El microrrelato de JAVIER SÁEZ DE IBARRA titulado La lección del señor gordo, aparece publicado en la antología Mar de pirañas. Nuevas voces del microrrelato español (Ediciones Menoscuarto, Palencia, 2012, pp. 80-81), en edición de Fernando Valls.
También se puede leer aquí.
Javier Sáez de Ibarra (Vitoria, 1961) es profesor de Lengua y Literatura en un instituto de Madrid y ha publicado tres libros de cuentos en la editorial Páginas de Espuma: El lector de Spinoza (2004), Propuesta imposible (2008) y Mirar al agua (2009).
En la pregunta n° 9 de la entrevista que leemos aquí, formulada como sigue: ¿qué haría falta para que el relato tuviera una mayor presencia e importancia en la literatura española?, Sáez de Ibarra responde:
Creo que los cuentos deberían utilizarse para explicar Historia o Filosofía en los institutos. Sería beneficioso que se analizaran en las universidades como los poemas: su tema, sus influencias, sus recursos expresivos, etc.
Vamos a „aplicarnos el cuento“ y a reflexionar sobre su Lección del señor gordo y en especial, sobre la re-acción del alumno-narrador cuando regresa a su casa, que a mi entender es el verdadero regalo de la historia: aquello que zarandea la indiferencia.
La lección del señor gordo
No todo son ficciones: Ukraine Girl
Niña Ucrania, el microrrelato de Carmela Greciet que hemos leído, analizado y comentado en otros apartados de este blog, apareció ya en lengua alemana, traducido por Heike Brandt. Hoy lo publicamos en lengua inglesa, en la traducción de Louise Mc Cloy, mi compañera de inglés del Departamento de Lenguas, con la que comparto, no solo el trabajo en la universidad, sino también unos encuentros semanales enriquecedores para las dos en los que hablamos alternativamente en su lengua materna o en la mía. De estos intercambios surgió la idea de traducir el texto de Carmela Greciet, que tanto le había gustado a Louise cuando se lo di a leer. Estoy muy contenta de haber enlazado así en este espacio virtual a personas que aprecio y con las que comparto más que palabras. Gracias a todas ellas.
Ukraine Girl
I had just entered the lift to go to the park with my mother, but she was so distracted by her mobile that she couldn’t react in time, and the door closed, leaving me alone inside.
I reappeared a few floors further up, where a woman I had never seen before was waiting for me. She angrily shouted at me in Ukrainian – or at least that was what I assumed it to be. Still feeling dizzy after my first trip alone, I didn’t have the strength to resist and did what her gestures, the universal language of mothers, told me to do: ‘get inside the flat!’
At first I thought of escaping down the stairs, but as the days passed by and she didn’t come up to look for me, my pride was hurt and wanted revenge. What’s more, as time went by, I began to take a liking to borsh, galushki, little pieces of salo, kulich, the sweet zapecanca, and having a brother – I had always wanted to have a brother – so I decided to stay.
Now I’m going to a state school, where I have Spanish lessons five times a week. As I don’t speak, my mentor reassures the other teachers by saying, ‘it’s because she’s going through the silent period. But wait till she gets started….those Eastern Europeans are very disciplined.’ Everyone thinks that I’m very tall, but that’s because they put me in a class two years lower than I should be.
The other schoolchildren shout at me in the school yard, ‘Ukraine girl! Ukraine girl!’
Several weeks have passed by and today, for the first time, I saw her. She was leaving through the main door as I entered with my brother. She looked radiant, hand in hand with her new boyfriend. As she saw me, she cried out, ‘Oh, what a cute little girl! And hasn’t she grown!’ And then, in a low voice, she explained, ‘They’re the ones from the 5th floor – the ones from Ukraine.’
Autora: Carmela Greciet
Traductora: Louise Catherine Mc Cloy
Wetterseite (I), el lado de la lluvia
El sustantivo alemán Wetterseite tiene su propia entrada en Wikipedia, pero observen que solo aparece en esta lengua. Nos gustaría conocer las razones, pero hoy no nos interesa andarnos por las ramas, sino fijarnos en algunas construcciones o Bauten, expuestas a las inclemencias del tiempo.
La palabra Wetterseite está compuesta por otros dos sustantivos: das Wetter (neutro) y die Seite (femenino). La primera palabra la podemos traducir al español, solo teniendo en cuenta el contexto, pues puede hacer referencia al tiempo climático (Qué tiempo hace …) o al cronológico (Cuánto tiempo hace …).
Con Seite también hay que andarse con cuidado: puede significar lado, costado, hoja (de papel), etc., y da mucho juego combinada con verbos y preposiciones:
jemandem zur Seite stehen: apoyar a alguien. Jemanden zur Seite nehmen, (um ihm etwas zu sagen): apartar a alguien para decirle algo (se lo vemos hacer a menudo a don Quijote con Sancho).
Ahora bien, lo que hoy nos ocupa es la palabra compuesta en su totalidad WETTERSEITE y cómo la vemos desde la mirada española.
Dejemos hablar a las imágenes de estas callejuelas de un pueblo español, en donde tienen en cuenta la „Wetterseite“ a la hora de proteger la fachada por la que llega la lluvia en …
… calles de Hervás ….
con sus casas, sus fachadas, protegidas por EL LADO DE LA LLUVIA
Hervás es un municipio español situado al norte de la región de Extremadura, en el Valle del Ambroz, y vinculado históricamente a Béjar, villa salmantina.
En esta localidad se viven las cuatro estaciones del año, cada una de ellas con sus particularidades. Vean, si no, las fotos del jardín en el llamado
El jardín del convento situado en esta localidad cacereña.
Mitbürger …. ¿conque ciudadano … o con qué ciudadano?
Copio a continuación unas reflexiones de mi profesor de alemán, Andreas Ulrich, de quien sigo aprendiendo después de tres décadas de estudio e intercambios. Trabaja como profesor e investigador en el Sprachlehrinstitut de la Universidad de Konstanz, ciudad alemana que linda con Suiza.
Véase este puzzle como botón de muestra de su trabajo.
Pero ahora vayamos a la cuestión que hoy nos ocupa: Le pedí a Andreas hace unas semanas que me explicara la palabra alemana Mitbürger, que está compuesta por el prefijo mit- (con) y el sustantivo Bürger (ciudadano). Y como suele ocurrir, cuando se hacen preguntas que ponen el dedo en alguna llaga, se abre una ristra de cuestiones a las que hay que atender después más allá de la duda inicial.
Una rápida ojeada a la entrada MITBÜRGER del diccionario Linguee nos presenta variedad de traducciones – primer motivo para empezar a sospechar de que hay gato encerrado-: ciudadanos, personas, compatriotas, vecinos de…, contemporáneos.
Veamos pues la explicación que Andreas Ulrich nos envía desde la Universidad de Konstanz:
MITBÜRGER ist als Wort vielleicht nötig geworden, weil im Deutschen die Unterscheidung BOURGEOIS / CITOYEN fehlt: BÜRGER hat leicht einen Beigeschmack von BOURGEOIS – nicht immer, klar!, aber MITBÜRGER ist jedenfalls ganz frei von solchen Konnotationen.
Ein Kollege hier sagt, MITBÜRGER diene Politikern zur Verschleierung der Hierarchie, und ehrlicherweise müsse man es mit „Ihr da unten“ übersetzen; es sei also ähnlich verlogen wie MITARBEITER, wenn der Chef das in Bezug auf seine Untergebenen gebraucht. Mir scheint aber, beides trifft vor allem auf die Rede von Obermackern zu. Im übrigen möchte ich ja durchaus zu meinen Mitbürgern (oder eher zu meinen MITMENSCHEN?) ein gleichberechtigtes und gutes Verhältnis haben.
Interessant finde ich, wie viele Wörter wir in diesem Bereich haben: Mitbürger, Bürger, Mitmenschen, Zeitgenossen, Nachbarn, Nächste, … und wie produktiv die Vorsilbe MIT– ist.
Quizás esta palabra, dice Andreas, se haya hecho necesaria porque en alemán no existe la diferencia entre burgeois y citoyen: con la palabra „Bürger“ le queda a uno cierto sabor de bourgeois, claro que no siempre. Pero „Mitbürger“ carece de esa clase de connotaciones.
Un colega del Departamento de Lenguas dice que „Mitbürger“ es una palabra que los políticos usan para encubrir la jerarquía, y en honor a la verdad, habría que traducirla diciendo „eh vosotros, lo de ahí bajo“; de manera que -sigue opinando el colega- resulta igual de falsa que la palabra „Mitarbeiter“, cuando el jefe la usa refiriéndose a sus subordinados. Pero a mí me parece -opina Andreas- que ambas aparecen en contextos de discursos dados por adalides. Por lo demás, yo sí que quiero mantener una buena relación, en igualdad de condiciones, con mis „Mitbürgern“ ( ¿o habría que decir más bien MITMENSCHEN?).
Lo que me parece bien interesante -concluye mi profesor de alemán- es la cantidad de palabras de las que disponemos en este ámbito: Mitbürger, Bürger, Mitmenschen, Zeitgenossen, Nachbarn, Nächste, … y lo productivo que resulta el prefijo MIT-.
Anotación: Macker es una palabra alemana del registro coloquial que se refiere a alguien, un hombre, que lidera un grupo. Con el prefijo „ober“ se refuerza esa idea de guía y cabeza.
Espejos (y II) de memoria …
Hace unos días apareció la primera parte de una redacción escrita por una estudiante de la Freie Universität sobre ciertos espejos que salpican un bosque de Berlín.
A continuación copio la segunda y última parte:
Reacciones
En 2001, poco antes de la inauguración del monumento se desató cierta polémica. Un artículo en el periódico Die Tageszeitung de 2001 relata como la decisión por el tipo de monumento fue resultado de un concurso y una alternativa hubiera sido mucho más visible a los visitantes de la Waldbühne pues el proyecto escogido le resultó a algunos demasiado escondido.
Asimismo, se criticó el hecho que el lugar exacto donde se llevaron a cabo las ejecuciones durante la Segunda Guerra Mundial no resulta accesible al público por que es usado por la policía. Hasta hoy esto no ha cambiado.
Los espejos del monumento se adaptan al lugar por estar dentro del espacio de la policía y por su inclinación reflejan partes que sin ellos estarían invisibles. Por otro lado, una entrevista ha expuesto una opinión mas positiva: con su silencio el monumento parece entrar en otro nivel de consciencia y hace entender un poco más el miedo y la sutilidad de una amenaza con que eran confrontados los soldados finalmente ejecutados.
Otro entrevistado llama atención a lo especial que es un monumento para soldados desertores, que en muchos otros países y otros contextos también han sido ejecutados por su oposición.
Alemania ha creado en los últimos decenios una plataforma moral para que un monumento de estas características pueda existir. De hecho hasta 1997 el acto de ejecución contra “Wehrkraftzersetzer” durante la Segunda Guerra Mundial no fue denunciado como antijurídico.
Un monumento adecuado
Los espejos me han impresionado y me han hecho reflexionar más sobre el tema. Tanto sobre las ejecuciones, lo que significaron, su contexto, como también en lo que se refiere a un monumento de memoria histórica. Dado que no es muy conocido en la ciudad creo que de veras está demasiado escondido.
Pero por otro lado, parece un lugar muy adecuado, el monumento hace algo más accesible un lugar que normalmente no lo es (área policíaca) y refleja la inseguridad y la amenaza que habrán sentido las víctimas para las que fue levantado el monumento.
En ese sentido me parece un buen monumento de memoria histórica. La sutilidad del diseño y lo disperso que es le dan una nueva dimensión a lo que para mí significaba un monumento histórico.
En esta dirección pueden verse más fotos: https://www.denkzeichen-am-murellenberg.de
Autora del texto: Kim C. v. Schönfeld – 10.12.12
¡Guelte! ¡Guelte!
En estas líneas vamos a acompañar a Sancho que entre alegre y triste venía caminando sobre el rucio a buscar a su amo, cuya compañía le agradaba más que ser gobernador de todas las ínsulas del mundo.
Nos situamos en la segunda parte de la novela Don Quijote de la Mancha, en el capítulo 54 que usted puede recordar abriendo esta página:
https://cvc.cervantes.es/literatura/clasicos/quijote/edicion/parte2/cap54/default.htm
Sancho acaba de tomar una decisión: dejar el gobierno de la ínsula (que él nunca se puso a averiguar si era ínsula, ciudad, villa o lugar la que gobernaba). Al poco encuentra en su camino a seis peregrinos con sus bordones. Estos se le plantan delante formando una especie de coro cantando y le gesticulan algo como aquel que está pidiendo, al menos así lo entiende Sancho, quien saca de su alforja la poca comida que lleva consigo:
y como él, según dice Cide Hamete, era caritativo además, sacó de sus alforjas medio pan y medio queso, de que venía proveído, y dióselo diciéndoles por señas que no tenía otra cosa que darles.
Los peregrinos toman lo que Sancho les ofrece, sin embargo se dirigen a él exclamando:
—¡Guelte! ¡Guelte!
Palabra que Sancho no entiende. Entonces ocurre algo conocido para todos los que han vivido una situación de comunicación lingüística limitada por el desconocimiento de la lengua usada: se recurre a los gestos.
Esta es la descripción de los movimientos corporales que los personajes realizan en el texto original:
Entonces uno de ellos sacó una bolsa del seno y mostrósela a Sancho,
por donde entendió que le pedían dineros
Sancho, recordemos, regresa de ser gobernador y va sin blanca, es decir, sin dinero (no tenía ostugo de moneda). Así lo da a entender a los extranjeros, con un gesto que hoy en día no sería el habitual:
y él, poniéndose el dedo pulgar en la garganta y estendiendo la mano arriba,
les dio a entender que no tenía ostugo de moneda
Observemos que en ambos casos aparecen dos verbos de acción (sacar una bolsa y mostrarla; ponerse el dedo pulgar en la garganta y *estender la mano arriba) que describen movimientos corporales muy sencillos. A continuación se utiliza el verbo „entender“, con lo cual se da por concluida la situación comunicativa.
Ahora bien, ¿cuál sería hoy en día el gesto utilizado para pedir limosna? ¿Y cómo es el de expresar, sin palabras, que no se lleva dinero encima?
Arrouto
En „Los consejos para gobernar tu persona y casa“ que don Quijote le da a Sancho leímos al final del fragmento esta última frase:
Ten cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos, ni de erutar delante de nadie.
Pues bien, uno de estos día me encontré por el pasillo del Departamento de Románicas a Jairo, el lector de gallego, del que sé que se ha leído la novela de Cervantes atentamente. Le comenté este último consejo de don Quijote con la réplica de Sancho:
– Eso de erutar no entiendo –
Entonces Jairo me contó lo que unos días antes le había ocurrido con una palabra en su clase de lengua gallega: arroutar. De esa conversación surgió la idea de conectar aquí el pasaje de los consejos que Don Quijote le da a Sancho con la reflexión de Jairo.
Hoy presentamos en esta sección „En otras lenguas“ el texto que Jairo ha tenido la amabilidad de escribir para las „Letras en danza“ de la Freie Universität de Berlín.
Arrouto
Cando se di de nós que somos xente apoucada e indecisa é que se descoñece que dende a nosa máis fonda fondura abrolla a forza que tronza a nosa incerteza: o arrouto.
Arroutamos cando degustamos un manxar culinario exquisito e, por mor da acumulación de burbullas de ar no noso interior, ceibamos gas pola nosa boca, nunha sensación dobre, de liberación e de vergoña.
Tamén temos arroutos cando, dun xeito inesperado, debemos tomar decisións que contradin esa nosa indecisión. Decisións tomadas ao eito, sen reflexión, súbitas que aparecen sancionadas no noso diccionario académico con percepcións morais que nos indican que as arroutadas conlevan erros, imprecisións e arripentimento. Non somos apoucados pero sanciónachenos a lingua para que así o sexamos!
Abofé que ao arroutar, as máis das veces, sentimos un fondo e súbito arrepentimento debido á nosa falta de reflexión: unha ración máis pequena, un grolo menos de gaseosa, unha profunda ponderación antes de abrirmos o papo, unha sisuda revisión antes de nos botar a camiñar cara a incerteza que –segundo nos din- é o noso estado natural.
Cantas cousas haberían de se facer non ao chou, non á velas vir, senón por arroutadas? Esa forza interior que gabea pola nosa gorxa até chegar á boca na que provoca un dioivo de todo o que levamos agochado –as máis das veces por tempo de máis e por respecto aos presentes- e que nos impedía continuar? Quen precisa neses casos a segura e sobria calma do alkasetzer ou da serenidade abodo que moderen os nosos interiores?
Arroutadas temos todas pero poucas veces sabemos quen as causa e moito menos podemos prever que é o que nos van provocar; porén, ás veces, o arrouto non é máis ca un sinal da conclusión dun proceso acumulativo, coma todo na vida, e, como tal, cómpre que sexa por unha enchenta de larpeiradas e non de escarnios.
Jairo Dorado Cadilla
Lector de Gallego en el Institut für Romanische Philologie
Freie Universität Berlin
REVELACIONES (y V): Un dedo en los labios (II)
Los 23 primeros microrrelatos del libro, de temas bíblicos, son narraciones que se presentan como escritas ya: “dice un papel antiguo” (33), “un documento de aquel tiempo dice que” (39), “una noticia antigua dice” (28), “sabemos que el escritor antiguo decía así” (28), “Esto dice un papel, que hay escrito,” (34), “dicen unos papeles antiguos” (17). Pero en ellas se revela lo que las mujeres sienten. Por ejemplo, la soledad de las hijas de Lot, la alegría de Ruth y Noemí (27), la compasión por Zuleika (26), la piedad de una prostituta que acogió y ayudó a unos forarsteros en su casa “porque sí, por nada, porque estaban en peligro” (23). Las quejas de una mujer que le pide al rey justicia en un pleito que tenía con otra, porque ésta “le había propuesto a ella que guisaran a su hijo”, por el hambre que sufrían, y así lo habían hecho, pero “ahora, esa otra mujer se negaba a guisar a su propio hijo para comérselo también”: el silencio del rey y de la suplicante, su “llanto muy quedo, y el golpeteo de guijarro contra guijarro”. El sonido aquí es lacerante (52). Aparecen también un hombre silencioso y su mujer, su traslado a Beit-Lehém, el silencio, que lo impregna todo hasta que les nace el niño, al que tampoco se nombra, los rumores y alegría de las gentes en esa noche. Se presentan todas estas situaciones desde la perspectiva de personajes que revelan una verdad humana en la historia.
En el capítulo dedicado a los “Retratos de mujeres parleras y cuchicheadoras” destaca un relato titulado La ladrona (93) que está ambientado en la actualidad, pero actualiza el tema de la crucifixión presentándolo desde una perspectiva diferente e iluminadora. En él se cuenta que una viejecilla se lleva unos clavos de una ferretería, porque en casa se le ha caído el Cristo de la cruz que ella tiene sobre la cama. Es presentada en la acción de entrar en la ferretería y dirigirse directamente hacia donde están los botes con puntas. En su actuación se vislumbra cierta indecisión
“Tomó un momento un clavo de estos en su mano, pero lo devolvió en seguida al paquete, como si la quemase”.
El dependiente, inquieto, le pregunta qué desea, pero ella quiere mirar sola. Esta viejecilla busca clavos, los pone en la palma de su mano y exclama por primera vez: “¡No, no, no!” al presionar las puntas sobre la yema de los dedos. Luego se describe cómo actúa ella con estas puntas y lo que siente:
“Pasaba y volvía a pasar también las puntas entre el dedo pulgar y el índice, todo a lo largo de aquellas, se quedaba como ensimismada un momento y, luego, como si sintiese un escalofrío, repetía en voz alta: “¡No, no, no!”.
Esta es la segunda expresión de las negaciones. El dependiente le insta a tomar una decisión. Ni él ni el lector pueden intuir qué le ocurre a la vieja. Ella calla, pero de repente se le ilumina la cara, sonríe y sale de la tienda. Se dirige a una mercería donde compra una cinta blanca. En el bolso lleva tres puntas “que había robado en la ferretería, aunque sólo para probarlas en su casa y luego devolverlas”. En casa vuelve a exclamar por tercera vez “¡No, no, no!” cuando prueba a meter los clavos en los agujeritos de un cristo. En este momento se revela el misterio: ella no niega tres veces como lo hizo Pedro, pasaje que conocemos por la Biblia, ella niega porque se siente incapaz de volver a representar la crucifixión de Cristo. Lo que hace, llena de alegría, es rellenar con cera los agujeritos y sujetarlo con una cita blanca, de manera que
“aquel Cristo suyo no tendría las heridas de los pies y de las manos”.
El lector se sitúa con la protagonista en el momento de aquella muerte, entiende que la viejecita lo salve de su dolor y siente su compadecimiento.
En este mismo capítulo vuelven a aparecer los seres de desgracia. En El museo, una mujeruca de un pueblo reconoce una piedra expuesta en un museo y se alegra mucho de que el nombre de su pueblo aparezca ahí. Pero ella sabe por qué reluce realmente esa piedra que había pertenecido a un templo antiguo dedicado al emperador Augusto; reluce porque esa piedra había servido de cantón a la puerta de la casa de una vecina,
“y allí se había pasado y se pasaba las horas muertas la Loli, la pobre, que era idiota y estaba paralítica” y concluye “¡cuántas veces la pobre se habría ensuciado encima de aquel emperador o lo que fuere! ¿De qué, si no, iba a estar tan suave y reluciente aquella piedra?”.
Son mujeres que conocen el mundo, han visto cosas y ahora las dicen, o mantienen silencio.
En el silencio de la narración y en la huella que ésta deja en el lector se encuentra la verdad que se muestra a través de la actuación o el recuerdo de unos personajes olvidados, relegados, invisibles a los ojos de la sociedad moderna. Dicha verdad se ha expresado en una forma escueta, en apenas unas líneas, porque escribir es, para el autor, “desnudar y despojar al mundo de oropeles y relucencias”.
La estética narrativa de Jiménez Lozano, que busca lo verdadero, encuentra en sus microrrelatos la esencia del manantial de la memoria. Ésta pone en cuestión “nuestra existencia misma”, porque
“cierta literatura verdadera hace presente lo que cuenta, invade nuestros adentros, nos hace vivir otras vidas que no son las nuestras, y ya no somos los mismos ni podemos mirar el mundo del mismo modo.”
Advenimientos, p.138.
En los microrrelatos de Jiménez Lozano se muestra a través de lo concreto el mundo. El lector se pone en la situación de la narración en la que se adentra, le da sentido y si hay revelación ésta le afecta y lo transforma. La apariencia, la forma breve, es parte de la sustancia de la vida si se le sabe dar un significado: la superficie tiene un valor que viene dado por la palabra y revela lo invisible para la sociedad.
(Quinta y última parte del artículo publicado en la revista ÍNSULA, Revista de Letras y Ciencias Humanas, n° 741)
REVELACIONES (IV): Un dedo en los labios (I)
Para entender el mundo y la visión que Jiménez Lozano nos ofrece de él en los microrrelatos, es necesario entrar en el ámbito del silencio. Éste es el tema central de todo el libro Un dedo en los labios.
En la portada contemplamos el perfil de una hermosa joven, una Madonna de Filippo Lippi, con la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo, que posa el dedo índice sobre sus labios en actitud de recogimiento. Pero ¿es esta imagen la representación de una mujer que pide silencio o se lleva un dedo a los labios porque calla, está interiorizando algo?
El lector se detiene, en una segunda estación, en la cita preliminar que habla de la circunstancia en la que ha nacido la obra:
“Una silueta que se lleva el dedo índice a los labios y con esta inscripción por encima: “Silentium”. Es esta cantidad de silencio la que exalta a un novelista y le permite construir un personaje.”
Esta estética del silencio, de la que nacen los “retratos” de mujeres que componen el libro, encuentra su parangón en la pintura, en especial aquella que el mismo autor comenta en su ensayo Pintura de silencio (Retratos y naturalezas muertas). Es el silencio creador del escritor, quien ve, escucha y plasma las historias; y es también el silencio necesario de la lectura.
La colección se abre con una invitación a mirar hacia atrás, a adentrarse en el recuerdo (La recordadora), y se cierra con el retrato titulado Espejos. En este último aparece una dama que está buscando un “espejo verdadero o del desengaño” ante el cual poder declamar en un teatro desnuda con una calavera – recordemos las pinturas de George de la Tour – y junto a una silla en la que reposa su libro y una candela encendida, el siguiente monólogo:
“Porque así como se ven en un espejo las cosas a lo trocado… así pasa con la muerte como con el espejo verdadero … porque lo que en la vida tenéis a la derecha … allí lo hallaremos a la izquierda.”
La dama corta todas las conversaciones “en cuanto se decían dos o tres palabras”, pide silencio “poniéndose el dedo úndice en los labios” para que “el espejo verdadero” hable. Este espejo que ella busca es el libro Un dedo en los labios, porque en él las historias que se nos cuentan aparecen “a lo trocado”, es decir, el mundo se ve, gracias al espejo, desde otra perspectiva. Por ejemplo, la mujer de Lot que se convirtió en estatua de sal, aquí en el relato que abre el libro y se titula La recordadora, tiene vida propia y sonríe. El lector, desde las primeras líneas reconoce que se trata de la huida de Lot y su familia pues se dice que “fueron avisados de que un fuego de lo alto caería”. Los personajes, presentados por los sentidos de la vista y oído (miraban, veían, se oía) sienten curiosidad, o desasosiego. El lector sabe ya que “se les advirtió también de que en su huida no deberían volver la vista atrás”. La protagonista es la mujer de Lot, porque es ella quien, en esta huida, comienza a contar historias de su infancia, de un pájaro que había muerto, de un anillo de oro que se le perdió, y aún echaba de menos. Además, está el silencio, porque cuando
“quiso seguir contando otra historia que parecía venirle a la memoria, no lo hizo, sólo se le oscurecieron los ojos y calló”.
Se supone que sería porque era algo también perdido. Lo que ocurre luego todo lector lo sabe y es que
“volvió la vista atrás” y se transformó “como de una piedra traslúcida … como de cristalitos de sal”.
Sin embargo, el vuelco súbito revelador resulta del hecho de que “ella”, la protagonista de este cuento, “sonrió”, y es que “ella no parecía triste, sino que seguía sonriendo y seguramente recordando, y ya se quedaría allí para siempre así, con esa memoria”. Aquí la revelación es que esta mujer sonríe y adquiere una relevancia no solo como “figura de sal” sino con expresión y vida propias.
Todos los microrrelatos del libro están reunidos bajo epígrafes que anuncian ya la característica más marcada de las protagonistas, pero que no agotan su ser y representación: son mujeres antiguas, mujercillas, silenciosas, parleras y cuchicheadoras, ríen, tienen secretos, son misericordiosas.
El silencio en el que nacen estas historias, y también las invade, abre paso a la vida de mujeres que se nos hacen presentes en un espacio de una o dos páginas. Ellas han pasado “sin hacer ruido”. La vida de las mujeres “ha sido tan atroz y tan vergonzosa”, dice Jiménez Lozano, que “me parece a mí que estamos aún a miles de años luz de la simple humanización de la especie” (Una estancia holandesa. Conversación con Gurutze Galparsoro. 1998, p. 34). En estos relatos escuchamos “el silencioso grito de su corazón”, el de las mujeres: son ellas el centro de atención. Aquí hablan, ríen, sufren, expresan conmiseración, se consuelan unas a otras. Son mujeres que llevan una “gran carga sobre sus espaldas”, mujeres que dicen “sus propias palabras de mujer”.
(Cuarta parte del artículo publicado en la revista ÍNSULA, Revista de Letras y Ciencias Humanas, n° 741)