentran las tres hermanas, cómo es el espacio de su entorno, solo se menciona esa balaustrada (Balustrade), elemento arquitectónico que podría formar parte tanto de un balcón o terraza como de una escalera. O estar hecha de cartón piedra en el estudio del fotógrafo, como vemos que ocurre, por ejemplo, en el decorado de esta fotografía tomada hace un siglo en Alicante: 

En el texto alemán de Vicki Baum se dice que sobre la barandilla o antepecho reposa una tela de terciopelo, con lo cual tendríamos ocasión de hablar también de cómo decoramos no solo cuerpos sino los elementos arquitectónicos. Pero no lo vamos a hacer, aunque me gustaría escribir, claro está, de esto y de la fotografía de mi propia abuela María Gonzálvez, y su hermana Teresa – dos de cuatro hermanas – vestidas o más bien disfrazadas, como ustedes las acaban de ver y yo no deseo comentar. 

Sigamos leyendo el texto de Vicki Baum: 

da sitzt sie zart und großäugig.

La madre de la narradora está sentada (da sitzt sie) y la escritora habla de su aspecto delicado, de sus ojos grandes (zart und großäugig). 

Volvamos ahora al sur de los Pirineos y bajemos mentalmente de nuevo hasta Alicante. Aquí tienen ustedes una fotografía de grupo. Seis mujeres – ¿reconocen a dos de ellas? – y tres hombres rodean a una jovencita formando piña cóncava a su alrededor:

¿Qué adjetivos les pondrían a las expresiones de las siete mujeres que aparecen en esta fotografía, también centenaria? ¿Y qué decir de ellos?

Saltando de nuevo al texto de Vicki Baum, caminamos más o menos bien. Pero enseguida se me queda enganchada la uña en uno de los hilos: 

da sitzt sie zart und großäugig und ganz steif vor Würde auf einem Stuhl

Würde significa, literalmente, dignidad. Y ganz steif, muy rígida; con lo cual diríamos, literalmente, que está sentada con una dignidad rígida. 

¿Que por qué me he quedado enganchada? ¿A qué se debe el tropiezo? No es que no entienda las palabras; de hecho, podemos traducir perfectamente este pasaje poniendo algo así como: 

aparece sentada con mucha dignidad, con aspecto delicado, ojos grandes y la espalda muy recta

Mi traspié se ha producido al encontrar relacionada la dignidad con la rigidez (ganz steif vor Würde)

Eso es todo, pero ya es mucho:

¿Se la percibe digna porque está sentada muy recta?

¿Es esa la cualidad intrínseca y a la vez aparente de la dignidad? 

Veamos los entresijos: En este contexto, el decoro, la excelencia, el realce de la persona se debe – es evidente – a las ballenas y al peinado. En serio: la madre de la narradora está sentada muy recta debido a las alargadas láminas de metal insertadas en su corsé, que le impiden hasta pensar; ni hablar de una respiración adecuada. La pobre: tief einatmen… Respiración profunda, ¡ni por el forro!

Ay, respirar. Miren ustedes a esta señora inclinada como la torre de Pisa y con los pulmones en un puño íntimo e intrínseco: 

Sigamos con el texto alemán: Su peinado – me refiero ahora al de la madre de Vicki Baum – también la lanza físicamente a las alturas: 

Auf dem Kopf trägt sie eine Türmchenfrisur

Lleva un peinado recogido en forma de torrecilla 

… que casaría con este aderezo tan español casi in-soportable:

Por lo demás, la austriaca lleva las manos cubiertas con unos guantes finos, largos, de Suecia, y por atrás se ve un polisón que le confiere algo de brío a su figura. Con lo cual deducimos que el brío es un postizo vital y que se ubica en la parte trasera del cuerpo. 

Fijémonos ahora en las miradas: Revisen ustedes fotos de antaño, de sus antepasados y observen … ¡qué seriedad! 

Quienes eran retratados – porque se lo podían permitir – solían mirar fijamente al objetivo de la cámara fotográfica, serios, conscientes, impávidos, ¿como en esos millones de fotos que nos arrebatan la mirada (y el tiempo) en las redes sociales hoy en día? Fotos-imágenes de personas conscientes de que las vamos a mirar – en milésimas de segundo -, y que para eso y por eso se ponen así y ahí. A ser posible con atuendos agujereados, des-cosidos, remendados, recortados, embrollados, o simplemente casi sin atuendos, encogidas las telas hasta su mínima expresión.  

Demos ahora un salto al siglo XXI:

En el segundo fragmento de hoy, los personajes ignoran el objetivo de nuestras miradas (cámaras) de lectores: están absortos reconociéndose el uno al otro. Ausentes del mundo en su propio mundo: Un hombre y una mujer. Llevaban años relacionándose solo por internet a través de la palabra (primero en un chat, luego en correos electrónicos y mensajes de texto). Esta que les copio es la escena en la que se ven por primera vez:

Enfrentan sus miradas, se observan de arriba abajo.

Ella lleva una falda negra de seda, una sencilla camiseta verde y unas sandalias del mismo tono. Él viste un pantalón de lino, polo de manga corta, una americana también de lino, zapatos de piel con la puntera levemente estrecha. 

Sara Mesa, Cicatriz

¡Una maravilla de sencillez, precisión y cercanía! ¡Para qué ilustrarlo! El texto se sostiene por sí mismo. Personajes anónimos y vestidos, tanto ella como él. Llamémosles como a aquella primera pareja mencionada en el Génesis: ¡Gracias Eva, gracias Adán! Después de vuestras vacaciones en el paraíso, tuvisteis que cubrir vuestros cuerpos, lo cual, con el paso del tiempo nos ha enriquecido enormemente y ha alimentado el tejido plástico y textual, y este otro más directo – más pegado a la piel – del ser humano. 

María Jesús Beltrán Brotons (García Gonzálvez)

El recuerdo: Un JueGo PeLIgrOSO

Es muß um diese Jahreszeit gewesen sein, weil mir noch der klare und kalte Luftstrom deutlich vor Augen steht. 

Th. Fontane

Las obras de Don Teodoro, escritor alemán más conocido por su apellido, Fontane (1819-1898), al parecer se encuentran en español instaladas en una especie de Dornröschenschlaf, ese sueño profundo en el que postraron a la Bella durmiente

En las latitudes desde donde les escribo hoy estas Letras en Danza Theodor Fontane nos acompaña como los trinos de los pájaros en el bosque: en Brandenburgo aparece, literalmente, hasta en la sopa, sobre todo desde que se celebró hace dos años el aniversario de su entrada en el planeta Tierra. Vean si no los puntitos negros en el mapa de Brandenburgo en este enlace: 

»fontane.200« den 200. Geburtstag des großen Autors.

Si uno de los objetivos de esas numerosísimas celebraciones en Brandenburgo consistía en redescubrir al escritor paseante, otro similar – por supuesto salvando las distancias – se propuso la profesora Prof. Dr. Isabel García Adánez, de la Universidad Complutense de Madrid, con un grupito de personas interesadas en la traducción: (re)(de)mostrar las delicias inquietantes de este juego peligroso que se encuentra en la base del acto de traducir

Les estoy mencionando la odisea que está recorriendo Isabel, especialista en lengua alemana y española, con algunas personas que dominan -o creemos dominar- ambas lenguas. El marco formal de su aventura es el taller de traducción organizado por el CIAM en Soria.

Se trata, dicho sea de paso, de una de las escasas ventajas de esta pandemia: poder participar ortsunabhängig en cursos online.

El taller es fructífero. El equipo comparte objetivos e intereses aportando sus conocimientos con franqueza y transparencia -tal y como Isabel G. Adánez está haciendo con las participantes desde su papel de directora-. Por cierto, participa un solo varón, por lo tanto, señores, me inclino por el uso de la concordancia a-gramatical en femenino. 

Empezamos hace unos días traduciendo Un juego peligroso, del citado Th. Fontane. Se trata de un cuentecillo incluido en la colección de relatos Meine Kinderjahre, publicados en 1894 que usted debería poder leer cliqueando en la palabra aquí.

En este texto el autor habla de sí mismo cuando era adolescente en relación con un juego de su pandilla en el muelle de Swinemünde, ciudad del Báltico que hoy forma parte de Polonia. 

Sin prestarle demasiada atención al estilo literario que lo caracteriza en otras obras, el escritor presenta aquí el recuerdo de un acontecimiento que realza la reacción del niño Theodor frente al accidente de un compañero y de cómo este hecho lo vincula a su propio padre. 

Que la historia está relatada por la voz de un niño se percibe analizando el uso -excesivo- de la conjunción coordinante und/y. En el texto original de 969 palabras la utiliza 40 veces. Vean en un breve fragmento el efecto que produce:

Da ging es nun nicht weiter, und wenn ich mich …. Und ich fand auch so was und kletterte ….. Und da stand ich nun oben, momentan geborgen, und sah als Sieger auf meine Verfolger…, und in kürzester Frist stand …. Ich war verloren, … und mit aller Kraft und, soweit der schmale Raum es zuließ, einen Anlauf nehmend, sprang ich …. und jagte nun, wie von allen Furien verfolgt, wieder aufs Ufer zu. Und nun hatt‘ ich’s, und den Freiplatz …. 

Desde luego, es así como los niños suelen contar algo emocionante que les ha ocurrido. Pero ¿son capaces estos mismos niños de emplear términos específicos de la náutica como los que aparecen en esta narración? ¿De quién es pues esta voz del narrador? ¿Desde dónde escribe? ¿Qué colorea su recuerdo? 

La propia voz del yo narrador se plantea si fue en abril cuando ocurrió lo que relata y afirma que debió de ser durante ese mes -frío aún en estas latitudes, como acabamos de experimentar este abril de 2021 con heladas reiteradas- con las palabras que cito al comienzo de esta entrada:

Tuvo que ser por esa época del año porque aún recuerdo la corriente de aire claro y frío.

¿Revive Fontane à la Proust unos hechos de antaño espoleado por la sensación táctil del frío? ¿O se deja llevar por su deseo de construir un autorrelato propio? 

No cabe ahora adentrarse por estos derroteros. Pero lo que resulta evidente es que se trata de una breve narración contada alrededor del pronombre personal en primera persona: el yo es el eje del cuento. Si este forma parte del niño Theodor o del escritor adulto, esa es ya otra cuestión en la que hoy no deseo adentrarme. 

En los dos primeros párrafos de la narración el sujeto que aparece es el “nosotros”, el yo con los demás, esto es, los chicos que solían jugar juntos: La mirada del autor se incluye al principio en un plural de grupo. 

Ahora bien, a partir del tercer párrafo destaca el uso del yo, no solo en forma de pronombre personal ich/yo, sino también junto a la descripción de la aventura. En esta peripecia descrita se presenta una fuerte caracterización del yo que lo distingue y separa de la chiquillería: 

Ich, als der älteste und stärkste, war natürlich Räuber, und acht oder zehn kleinere Jungens – unter denen nur ein einziger, Fritz Ehrlich, es einigermaßen mit mir aufnehmen konnte – waren schon vom Kirchplatz her, wo wie gewöhnlich die Jagd begonnen hatte, dicht hinter mir her.

Yo, como era el mayor y el más fuerte, naturalmente hacía de ladrón, y ocho o diez chicos más pequeños – entre los cuales solo uno de ellos, Fritz Ehrlich, podía más o menos medirse conmigo – venían pisándome los talones desde la plaza de la iglesia, donde, como de costumbre, había empezado la persecución. 

Vemos que el yo narrador se presenta a sí mismo como el chico de más edad y el más fuerte; da por sentado que es él quien hace de “ladrón”, un privilegio con el que muestra su pericia. Para más inri, menciona a un único y “honrado” -Ehrlich- posible competidor; por lo demás, el autor se deleita describiendo lo intrincado de la escena del juego, que simplemente consiste en ir a pillarlo, pero en una circunstancia de aventura ensalzada. 

De forma muy sutil, el autor plasma situaciones que suponen peligro para el chico: que los demás corrían pisándole los talones, que se subió a un barco en el muelle del que no había escapatoria, etc. etc. 

Por último, vemos que destaca en dos micro escenas el contraste entre el yo y el resto del grupo, denominándolo ahora Meute (pelotón) y Feinde (enemigos). 

El lugar donde el niño Theodor ha encontrado refugio es también asequible para su competidor Fritz Ehrlich, quien va a ser desgraciadamente el que sufre el accidente. El yo narrador, al oír su nombre que grita el accidentado, decide entonces no alcanzar la meta y regresa para ayudar a Fritz, contribuyendo así a que se salve de las frías aguas del Báltico.  

A la postre, la renuncia de una gloria, le brindará otra: la de haber sido el salvador y por ende la alabanza de su padre plasmada como una coronación al final de la narración. 

Recapitulando: En este texto escrito por Theodor Fontane, desde un nosotros (los chicos de la pandilla que juegan a pillar), se pasa a un yo (el del narrador ¿niño o adulto?), el cual necesita un antagonista para destacar y realzarse al final. La aventura llegará a oídos del padre del narrador, quien orgulloso por la proeza de su hijo lo perdonará por los siglos de los siglos

Mientras tanto, estamos aquí, las participantes del taller de traducción literaria, bajo la dirección de Isabel García Adánez, saltando con Theodor y Fritz de barco en barco – de palabra en palabra – en el muelle de Swinemünde, agarradas a las trabas de las dos lenguas – alemana y española – esperando encontrar la versión adecuada, a sabiendas que la definitiva siempre será el resultado de una elección, como la propia esencia del recuerdo: Un JueGo PeLIgrOSO

María Jesús Beltrán Brotons,

Lectora de español

Institut für Romanische Philologie

Freie Universität Berlin

QUASI

Sin apenas descanso entre los semestres de invierno y de verano 2021 nos hemos deslizado en el interior del tercer “maratón” de clases online, en el cual cada participante, instalado en la supuesta seguridad del hogar, respira el aire de su propio y particular entorno. 

Compartimos pantallas, contenidos académicos y una cierta esperanza de que esto va a acabar pronto. O no. Nadie lo sabe. 

En cualquier caso, aquí estamos de nuevo, cliqueando síes y noes; dándole al enviar, almacenar, borrar, subir contenidoeditar página. Tomando decisiones del tipo Permitir a los usuarios ver este contenido, Seleccionar restricciones de fecha y hora; y yéndonos a otros asuntos por el camino del cancelar y salir. Apagar. 

DÍA DEL LIBRO 2021

En estas latitudes del norte de la República Federal Alemana, donde durante las noches de encierro –Ausgangssperre– siguen bajando las temperaturas a cero grados a finales de abril, hemos celebrado el Día del Libro 2021 asistiendo – de forma virtual – a la charla organizada por el Instituto Cervantes de Hamburgo.

Fue un placer escuchar a Sara Mesa y a su traductor Peter Kultzen en conversación moderada -en perfecto español- por el periodista Wolfgang Martin Hamdorf, quien contribuyó a que los contenidos se fueran encauzando hacia temas jugosos, tomando como base dos obras de Sara Mesa. 

En la entrada de hoy y para inaugurar el semestre, solo quiero destacar dos detalles muy fructíferos de la intervención y traducción de Peter Kultzen, ya que más adelante le dedicaremos otras entradas a la obra de la escritora Sara Mesa, de la que ya transcribí aquí en este blog un “pasaje escrito de forma magistral”.

UN TÍTULO ENTERO:  QUASI

Quasi es el título que se le ha dado en alemán (Editorial Wagenbach) a la novela corta de Sara Mesa Cara de pan. En la conexión virtual Hamburgo/Berlín/Sevilla, se habló de esto: del camino recorrido hasta dar con un título adecuado para la publicación de la novela en lengua alemana. 

Cara de pan no solo es el título de la novela, también es el mote que le han puesto a la protagonista adolescente en su instituto. Mientras preparaba la traducción al alemán de esta novela, Peter Kultzen barajó diferentes posibilidades para trasladar este expresivo título. Fue  rechazando versiones diversas hasta que dio con el actual Quasi, que rezuma gotitas del latín, dicho sea de paso y con mucha alegría por mi parte. Como título resulta ideal (es lo que diríamos en alemán un Volltreffer), y Sara Mesa expresó de forma explícita su alegría por el acierto. Dijo casi literalmente que …

hace alusión a algo que todavía no es, algo que podría ser, pero todavía no es

Y justo eso es lo que ocurre en la novela Cara de pan / Quasi entre dos personas diferentes que establecen una relación especial y enriquecedora para ambas. Nace entre ellas algo que todavía no es, pero cuyo germen se encuentra ya activo, los acerca y entrelaza. 

Tropezones sin trompicones

El otro punto que deseo destacar hoy es el de la existencia de palabras que al encontrarlas en un texto hacen que tropieces con ellas, las mires, te pares y reflexiones. En la charla del 23 de abril pasado, se habló en concreto de la palabra “gitano” y de cómo traducirla al alemán, lengua en la que ya no es inocente el uso de la palabra Zigeuner

El tema es complejo y delicado. Peter Kultzen explicó la necesidad de que haya una reflexión acerca del uso de ciertas palabras y expresiones. Que es menester encontrar en un texto algo así como las Stolpersteine, algo que según vas caminando (por el texto) te haga trastabillar y pararte a pensar.

Los adoquines de metal los encontramos ya en las aceras de muchas calles alemanas y formamos parte de grupos que de forma ritual varias veces al año -para conmemorar alguna fecha especial-, nos reunimos para realizar acciones de limpieza del metal a ras de acera.  

Ya en este blog publicamos hace algún tiempo un texto al respecto que usted puede recuperar cliqueando aquí:

Me gustó muchísimo el viernes pasado la asociación que Peter Kultzen estableció entre estos mini monumentos de la memoria y la palabra “tropezón”, porque sí que es verdad que muchas veces hablamos sin pensar en lo que las palabras pueden transportar y encerrar: palabras que humillan, excluyen, hieren, laceran.

Todavía no sabemos cómo traducirá Peter la palabra “gitanos” al alemán, pues la traducción de esta novela está aún sin publicar, pero sí podemos comentar ya lo siguiente: 

Sara Mesa nos dijo en la charla virtual que el uso de la palabra gitano o gitana, refiriéndose a estos personajes, no llama la atención, ni te hace “tropezar” para nada. Que de momento, en España, la palabra “gitano, gitana“ no zarandea. 

Pero la cuestión me inquietó: He releído los pasajes donde aparecen estos personajes secundarios en la novela Un amor para averiguar cuál es el contexto de uso de la palabra “gitano” y esto es lo que he descubierto:

La familia de gitanos ocupa un antiguo cortijo en ruinas, justo en la salida a la carretera (p. 14) y lo que constato es lo siguiente: 

Primero: 

Ayudan a la protagonista: el marido de la gitana la ayuda a llevarlas a la casa, acompañado por dos de sus tres hijos. (p. 25)

Segundo:

La percepción que la protagonista tiene de esta familia se presenta como positiva:  A Nat le agrada esa familia. Son bulliciosos y bienhumorados, no se andan quejando todo el día, como la chica de la tienda. (p. 25)

Tercero: 

Le dan consejos a Nat relacionados con el jardín y el gasto de dinero: 

 —Ahora coges brotes de por ahí y tienes el jardín listo en un rato —le dice el gitano al despedirse—. No te hace falta ni vivero ni nada. (p. 25)

Cuarto: 

Sí, los gitanos son un problema para los demás habitantes de la pedanía, al menos en el interior de sus cabezas cabezotas: no los invitan a la reunión que se celebra en la tienda para hablar de la necesidad del alumbrado y del estado de las calles en la aldea. Sin embargo, sí que invitan a Nat, que es una forastera. Desde su perspectiva

ella presiente que, para algunos, son un problema al mismo nivel que los baches, o incluso más … (p. 56).

Es decir, la protagonista de la novela presiente que los habitantes de La Escapa consideran a los gitanos como “cosas” problemáticas. 

Ahora bien, el gitano y padre de familia es el único que en una situación de violencia contra Nat sale en su defensa: El gitano fue el único que la defendió en aquel momento. Dejad en paz a la muchacha, dijo. (p.161)

Mi conclusión es provisional, pero intuyo que es importantísimo establecer una relación de contexto de uso ante las palabras tropezones/in-dignas. Lo cual no resuelve el problema concreto de la traducción, pero para esto disponemos en la sociedad alemana de excelentes traductores, como el ya mencionado Peter Kultzen. 

GRACIAS

Ramo de flores, ramillete de citas

Antes de que acabaran las clases de este semestre de invierno, impartido online en plena pandemia, pedí en uno de mis cursos a estudiantes de las que sé que ya no volveré a ver, que seleccionaran algunas frases y formaran con ellas un ramo de flores simbólico para despedirnos.

Algunas mandaron sus citas, otras les añadieron algún comentario; todas actuaron con una gran participación afectiva y mental

Veamos a continuación el ramo de flores con las citas, y los comentarios. 

Yo no busco la confrontación, nunca la he buscado, yo busco la paz, la responsabilidad de los actos y de las palabras y de los silencios.

Roberto Bolaño

Yo soy la piedra que se levanta de la inercia, sale de la muerte, escapa al tiempo. Soy Casa Espíritu. Aquí me doy voz.

Carmen Boullosa

¿Se le ocurriría a él, a ella? Tarde para averiguarlo, muchacha; tu madre estaba en el cielo y tu padre muerto en vida. 

Mario Vargas Llosa

Ahora me muero, pero tengo muchas cosas que decir todavía. 

Roberto Bolaño

La memoria le devuelve aquella imagen – ¿de ese día? – de la niña tomada de la mano por su padre, entrando en el restaurante del hotel, […]Una orquesta tocaba merengues en el Patio Español, rodeado de azulejos y tiestos con claveles. ¿Fue aquel día? «No», dice en voz alta.

Mario Vargas Llosa

Comentario personal de una estudiante: 

Esta frase me gustó mucho porque me hizo reflexionar. ¿En qué aspectos? Pues, en primer lugar, personalmente. Analizando las palabras, el orden y el significado de cada palabra, formé mi propia tesis. Es decir que lo vinculé con mi vida personal. Pues pensándolo bien, la memoria o los recuerdos, nos devuelve una imagen precisa de algo visto o vivido por uno mismo.  Pongamos por caso que nos acordamos de un amor fracasado, lleno de sufrimiento, en la juventud o en el pasado. Por lo cual, en el presente relacionaríamos el amor con sufrimiento y al estar a punto de enamorarnos nuevamente, se nos viene a la memoria el abismo que vivimos al ser abandonados o abandonadas. Y como consecuencia rechazamos el amor. Aunque esta vez podría ser diferente… la memoria nos devuelve aquella imagen. En el caso del personaje en la novela de Vargas Llosa, la memoria le devuelve, por un lado, aquella imagen de lo que ella vivió, sintió y de sus antiguos pensamientos. Y, por otro lado, de su entorno urbano y de la ciudad de cómo era antes de su partida. A grandes rasgos puedo afirmar que esta frase tiene gran fuerza, ya que vincula la historia a través de la vida y los pensamientos de protagonistas. En mi caso, inconscientemente aprendí cómo era la zona urbana en la ciudad de Trujillo en esos tiempos, aprendí más de la historia. Pero sobre todo tuve una visión y comprensión más profunda a través de ponerme en la situación e identificarme con la protagonista. Siendo parte de la historia.

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Uno tiene la obligación moral de ser responsable de sus actos y también de sus palabras e incluso de sus silencios, sí, de sus silencios

Roberto Bolaño

Comentario personal de una estudiante: 

El silencio es un fenómeno poderoso y ambivalente. En sociedades oprimidas por una dictadura el silencio aseguró la sobrevivencia. Pero al mismo tiempo cumple la función de una cierta complicidad. El silencio sigue siendo poderoso y omnisciente en contextos de abusos tanto en el ámbito privado como institucional.

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Mallarino pensó: Sí, a mí también me olvidarán. Pensó: pero todavía falta mucho para eso. En ese momento se escuchó decir: ¿Y Javier Mallarino?

Juan Gabriel Vásquez

Comentario personal de una estudiante: 

Me gustó mucho esta cita, porque me hace reflexionar sobre el tema de la fugacidad. Muchos quieren ser especiales y tienen miedo de ser reemplazados. Ya sea en el trabajo, en las amistades, en las relaciones o incluso cuando conoces a una persona que no has visto en mucho tiempo, la vuelves a ver y resulta que ya no te recuerda. Esto a menudo te hace sentir incómodo. Sin embargo, el miedo a ser sustituible es completamente innecesario. Cada ser humano es especial y cada persona de alguna manera contribuye al desarrollo de la sociedad. Lo más importante es que no nos olvidemos de nosotros mismos y que basemos nuestras acciones en lo que es mejor para nosotros. Porque la gente es olvidadiza y los nombres se olvidan fácilmente, pero lo que siempre quedará … son tus acciones.

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GRACIAS

Dar las gracias es fácil y difícil al mismo tiempo. Fácil porque no hay más que utilizar palabras; difícil precisamente por eso mismo: porque las palabras expresan a su vez actos. Dejo aquí una sencilla constancia de mi agradecimiento a las estudiantes -todas-, afirmando que existe belleza también en la comunicación en el aula, directa y sincera.

Gracias a Anastasia, Anna, Caroline, Elisabeth, Luisa, Michelle, Özden, Stella, Tabea, Victoria, Yare … y a todas las demás: Dominique, Michelle F., Hannah, Giuseppina, Vinca, Tamy, Julia, Rimma, Lena, Jaimee, Uli, Anki, Chandeny, Luise, Fabienne, Ali, Ottaviano, María, Alexandre, que han participado en mis cursos de este duro -para todos- semestre de invierno que acaba de terminar. 

ANOTACIÓN: Los tres dibujos están hechos por tres estudiantes (Jaimee, Anki y Uli) como ilustración del broche final de un cuento que leímos en clase: Una mujer, que trabaja a tiempo completo, se ocupa además de su padre enfermo, de su hermana trastornada, de su hijo hiperactivo, de su vecina rara, de … de … de … de … (la lista es larga). Al final de una agotadora jornada -el marco temporal del cuento- se planta ante el espejo del cuarto de baño y se da las gracias a sí misma en un acto que interpreto yo personalmente como una nueva especie de extrema-unción.

A FLOR DE PIEL

¿qué sucede el día en que una máquina comprende que es una máquina?, ¿qué pasa cuando un robot se da cuenta de que es un robot?

Estas preguntas iniciales aparecen en la novela de Belén Gopegui Quédate este día y esta noche conmigo (2017) y me abren la puerta -mental- para afrontar un tema de lengua delicado. Sí, hoy quiero comentar la desazón que me produce (inquietud solo a nivel profesional, por supuesto) la imposible satisfactoria traducción a la lengua alemana de la expresión “a flor de piel”. 

Si he comenzado con una cita alusiva a las máquinas, es porque ni ellas ni los robots están habilitados para aplicar lo que esta expresión quiere sacar a la luz. Es probable que muchas personas tampoco estén dispuestas a experimentar lo que se relaciona con “flor de piel”, quizás porque en lugar de piel, lo que las separa del mundo sea una cubierta metálica a prueba de bombas imaginarias. 

© Karsten Wittenbecher, 2021

Pero partamos de lo común: hablemos de seres humanos capaces de sentir y emocionarse, y empecemos por la fuente original del texto de hoy. Les cuento: Hace unas semanas una buena amiga me preguntó “María Jesús, ¿cómo traducirías al alemán a flor de piel?”. A esta cuestión le siguió un breve mutismo por mi parte. No silencio, sino retención e introspección. Al poco le contesté con otras preguntas: 

¿Por qué? ¿Para qué lo necesitas? ¿Dónde aparece? Así iba ganando tiempo y engrasando mi máquina cerebral de traducción simultánea. Pero no. No se trataba de contestar, sino de admitir que, en las décadas de contacto y estudio parejo, contrastivo, de ambas lenguas, hasta ese momento no había pensado en una posible traducción de a flor de piel. De manera que le propuse afrontar la tarea al alimón (otra expresión preciosa) dando un paseo otoñal por los confines de Berlín.

Este es el contexto de la expresión a flor de piel que despertó la curiosidad en mi amiga por conocer la traducción de la joya lingüística: 

Poco a poco, a trompicones, empezaron las frases hechas. Las bendiciones, las gracias por esos días compartidos; los recuerdos de las charlas sobre el deporte y la ciudad, las prácticas con el balón y la canasta, los cuentos contados. Que no me iban a olvidar y que yo no les olvidara a ellos. Luego, progresivamente, las emociones a flor de piel. Se lanzó uno de ellos y le siguieron los demás. Me pedían que volviera, e insistían en darme las gracias por haber escuchado sus historias tristes. Me prometían que, para cuando regresara, ya habrían terminado el proceso y serían lo bastante fuertes para no volver a las calles. Repetían, uno tras otro, que ahora divisaban metas, y que ya habían vivido demasiado dolor y sufrimiento. 

Fuente de la cita: 

Àngel Burgas: Kalimán en Jericó

Pelaos de las calles, héroes de Medellín

Novela juvenil. Barcelona, 2014.

A FLOR DE PIEL

© Karsten Wittenbecher, 2021

A partir de este contexto literario podemos constatar lo que ocurre alrededor de la expresión a flor de piel y lo que esta desencadena. Los personajes que actúan en esta situación se están despidiendo de alguien y lo hacen primero utilizando frases hechas, modismos previstos por otros. Lo hacen a trompicones, lo cual expresa aquí dificultad a la hora de expresarse; utilizan frases que les vienen dadas por otros, son frases impersonales, comodines impuestos desde fuera (frases hechas); también se mencionan bendiciones, algo del bien común predeterminado por otros. Promesas de no olvidar y petición de no ser olvidado. Generalidades. 

SENTIRSE ESCUCHADO

Ahora, sin embargo, empieza lo interesante: Progresivamente se transforma lo que en la comunicación oral está prefijado por otros (frases hechas y bendiciones), experimentado en grupo (días compartidos, recuerdos de las charlas) en algo personal, individual: Se lanzó uno de ellos. Luego los demás, como individuos: piden, insisten, prometen, centran el agradecimiento en un acto concreto, el acto de la escucha. Haberse sentido escuchados significa haberse identificado como seres humanos. Uno tras otro expresa su singularidad. 

Vemos un evidente contraste entre el antes y el después de la aparición de a flor de piel.

¿Qué es por lo tanto las emociones a flor de piel?

El movimiento de lo oculto tras palabras impersonales a la visibilidad del sentimiento sincero e individual. Parecería que en ese desplazamiento algo atraviesa la piel y se convierte en flor visible. Por lo tanto, a la hora de traducir, deberíamos contemplar la necesidad de expresar este movimiento hacia la visibilidad, evidencia, claridad de emociones sentidas y expresadas con naturalidad. 

Es un gran pasaje literario, de literatura juvenil, que nos ayuda a entender la importancia de pasar de ser masa amorfa guiada por actos y hechos pre-definidos a convertirse en personas singulares y distintivas. Peculiares. 

© Karsten Wittenbecher, 2021

Las máquinas no se dan cuenta de que son máquinas. No se dan cuenta, por tanto, de que no se dan cuenta, reflexiona la voz narrativa de la novela de Belén Gopegui citada más arriba. Los seres humanos somos diferentes. 

María Jesús Beltrán Brotons, Freie Universität Berlin, 2021

ANOTACIÓN: Agradezco a Àngel Burgas el permiso para copiar aquí el pasaje de su novela Kalimán en Jericó, que ya tanta gente conoce en la enseñanza secundaria en Alemania, gracias a la mediación y buen hacer de excelentes profesoras y amigas de estas Letras en Danza.

También le doy las gracias desde estas líneas a Karsten Wittenbecher por sus fotos ad hoc y su reiterada presencia en este blog.

CELOSÍAS E IDENTIDADES

El sábado pasado les indiqué que merecía la pena leer las 958 palabras que constituyen el relato de Iban Zaldua titulado Bibliografía. Si todavía no se han sumergido en ese universo de ficción, deje en suspenso el texto que les ofrezco hoy y dedíquenle a Bibliografía la atención plena que merece: aquí está cliqueando estas palabras.

Celosías

Titulo la entrada de hoy CELOSÍAS E IDENTIDADES porque la configuración de la trama convierte el texto en una celosía de palabras a través de la cual es posible divisar aspectos biográficos de personajes: intuimos retales de vidas.

La historia atrapa enseguida la atención: El protagonista parece ser un libro, -en concreto una novela-, objeto que recorre como hilo de Ariadna el argumento e hilvana la trama dejando abiertas varias incógnitas. 

Existen huecos de información, por lo que a la fuerza el centro de atención se ha de desplazar hacia otros espacios. Por ejemplo, en ninguna parte del relato aparece el título de la novela, y eso que el libro va pasando de mano en mano a lo largo de las 958 palabras. Tampoco se llega a saber quién es el autor, personaje ausente de la trama, pero de apellido homónimo al de uno de los personajes. Sí aparece mencionado el aspecto externo de la cubierta color gris perla; ahora bien, su contenido no se revela, solo el efecto que produce su lectura en algunos de los personajes por cuyas manos pasa en algún momento de sus vidas.

Al abrirse la historia dos miradas enlazan vidas dispares: la que el llamado presunto terrorista dirige atónito a su torturador, el cual a su vez está ensimismado leyendo la misma novela que al primero le apasionó hacía poco. En su entusiasmo lector ellos se aíslan de lo que ocurría a su alrededor; literalmente en el caso del presunto terrorista, y en la apariencia actual en el policía, quien no se ha percatado de que la persona torturada ha vuelto en sí, se está moviendo y se atreve a mirarlo. 

  La lectura concentrada, el fenómeno que supone sentirse atrapado por lo que se está leyendo, vincula a estos dos personajes cuya función en el relato es antagónica; aun así, la pasión lectora los aúna. Pero ¿por qué se extraña el presunto terrorista de este hermanamiento lector? ¿Por el contenido de la novela, por el autor, por el mero hecho de que un torturador esté leyendo una novela en un descanso de su violenta actividad? No lo sabemos.

El libro que el policía sostiene en sus manos y lee – con gusto por primera vez en su vida-, procede de una incautación realizada en una celda de prisiones por su novio, un funcionario al que sí le gusta leer y comentar las obras. Por eso le ha regalado el libro a su pareja, con la esperanza de que hablarán de él cuando se vuelvan a encontrar.

Antes de haber pasado por la celda donde lo requisaron, este libro había vivido su propia peripecia: había sido robado de la biblioteca municipal, donde una mujer que cumplía su obligación laboral quiso leerlo más tarde y nunca pudo. La joven, que se lo llevó sin permiso, intentó venderlo sin éxito para financiarse droga, de manera que el libro acabó en casa de su antiguo novio, del que ella no quiere volver a saber nada. Junto a esta pareja de drogadictos y pequeños criminales, el valor del libro se transforma en una caja de caudales simbólica: guarda en su contenido los recuerdos -las fotos- de unas vacaciones en el Mediterráneo que la pareja de ladrona y preso habían pasado juntos.

Identidades

Los personajes-personas de Bibliografía son mencionados de diversas formas: su identidad se irá plasmando en aumento de personaje en personaje: el primero es “El presunto terrorista”. Y atención: no se trata de un terrorista cualquiera, sino que es “el (presunto) terrorista”, es decir, “él”, un personaje conocido para quienes lo interrogan y torturan. Por el contrario, para quien lee esta historia carece de identidad. En relación con su persona se describen emociones: además de sufrir físicamente, le asalta el recuerdo de la pasión que sintió al leer la novela, la misma que su torturador parece sentir ahora. Tan vivo es el recuerdo que ha olvidado las preguntas del interrogatorio.

El policía tampoco es presentado con su identidad propia: un número y una letra lo definen. El conocimiento de la identidad del tercer personaje va acercándose a la revelación, pues al menos se ofrecen las siglas: A.J.C., y su relación con el personaje anterior: son novios. Este A.J.C.encontró la novela en la celda de un preso de cuyo nombre no se acuerda, ni de su cara ni de si el registro tuvo éxito o no. Sin embargo, se identifica al preso con su nombre de pila: Pedro.

Conforme aumenta la mención de la identidad se trastoca el interés de las personas por el contenido del libro.

El siguiente personaje ya aparece, vinculado a Pedro, con nombre de pila y primer apellido: Sara Fuentes. Se sabe algo más de su vida, no solo por su retrato en las fotos guardadas entre las páginas, sino también que ha vuelto a vivir a casa de sus padres; que odia haber convivido con Pedro y que ha dejado atrás una vida dependiente de drogas duras y acciones criminales.

Si el impacto que produce el libro y el uso que se hace de él mientras cambia de dueños es irregular, la identidad de los personajes-personas se va revelando a cuentagotas en un crescendo que culmina con la muerte trágica de quien sí es identificable a través de su nombre completo. La trayectoria de las etapas del libro en retrospectiva ha llegado a su fin con la muerte de la bibliotecaria: Alicia Fernández de Larrea.

Esta es su identidad, tal y como aparecería en una lápida.

Al final, la vida continúa de una manera anónima, anodina: el policía cierra el libro y se levanta, el presunto terrorista recuerda la leve alegría que sintió al comprar la novela porque sabía que le haría bien leerla (pasar una mañana entera junto al escaparate de aquella cafetería) mientras estaba apostado observando el lugar donde iba a explotar la bomba cuyos efectos colaterales destruirían la vida de alguien que quiso leer y no alcanzó a hacerlo.

© María Jesús Beltrán Brotons, Freie Universität Berlin

Colofón

Aquí les transcribo el comentario de Fabienne Szücs, una estudiante de Hispánicas de la Freie Universität, a la que le ha interesado en especial el tema de la identidad en este relato de Zaldua. En nuestras discusiones en clase Fabienne se expresó como sigue: 


En mi opinión, la ocultación de los nombres no es una manera de quitar las identidades de los personajes, sino de protegerlas. Sin importar quién es delincuente y quién víctima, ya que todos son víctimas de las circunstancias a las que se ven expuestos. Cuando el policía 76635-Q tortura al terrorista vemos el acto de torturar escondido tras este nombre en clave. Es decir, trabaja en un entorno que infringe esta violación de los derechos humanos y evaluamos la situación en este contexto. Pero si el policía se llamara Fernando, percibiríamos la situación de forma diferente aunque la persona no cambia. 

Fabienne Szücs