Letras en danza

Lengua y Literatura en Español

Secretos ……… a voces

La aportación de este fin de semana en LETRAS EN DANZA es tan sencilla -un enlace – como enriquecedora.

En un incipiente canal en YouTube, Andrea Pešková y Ariadna Benet nos regalan explicaciones contundentes sobre Interferencias fonético/fonológicas del alemán en el ELE (Español Lengua Extranjera). Estas dos especialistas nos ofrecen una intervención audiovisual que recomiendo a toda persona cuya lengua vehicular sea el alemán y esté aprendiendo el español: Vean, pero sobre todo escuchen, percibiendo diferencias, tomando apuntes, para después seguir investigando…

Titulo esta entrada de hoy Secreto …… a voces, orientándome en la acepción número 7 del sustantivo secreto que leemos en el diccionario de la RAE: En algunas cerraduras, (léase, la boca) mecanismo oculto, cuyo manejo es preciso conocer de antemano para poder abrirlas.

Agradezco a mis colegas de la Universidad de Osnabrück y de la Universidad de les Illes Balears esta aportación que ustedes pueden disfrutar cliqueando aquí: Interferencias fonético/fonológicas del alemán en el ELE.

CIERRE DE OPERACIÓN

En estas LETRAS EN DANZA leímos hace unas semanas un poema de Itzíar López Guil publicado en VALORES NOMINALES en Ediciones de La Discreta, Madrid, en 2014. Destaco aquí, de aquella entrada, el comentario de Marina H. que dice así:

El salto de valla me resulta inconcebible como experiencia. Uno es víctima, y por tanto la palabra se le presenta siempre puesta después del desastre; o uno es superviviente (incluso de lo que nunca le tocó vivir) y, por tanto, siempre habla de alguna manera de lo que viven otros. Los otros pueden ser los yoes ficcionales. Pienso que esos dos lados de la valla están siempre presentes porque todo instante puede ser el del peligro. Puede que no llegue, y nos quedemos a este lado de la valla. Puede que llegue y estemos al otro lado, sin saber muy bien cómo hemos saltado. Lo hicimos. Estamos ante otra valla. La del lenguaje y la de la vida, supongo.

Sí. Eso es.

Estamos llegando al final del semestre universitario alemán en el que por primera vez en la historia las clases se han impartido en su totalidad de forma virtual: a través de pantallas. Hayamos saltado vallas o no, siempre estaremos ante una u otra. Nos quedan la palabra y el silencio. También cierta actitud de resistencia que recoja y reúna reflexión (reflejos, como escriben a veces estudiantes en sus textos: un bello error de léxico).

Cerramos esta operación del semestre corona con el análisis prometido del poema de Itzíar López Guil y algunos retazos de comentarios …

El poema titulado “Cierre de operación”, de la catedrática de Literatura Española y poeta, Itzíar López Guil, publicado en el libro “Valores nominales” (Madrid, 2014), presenta la acción de saltar la frontera vallada que separa Europa de África en uno de los exclaves españoles del norte de este continente.  

La expresión “cierre de operación”, que compone el título, es utilizada normalmente en dos ámbitos: el comercial y el militar. Una operación comercial constituye una negociación que cuando se concluye, se dice que se cierra. Este cierre permite conocer el resultado económico de un periodo determinado y cuantificar las ganancias o las pérdidas. En alemán se dice Geschäftsabschluß. Una operación también puede desarrollarse en el ámbito militar. En este caso se trata de una planificación de carácter logístico que se lleva a cabo con un objetivo definido. Cuando se termina la operación y se hace balance se habla de “cierre de operación“. 

Este poema está estructurado en cinco estrofas de diferente forma y longitud, que no siguen un modelo preestablecido, ni cumplen ningún tipo de rima. En algunos versos la última palabra se interrumpe, se corta, y sigue en el verso siguiente. 

Se aprecia cierto ritmo creado por varias figuras literarias como, por ejemplo, el paralelismo en el uso de las negaciones y el contraste de orden (primero/último): “No eres el primero que se arriesga. Tampoco eres el último en llegar”; la repetición del mismo  conector: “Por eso hay una valla y vigilancia”, “Por eso, cara a cámara enfrentados […]”; así como las aliteraciones “valla y vigilancia”, “cara a mara”, “tratando de trazar tu crucecita en la pizarra”.

El yo póetico dirige la palabra a un tú poético que procede de fuera del espacio geográfico del yo poético (“Naces fuera del mapa”), y presenta el recorrido realizado desde un lugar remoto en el continente africano (“surcando la malaria y la guerrilla”) hasta llegar a la frontera y saltar la valla vigilada

Ambos sujetos son anónimos. Sin embargo, el tú se asimila a otros seres semejantes a él “No eres el primero que se arriesga“, se le califica como “soñador“ y se le describe como hambriento: “tiza del hambre“. 

La perspectiva de quien presenta la situación es mediática, es decir, el recorrido descrito se enmarca en una “pantalla” y va acompañado de comentarios ajenos al yo poético (“Nos dice el reportero en las noti-/cias”). 

El léxico utilizado se asocia por un lado con la guerra: guerrilla, valla, vigilancia, afilar, alambre, ingenio, crucecita; y por otro lado, con elementos representativos de una sociedad occidental: reportero, noticias, progreso

Un aspecto relevante del poema es que su apariencia parece reflejar lo que describe: Corres un año y medio (verso 1) se refleja en la longitud de la primera estrofa. La valla del verso 8 también la proyecta el verso mismo, ya que se encuentra entre la primera estrofa y el resto del poema, como una valla

In Memoriam V

Y a veces se sentaba allí a la sombra con su gata, que era muy lista y conocía a los amigos del señor Ahmed desde lejos, en cuanto los veía venir por el camino a la puerta del corral, que daba a las huertas y estaba siempre un poco entornada.

–      ¡Buenos días, señor Ahmed!- decía el niño.

Y contestaba el señor Ahmed:

–      ¿Qué dice el perillán? 

Y allí se estaban un rato en silencio, viendo lavarse la cara a la gata o mirando a algún gorrioncillo, o las sombras que hacían los alabeos de la cal en la pared; y luego ya decía el niño:

–      ¡Hasta luego señor Ahmed!

–      ¡Hasta luego perillán!

José Jiménez Lozano, El mudejarillo, págs. 35-36.

Fragmento elegido por Martina Negredo, Soria (España).

In Memoriam IV

En mi última visita a casa de don José Jiménez Lozano, en Alcazarén, fui acompañada de dos buenas amigas: Begoña y María Jesús. Ellas querían conocer a don José, que nos atendió con su esposa Dora. Estoy hablando del invierno de 2019. Hace unas semanas les pedí que eligieran un fragmento de alguna obra del escritor con quien estuvimos conversando toda una tarde. Pues bien, María Jesús Paredes Casado fue la primera que me envió esta primera cita, que algunas personas de mi entorno laboral han tenido la amabilidad de traducir: al alemán, francés e italiano. Gracias a todas ellas.

… Y cerca de la terraza, bajando unos escalones, estaba la alcoba de Sara; pero Abram dormía muchas noches en la terraza misma, cuando le llegaba el sueño mientras miraba las estrellas y las iba uniendo y ensartando con unos hilillos de plata en su imaginación, tal como de niño había aprendido a hacerlo en Ur. Dibujaba con ellas un carro de cristal tirado por onagros de orejas muy tiesas, y chacales con ojos de zafiro, o un águila o una grulla de alas inmensas y negras, y sus plumas de plata enmohecida. Pero, sobre todo, sartas inacabables de cuentas relucientes para colocar en el cuello y en los brazos, o en los tobillos de las mujeres….

José Jiménez Lozano, Sara de Ur, p. 10.

… In der Nähe der Terrasse, ein paar Treppenstufen tiefer, war Saras Schlafzimmer. Abram aber, schlief oft auf eben dieser Terrasse, wenn ihn dort der Schlaf überkam, während er sich die Sterne ansah und diese in seiner Vorstellung auf dünne Silberfäden reihte. So, wie er es als kleiner Junge in Ur gelernt hatte. Er zeichnete mit ihnen einen Wagen aus Kristall, der von Onagern mit weit aufgestellten Ohren gezogen wurde, Schakale mit saphirfarbenen Augen, einen Adler oder Kranich, mit riesigen schwarzen Flügeln, dessen Federn aus schwarz-angelaufenem Silber waren. Vor allem aber unendlich viele Schmuckbänder, aus aneinander gereihten, glänzenden Steinchen, für Hals und Arme oder für die Fußgelenke von Frauen…

Traducción de L.A. y A.B. (Aufbaumodul 3 Sommersemester 2020)

… Et près de la terrasse, en descendant quelques marches, se trouvait la chambre de Sara; cependant Abram dormait nuit après nuit sur cette même terrasse, quand le sommeil le gagnait peu à peu alors qu’il regardait les étoiles en les unissant les unes aux autres, les enfilant avec de minuscules fils argentés surgis de son imagination, comme il avait appris à le faire lorsqu’il était enfant à Ur. Il dessinait avec elles un chariot de cristal tiré par  des onagres aux oreilles très rigides, des chacals aux yeux de saphir, un aigle ou une grue avec d’immenses ailes noires et un plumage d’argent moisi. Mais surtout des chaînes infinies de perles brillantes pouvant orner le cou et les bras, ou les chevilles des femmes …

Traducción de N.B. (Aufbaumodul 2 Sommersemester 2020)

… E vicino alla terrazza, scendendo dei gradini, c’era la stanza da letto di Sara; però Abram tante notti dormiva proprio su quella terrazza, quando arrivava il sonno mentre guardava le stelle e nella sua immaginazione le univa e le infilava con dei fili d’argento, esattamente come da bambino aveva imparato a fare a Ur. Disegnava con esse un carro di cristallo trainato da emioni con le orecchie rigide, e sciacalli con occhi di zaffiro, o un’aquila o una gru con delle ali immense e nere, e le sue piume d’argento ammuffito. Però, soprattutto, una sfilza infinita di perline luccicanti da porre sul collo e sulle braccia, o sulle caviglie delle donne …

Traducción de A.B. (Aufbaumodul 3 Sommersemester 2020)


Escuchar a Melquíades

¿Cuántas veces habremos recordado el famoso comienzo de la novela CIEN AÑOS DE SOLEDAD, de Gabriel G. Márquez? 

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota …. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquíades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. …

Sin embargo, que yo sepa, nunca se ha puesto en relación dicho comienzo con algún aspecto de nuestra era digital. Pues bien, Lea Batzel, una de las estudiantes de mis cursos de lengua, plantea en su comentario un paralelismo, potente como el propio imán.

Les invito a reflexionar con sus líneas. 

De herramientas y otros milagros inexistentes

Desde el principio de la humanidad, la gente ha estado haciendo nuevos descubrimientos. A cada invento le precede un proceso y, dependiendo de lo bien que este se desarrolle, los hallazgos resultan más o menos relevantes para la humanidad.

En el comienzo de la famosa novela Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, nos encontramos en una época en la que fenómenos como el magnetismo son una novedad para parte de la población, pero también experimentamos que es preciso conocer el uso y los límites de la herramienta llamada imán, objeto central de esta apertura novelística.

El coronel Aureliano Buendía, – en las primeras líneas del texto de ficción -, recuerda una tarde de su infancia en Macondo, en la que su padre lo lleva a conocer el hielo. Antes se presenta la llegada del imán al pueblo de manos del gitano Melquíades, con el que Buendía pretende hacerse rico sacando oro. Lo único que este encuentra, sin embargo, es un esqueleto y un rizo de mujer encerrado en una cajita, dentro de una armadura.

Entender cómo funciona este imán, o más bien cómo no funciona, es particularmente interesante en este texto. En Melquíades se encuentra una figura ambivalente que al mismo tiempo transmite saber, pero que también está marcada por prejuicios debido a su origen. José Arcadio Buendía es un personaje que asume dichos prejuicios. Esto le hace experimentar que un imán no atrae el oro, lo que se habría evitado si hubiera escuchado a Melquíades. El imán es un objeto que puede ser muy útil cuando se usa correctamente.

Tal vez este tipo de situación parezca anticuada, pero en realidad no podría ser más actual que en este momento. Vivimos inmersos en la llamada era digital. Parece que todo el mundo tiene al menos una comprensión básica de la tecnología. Los jóvenes parecen ser más activos en Internet que en la vida real e incluso las personas mayores disponen de un Smartphone y son capaces de desenvolverse haciendo video llamadas con sus hijos que viven repartidos por todo el mundo. Ahora bien, justo en una situación excepcional como una pandemia producida por Covid19 se hace evidente lo poco que se cumple este término en la realidad. El ejemplo concreto lo estamos viviendo en la universidad:  se esperan nuevos descubrimientos para poder gestionar la crisis, tanto los estudiantes como los profesores se encuentran en la misma situación que el señor Buendía. Todos buscan el oro, que en el caso de los universitarios se resume en una palabra: el saber.

Creemos que disponemos de herramientas que nos ayudan en su búsqueda. Buendía usa su imán y nosotros las nuevas tecnologías. Sabemos aproximadamente cómo hacer un uso adecuado de estas herramientas. Buendía había observado a Melquíades usar el imán y nosotros en la universidad llevamos un tiempo experimentando con dichas nuevas tecnologías. Pero, ¿estamos encontrando lo que buscábamos?  La respuesta es no. Ni el desgraciado Buendía ni los pobres de nosotros podemos encontrar lo que necesitamos. ¿En qué consiste la equivocación?

Es obvio que en el caso los personajes de la novela se aplican las leyes naturales: El oro no es magnético y ningún imán del mundo puede atraerlo. Pero él no lo sabía… o no quiso escuchar. Y aunque ahora la gente puede hacer video llamadas, las clases -el aprendizaje – resultan mucho más difíciles de manejar de lo que se esperaba que fuera un semestre digital frente a una pantalla. Pero ellos no lo sabían… ¿o sí?

Melquíades sí se lo había dicho a Buendía: su proyecto no funcionaría. Pero la tentación de encontrar oro era mayor y no prestar atención a los avisos de Melquíades es algo que no lo detiene.  El interés de no perder el tiempo, de permitir que la vida diaria de la universidad siga adelante y que los estudiantes continúen sus estudios era también mayor. Las preocupaciones y dudas de que todo esto pudiera salir mal, – ya que nadie estaba preparado -, y el cambio fueron demasiado repentinas, fueron ignoradas. Empezamos el semestre según el lema aprender haciendo.

Lo que falta en ambas circunstancias es la comunicación apropiada. A veces hay que escuchar a un Melquíades. Incluso si él o cualquier experto no dispone de otra solución en este momento. Las herramientas conocidas quizás no son las mejores. Buendía encuentra un cadáver, lo que puede ser muy emocionante para la continuación de la historia. Y la universidad también está esforzándose a lo largo del semestre. Pero, ¿a qué precio? ¿No se debería haber invertido mejor el dinero que gastó Buendía en el imán? ¿No se debería haber esperado más tiempo hasta que la tecnología fuera tan avanzada que se pudiera garantizar un semestre bien organizado?

La forma más fácil de encontrar respuestas será seguir con la lectura del libro y aprovechar al máximo el semestre creativo. Al final, tal vez quede claro que a veces el camino es el objetivo.

Lea Batzel, estudiante de la Freie Universität Berlin

 

Una cuestión de perspectiva

Comparto hoy con ustedes el texto escrito por una estudiante de la Freie Universität de Berlín. Es el resultado de efectuar una lectura lenta y restringida: limitada a las primeras líneas de una novela. Josefa Groß, que estudia Historia del Arte y Filología Hispánica, llegó en algún momento a Barcelona con una beca Erasmus. La protagonista de la novela que esta estudiante eligió, también llega una noche a esa capital cargada de libros e ilusiones.

La afirmación radical que desencadena las reflexiones escritas por Josefa nos atañe a todos los que nos movemos con nuestras maletas interiores por la vida. En este contexto, nos invita a reflexionar, además de sobre la situación actual “corona”, sobre esta cuestión:

¿Cuánto podemos creernos a nosotras mismas?

 

Una cuestión de perspectiva

Reflexiones a partir del comienzo de Nada, de Carmen Laforet

El mundo que nos rodea es un reflejo de lo que ocurre en nuestro interior. Este es un fenómeno que observo casi a diario. Cualquiera que planifique su próxima etapa tiene una idea de cómo se ve o cómo será lo planificado y las expectativas están ligadas a las ideas que proyectamos sobre lo que tenemos delante de nosotros.

¿Quién no conoce la sensación de llegar a algún lugar, a un lugar que ofrece tantos sentimientos nuevos que no importan los que lleves ya contigo? Una experiencia que te esperaba, o mejor dicho, que has estado esperando tú que ocurra. Una maleta llena de libros. Un paseo en carruaje a medianoche por las zonas más salvajes de Barcelona. Una joven llena de anticipación de lo que acontecerá en una ciudad donde empieza sola.  Nada, de Carmen Laforet, nos hace sentir todo esto ya en las primeras líneas. No es necesario haber leído el libro para ser invitada a realizar un viaje que nos lleva de la joven a nosotras mismas. Yo tampoco lo he leído: La primera página es suficiente para despertar la curiosidad en quien la lee, curiosidad que no es tanto sobre cómo continúa la novela, sino sobre su propia vida. Por las aventuras y noches cálidas en ciudades -todavía- extranjeras.

 

Conozco muy bien este sentimiento desde mi estancia en Barcelona, el desconocimiento de lo que está por venir y muchas expectativas -incluso intentando no tener ninguna- al mismo tiempo. Estas expectativas no se cumplieron como las había imaginado, pero no importa, porque una vez que estás allí, se “sobreescriben” de todos modos, con las experiencias. Lo que se intenta, lo nuevo, los personajes que se conocen, la posibilidad de aprender y utilizar otro sistema educativo y otro idioma (en el caso de la protagonista no está claro si habla otro idioma, pero se supone que domina el catalán y el español). Sólo pensarlo despierta el deseo de lo desconocido, de la aventura.

En el comienzo de la novela titulada Nada, publicada en el año 1944, se ve como una joven, una noche de un mes de octubre, llega a la ciudad de Barcelona y se dirige a la casa de unos parientes que viven en la calle Aribau. Es la primera vez que viaja sola en tren. Desde la Estación de Francia se desplaza en coche de caballos hasta la calle Aribau. Se ve el barrio Born, cercano a la Estación de Francia y del mar. La joven también divisa anchas calles vacías, el corazón de la ciudad. Pasa por la plaza de la Universidad. Una vez que llega a la calle donde viven sus parientes se fija en los balcones apagados del edificio adonde entra y en cuyo interior sube despacio por la escalera. La llegada y la entrada a la ciudad de Barcelona son expuestas como un acontecimiento y la reacción emocional de la narradora como un comienzo de simbiosis con el entorno.

Un aspecto interesante de este comienzo es la influencia que la perspectiva personal puede ejercer en el evento. En el caso de Nada, la protagonista probablemente se traslada a Barcelona para estudiar (describe la universidad con detalle y lleva una maleta llena de libros). Esta es una oportunidad y algo que ciertamente parece querer. Como va cargada de emociones anticipadas ve el mundo -la gran ciudad de noche- a través de gafas de color rojo rosado. Porque lo que vemos siempre está influido por lo que sentimos.

Para entenderlo mejor, podría ayudar un ejemplo contemporáneo, que incluso nuestra joven generación comprenderá bien: Especialmente en España, la crisis de Corona de este año ha tenido y todavía tiene graves consecuencias y meses de restricciones. No se permitía a las ciudadanas salir de sus casas, no había intercambio, ni seguridad de un salario o la propia salud. La libertad estaba restringida. Sabiendo esto, teniéndolo presente, una descripción de la metrópoli desde la perspectiva de un recién llegado probablemente habría resultado bien diferente de la de Nada. El resplandor de la noche no existiría, la excitación sería diferente. Esta comparación debe dejar claro lo configurados que estamos por nuestra propia percepción. Pero si eso es así, la pregunta sería, ¿cuánto podemos creernos a nosotras mismas? Cuando doy una vuelta por un apartamento y me siento tan feliz de mudarme, porque estoy realizando el sueño de una vida dentro de mí, ¿idealiza lo que veo en el primer momento? ¿Puedo en principio mirarlo todo y encontrarlo bien? Y al revés, cuando miro un apartamento porque mi pareja se ha separado de mí, con la que conviví, ¿todos los apartamentos que miro parecen tristes y aburridos? ¿Nos influye tanto nuestro subconsciente? La cuestión más interesante sería incluso, ¿podríamos manipularnos y si lo sabemos, podemos usarlo intencionadamente? De hecho, existen estrategias de este tipo en el ámbito de la supervisión, coaching o meditación para ponerse ´en el buen camino` y, en última instancia, para ser más feliz.

La protagonista de Nada es obvio que no depende de estas estrategias, ya que pinta una ciudad con su sed de aventura y curiosidad, que absorberá con los brazos abiertos en su vivacidad y calidez. Al menos hasta que “sobreescriba” sus expectativas con experiencias.

Josefa Groß

Freie Universität Berlin

CIERRE DE OPERACIÓN, de Itzíar López Guil

CIERRE DE OPERACIÓN

Naces fuera del mapa y corres
año y medio, como un loco, sur-
cando la malaria y la guerrilla,
hasta un punto con nombre y
con historia. No eres el primero
que se arriesga. Tampoco eres el
último en llegar.

Por eso hay una valla y vigilancia.

Por eso, cara a cámara enfrenta-
dos, se afilan el alambre y el
ingenio.

Nos dice el reportero en las noti-
cias que un salto es la medida de
tu fe.

Y allí vas, soñador, por la pantalla,
con la tiza del hambre entre los
dientes, tratando de trazar tu cru-
cecita en la pizarra oscura del
progreso.

 

Itziar López Guil: Valores nominales.

Ediciones de la Discreta, Madrid, 2014.

Prólogo de Ana Merino.

Ilustraciones de Carlos López Cortezo

 

 

 

ABSCHLUSS DER MAßNAHME

Du wirst außerhalb der Landkarte geboren und

läufst anderthalb Jahre, wie ein Verrückter, durch

Malaria- und Kriegsgebiete,

bis zu einem Punkt mit Namen und

Geschichte. Du bist nicht der erste,

der das riskiert, und auch nicht der

letzte, der kommt.

 

Deshalb gibt es einen Zaun und Überwachung.

 

Deshalb schärfen sich mit dem Gesicht zur

Kamera der Stacheldraht und der

Geist.

 

In den Nachrichten sagt uns ein Re-

porter, dass ein Sprung das Maß

deines Glaubens ist.

 

Und da gehst du, Träumer, über den Bildschirm,

mit der Kreide des Hungers zwischen den

Zähnen und versuchst, dein Kreuzchen

auf der dunklen Tafel des

Fortschritts zu hinterlassen.

 

Traducción: Sebastian Neumeister

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El poema titulado “Cierre de operación”, de la catedrática de Literatura Española y poeta, Itzíar López Guil, publicado en el libro “Valores nominales” (Madrid, 2014), nos presenta a un ser humano en su intento desesperado de atravesar una línea divisoria vigilada y compuesta por una valla.

Esta sería, señoras y señores, estudiantes y demás público natural de este paraíso virtual, la forma más o menos adecuada de comenzar un análisis y comentario para la clase de español. De hecho, así lo hicieron mis estudiantes en semestres anteriores, aquí en la Freie Universität de Berlín, cuando todavía nos veíamos las caras sin mediar pantalla.

A mí – en principio – no me gusta empezar de esa forma tan fría, aunque admito que es cómodo y que estamos cumpliendo con algunas convenciones; acatamos reglas y normativas. Pero, qué les parece si hoy realizamos un experimento, algo atrevido por mi parte (volatinera circense sin focos) para ver si cabe establecer una ligera identificación con el “nos” del poema. Al fin y al cabo, es esa la apelación mayor -a mi entender- de estos versos. ¿Volvemos a leer el poema?

Sí. Resulta que la imagen de quien atraviesa la frontera o intenta saltar la valla la perciben en el universo del poema unos “nos”(+ otros) a través de una pantalla. Tal y como está ocurriendo en esta milésima de segundo en la que usted lee y se desespera porque no sabe adónde le llevan estas líneas o ya le están aburriendo. Scroll. Salto.

Imagine solo por unos instantes – y si dispone de la paciencia indispensable, después de una tercera lectura-, cómo le gustaría a usted empezar a hablar (o escribir) sobre este poema. O qué le dirían a una persona después de leerlo. ¿Me lo cuentan? Sin valla, solo pantalla. Utilice la función que este artefacto nos ofrece y se llama “Schreibe einen Kommentar – Escribe un comentario” – yo no soy un robot – etc.

A cambio, y en especial dedicado a estudiantes, les prometo sacar después una entrada con el análisis y comentario acostumbrado, que por lo demás, está ya listo en el cajón oculto del blog. Pero antes de acomodarnos en la rutina ¿con qué palabras se expresa usted refiriéndose a este poema?

¿Qué ventana abre al mundo?

 

María Jesús Beltrán Brotons

ARTE POÉTICA

 

“Cuando un poeta se posa sobre el mundo lo desplaza”

Juan Gelman

“Wenn ein Dichter sich auf der Welt legt, bewegt er sie”

Juan Gelman

LA PODA

Escribe, escribe, que tu espíritu se abra

como una joven y salvaje palmera,

pero no olvides que no es un bosque

el que has de preservar, sino un arbusto

y que más tarde, con el cierzo,

tendrás que podar tu propia carne,

cortar tus manos, extraer tus ojos

y dejar únicamente dos poemas

o tres por toda herencia;

no se escandalicen los pequeños.

 

José Jiménez LozanoUn fulgor tan breve

p. 67. Madrid, Poesía Hiperión, 1978

 

BESCHNEIDEN

Schreibe, schreibe, damit dein Geist sich öffnet

so wie eine junge und wilde Palme,

aber vergiss ja nicht, es ist nicht ein Wald,

den du zu bewahr‘n hast, sondern ein Gesträuch

und später mit dem Nordwind

wirst du stutzen müssen dein eigenes Fleisch,

deine Händ‘ abschneiden, heraus die Augen

und zurücklassen allein zwei Gedichte,

drei, als gesamtes Erbe;

Dass sich nicht empören mögen die Kleinen.

 

José Jiménez Lozano

 

Traducción de Lena Maria Hein,

estudiante de

Máster Literatura Comparada,

Freie Universität Berlin

Quien ostenta, ejerce

Acotación Ostentar: Mostrar o hacer patente algo. Ejercer: Hacer uso de un derecho, capacidad o virtud

Quien ostenta, ejerce

Decorados, un imponente microrrelato de la autora Julia Otxoa, ha resultado ser uno de los textos más fructíferos que hemos cultivado en este hortus conclusus virtual que son las clases universitarias de español, en época de expansión Covid19.

Lo expreso con cierto humor plagado de dolor, porque el tema – suicidios, desahucios – ya de por sí es aterrador: Abordarlo en esta etapa de confinamiento y crisis múltiples es como transformarse en volatinera nocturna sin focos circenses. Aquí les dejo a solas, de momento, con el texto. Tómenselo con serenidad:

Decorados

En aquellos días, los desesperados, que eran los más, se arrojaban de ventanas y balcones, ante la inminente llegada del juez, que por impago de sus hipotecadas casas, ejecutaba de inmediato su desahucio.

De este modo, la justicia para hacer cumplir la ley caminaba sobre cadáveres, en una ciudad de aspecto lunar en la que la autoridad había dado orden de colocar maniquíes en las terrazas de las cafeterías y en las butacas de cines y teatros para lograr un cierto aire de normalidad, una vaga sensación de regreso a los luminosos días del pasado y la abundancia.

Julia Otxoa

Preámbulo

Antes de presentar a mis estudiantes el breve texto de ficción, nos acercamos en clase al delicado tema de los suicidios en relación con desahucios. Reunimos y evaluamos informaciones -en diferentes formatos-, que buscamos y encontramos en la Red. Tuvimos la oportunidad de conocer diversas reacciones sociales; realizamos una clasificación y descripción de formas de protesta ciudadana (plataformas, manifestaciones con pancartas, grafitis, actos públicos y creativos, etc.); escuchamos podcasts sobre el tema; y por fin, relacionamos aquella crisis con la actual: la paralización de los desahucios ante el coronavirus.

Fue un gran preámbulo que abarcaba la parte no visible del iceberg, considerando – repito-, que el texto del microrrelato está en la parte externa, y que lo que no vemos, pero conviene conocer, está en su zona oculta.

Si aplicamos la visualización del octaedro (otro recurso sistemático que facilita el análisis), los resultados serían más o menos los que apunto a continuación. Pero les aviso de antemano que resultan a todas luces insuficientes para entender la complejidad de esta obra de arte de 99 palabras.

Octaedro

1.- Qué pasa: Para recuperar cierta normalidad, una autoridad da orden de colocar maniquíes en espacios públicos de una ciudad.

2.- Dónde pasa: En espacios públicos -ciudad- y privados -viviendas-, en estas últimas en los puentes entre interior doméstico y exterior público: ventanas y balcones.

3.- Cuándo pasa: En días lejanos del pasado. La línea cronológica o cabo del ovillo desenrollado empezaría en el pasado – luminoso, de abundancia –, pasaría por un periodo – elíptico en el micro – de crisis económica, seguiría por la fase de desahucios simultánea a los suicidios masivos, y concluiría con la decisión de quien detenta el poder de colocar maniquíes en espacios públicos.

4.- A quién le pasa: A personas desesperadas porque se quedan sin vivienda. Aparecen también

  1. a) la figura del juez (anónimo);
  2. b) la justicia y la autoridad;
  3. c) cadáveres y maniquíes.

Es decir, por un lado, estarían los desesperados-cadáveres-maniquíes; por otro lado, el juez, la justicia, la autoridad: dos bloques diferenciados.

5.- Perspectiva de narración (desde qué voz se narra): tercera persona exterior a la historia.

6.- Qué disposición y características presentan los elementos léxicos:

Esta es, a mi entender y como profesora de lengua española, la parte más rica de la huerta:

El micro consta de dos frases con subordinación y aposición. Los tiempos verbales aparecen todos en pasado: pluscuamperfecto e imperfectos. Cada frase va introducida por elementos que dan cohesión: uno temporal –En aquellos días – y el segundo consecutivo –De este modo. Los dos verbos principales (arrojarse y caminar) son de movimiento, uno vertical y el otro, en principio, horizontal. Los sustantivos pertenecen al ámbito de la vida cotidiana (ventana, balcón, casa, terraza, cafetería, butaca, cine, teatro, día, aire de normalidad, abundancia); o bien se trata de sustantivos cuyo significado semántico es muy específico, por ejemplo, desahucio (terreno léxico abonado previamente en las clases del preámbulo).

Entre las 99 palabras que configuran esta distopía, aparecen tres adjetivos antepuestos: inminente llegada / hipotecadas casas / luminosos días. Destaca, asimismo, la cadencia rítmica, en dos fragmentos, marcada por el prefijo in- / im-: Inminente, impago, inmediato. Otra viene dada por el uso reiterativo de la preposición “en”: En una ciudad, … en la que … en las terrazas … en las butacas …

Acotación: Ejecutar. Mis estudiantes confundieron el significado de este verbo y pensaron al principio que el juez “mataba” a alguien. La desambiguación es aquí una necesidad perentoria.

7.- Cómo es el final: El universo textual se clausura con la alusión a un pasado de días luminosos y de abundancia.

8.- Qué dice el título en relación con el resto: El sustantivo decorados recuerda una escena teatral, artificial.

Hasta aquí la intensa concentración en visualizar por separado diferentes aspectos de la narración, desgajándola, descuartizándola. Pero resulta insuficiente. El microrrelato de Julia Otxoa que nos ocupa hoy es mucho más que todo lo expuesto aquí arriba. Cada aspecto provoca, exige, reclama una atención plena especial. Nos vamos a centrar en dos.

LOS PERSONAJES:  Los dramatis personae de esta obra son poderes: juez, justicia, autoridad. Las personas que no ostentan ese poder se identifican o bien por una alteración profunda del estado de ánimo (desesperación) o bien por la ausencia total de vida (cadáveres).

EL TÍTULO: El sustantivo masculino decorado significa conjunto de elementos que se utilizan para crear un ambiente en un escenario. En esta definición disponemos de una alusión a lo artificial, es decir, lo producido por el ingenio humano. Una puesta en escena volitiva. Ahora bien, tirando del hilo de la etimología y remontándonos hasta el indoeuropeo encontramos que (lat.) decus, decoris -adorno, decencia- se asocia con la raíz indoeuropea *dek- (tomar, aceptar), que rastreamos en el griego “doxa”= opinión, doctrina, alabanza, gloria. De ahí nos quedan palabras como dogma, ortodoxo, paradoja, etc.

Recordemos el hecho de que en Decorados los dos verbos centrales aparecen en pretérito imperfecto: se arrojabancaminaba…, es decir, plasman, presentan un escenario, una circunstancia, no un acto concreto (no transmiten una acción puntual).  Combinamos ahora lo mencionado sobre el título, desbrozando de tierra las raíces, con los actores de este drama; unimos ambos aspectos y nos atrevemos a formular la siguiente reflexión:

En el microrrelato de Julia Otxoa titulado “Decorados” se presenta una sociedad deshumanizada, distópica, congelada en su devenir. Quien ostenta el poder determina ejecutar lo que a este le conviene:  mantener una apariencia de normalidad. Aquí no pasa nada. La lectura de este texto provoca una actividad inusitada en quien lo lee, una reacción por azote mental y emocional (“no son suicidios, son homicidios”): dispara o paraliza.

Escribo “paraliza” porque fue la reacción que experimenté mientras trabajaba – literalmente de forma virtual – con mis estudiantes y este microrrelato de Julia Otxoa. En esos días me llegaron a Berlín imágenes que mis amigos de Madrid habían captado desde sus balcones: una ciudad extrañamente vacía, fantasmagórica. Una bendición, pensé, que a nadie se le ocurriera poner maniquíes apostados en plazas o esperando la luz verde del semáforo.

COLOFÓN: Decía al principio de esta entrada que Decorados ha resultado ser uno de los textos más fructíferos y he guardado lo artístico y creativo para el final. Mi composición de lugar es la siguiente: Colaborar con gente joven es enriquecedor, te alegras y revives a la vez que muestras tus propios caminos. Pues bien, Clara, hija de una compañera mía de piso de la época de estudiantes en Salamanca – años 70 del siglo pasado – reside y trabaja en Berlín: le pedí que leyera DECORADOS y que plasmara su lectura en una imagen. Les dejo aquí con ella, hasta que veamos el primer domingo de junio de 2020 “Cierre de operación” (Itzíar López Guil) en la próxima entrada.

María Jesús Beltrán Brotons

 

Anónimo, de Clara Lum, Berlín, 2020

Clara escribe:

Para mí el arte es pensamiento y esencia, es una vía de liberación, de canalización de los sentimientos más profundos que en ocasiones cuesta describir y que llevamos dentro sin darnos cuenta. En esta obra, busco representar la pérdida de humanidad e identidad, el dualismo entre lo inerte y lo vivo, y el sentimiento de soledad y tristeza por un futuro incierto. Utilizando un elemento oscuro como es la tinta negra y el contraste con un color brillante y activo (amarillo) que pretende dar esperanza por un cambio que posiblemente no ocurra. He simbolizado la muerte con el azul, de nuevo ese contraste de labios carnosos pero fríos, congelados. Y siempre buscando la belleza visual de una realidad desoladora.

 

Clara está en Instagram: clara_lum

 

El abrazo

Transcribo aquí el texto que ha escrito Begoña recordando a don José. Fuimos juntas a Alcazarén a finales de febrero de 2019.

PARA DON JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO

Yo quería conocer a Don José (*). Quería conocerlo pero, más que todo, quería abrazarlo. La culpa la tuvo El Mudejarillo. Cuando acabé de leerlo estaba tan conmovida y emocionada, tan transpuesta, que no había palabras que pudieran expresar mi gratitud al autor y  lo que me nacía era querer abrazarlo, si hubiera podido, ¡claro está!

Y cómo iba yo a imaginarme que los acontecimientos se concatenarían de tal forma que mi deseo se iba a cumplir unos meses después.

Fue María Jesús Beltrán, gran amiga suya, quien nos franqueó la puerta de su casa. Yo estaba algo nerviosa pero el paseo previo por el jardín, refugio del cuco y de todos los pajarillos a los que él ha regalado poemas tan bellos, ya funcionó como un bálsamo que logró serenarme. La puerta de la casa estaba abierta y Dora, su esposa, y D. José nos esperaban sonrientes y cercanos, como debían hacer con los numerosos visitantes que se acercaban a conversar con ellos.

Lo que pasó allí dentro lo tengo atesorado en mi memoria.

Los datos cobraban vida en su boca y casi se nos salían los ojos de las órbitas a fuerza de no querer perder ni una coma de su charla. Y es que con gran inocencia y pena nos decía que a él le había gustado mucho recorrer los pueblos y escuchar a las gentes; que era lo que más le gustaba, escuchar, y como más aprendía pero que, ahora, como estaba sordo, no le quedaba más remedio que acaparar un poco la conversación para enterarse de algo… Y, nosotras, encantadas, porque a eso habíamos venido, a escuchar lo que él nos tuviera que decir. Y hablamos y habló de un ciento de cosas durante casi cuatro horas que pasaron sin sentir.

Qué maravilloso su humor socarrón, la punta de brillo que asomaba en sus ojos de un azul acuoso cuando, tras haber lanzado una frase que nos dejaba atónitas, quedaba callado a la espera de nuestra reacción con cara de no haber roto un plato.

Tenía Don José algo de niño y mucho de sabio y de poeta. Pero, sobre todo, yo veo en él a un místico, pequeño, como el San Juan de la Cruz de su mudejarillo y como pequeño era su profeta Jonás. Don José aúna inteligencia y bondad a raudales, hondura y sencillez y un diestro manejo de la poda del lenguaje con la que desbroza y aclara hasta que no sobra nada, hasta que  queda sólo la entraña, la esencia, la madre del cordero. Pero, además, eso que queda es de una belleza sublime, tierna y esencial que emana de lo sencillo, de lo pequeño, de las pequeñas gentes que  son a la vez muy hondas, de lo de a ras de tierra que acaba ascendiendo con el pájaro y las ramas del árbol, mirando a lo alto, transcendidas a lo inefable y lo sublime.

Qué inmenso conocimiento atesoraba, lo opuesto a la vacía erudición, y qué alquimia la suya para mezclar los elementos y crear maravilla. Qué suerte que, al menos, nos haya dejado tanta obra y tan variada. Sus poemas como trinos de pájaros, los cuentos como granos de maíz o flores de aciano, las novelitas con personajes bíblicos (qué culmen de misticismo  alcanza en el pasaje de Jonás siendo tragado por la ballena) y todos sus cuadernos que atesoran un sinfín de pensamientos, de reflexiones, de citas. Ojalá se reedite toda la obra que no se encuentra para no privar a nadie del placer de su lectura.

Tengo en mi mesa la Guía espiritual de Castilla y otros muchos volúmenes, algunos ya leídos y otros por leer. Y estos días pienso tanto en él, que se ahorró este horror que estamos viviendo, pero tengo una pena inmensa por no haberlo visto al menos una vez más. Siento cariño y veneración a partes iguales. Pero me queda el consuelo de su abrazo.

Y acabo aquí contando que, por fin, cuando nos despedimos en aquella primera visita lo abracé y lo abracé con todas mis fuerzas. Tanto que, pícaramente, me dijo algo así como: amiga, conténgase, que va a hacer usted que pierda el equilibrio y acabe en el suelo. Mientras sonreía como solo sonríen los ángeles…

Begoña Izquierdo Negredo

(*) Así le llama siempre María Jesús Beltrán y así le he llamado y le seguiré llamando, como a un maestro respetado y querido.